Paul Marcinkus deja el Vaticano para ejercer de p¨¢rroco en Estados Unidos

Juan Pablo II acept¨® ayer la dimisi¨®n del arzobispo norteamericano de origen lituano Paul Marcinkus, de 68 a?os, como propresidente de la Comisi¨®n para el Estado Vaticano, una especie de vicegobernador del Estado m¨¢s peque?o del mundo, con s¨®lo 1.000 ciudadanos. Marcinkus, que fue durante 15 a?os presidente del Instituto para las Obras de Religi¨®n (IOR), considerado como el banco del Papa y por, lo que era apellidado el banquero de Dios, volver¨¢ a su di¨®cesis de origen, en Chicago, para trabajar en ella como simple p¨¢rroco.
Marcinkus, que llevaba trabajando 40 a?os en la diplomacia vaticana, hab¨ªa presentado su dimisi¨®n al Papa "insistentemente" en el ¨²ltimo a?o. En un comunicado personal, en el que anuncia su decisi¨®n de volver a su di¨®cesis de Chicago para trabajar como p¨¢rroco, Marcinkus afirma que la larga experiencia en la Administraci¨®n vaticana lo ha convencido cada vez m¨¢s de la importancia "del trabajo pastoral" que en el fondo, explica, hab¨ªa sido Ia gran ilusi¨®n de su vida".Al ser aceptada su dimisi¨®n por el Papa, Marcinkus pierde definitivamente la posibilidad de ser nombrado cardenal, que se ha manejado incluso despu¨¦s de abandonar la presidencia del IOR tras su ¨²ltima reestructuraci¨®n. Durante estos ¨²ltimos meses ocup¨® el puesto -creado especialmente para ¨¦l- de propresidente de la Comisi¨®n del Vaticano, que preside el cardenal opusde¨ªsta Sebastiano Baggio.
Se acaba as¨ª una de las historias vaticanas m¨¢s controvertidas de este siglo, ya que Marcinkus hab¨ªa sido acusado de un sinfin de fechor¨ªas que iban desde las econ¨®mico- administrativas de sus presuntas connivencias con la quiebra del Banco Ambrosiano hasta las insinuaciones sobre su presencia en la muerte del Juan Pablo I y del suicidio misterioso de Roberto Calvi bajo el puente de los Hermanos Negros de Londres.
Un cardenal de la curia romana dijo un d¨ªa a este peri¨®dico que ser¨ªan necesarios 20 a?os ,para que la Santa Sede se pudiera rehacer ante la opini¨®n p¨²blica mundial del esc¨¢ndalo Marcinkus. Probablemente nunca se podr¨¢ conocer la verdad sobre las responsabilidades del arzobispo norteamericano en la quiebra del Ambrosiano, porque primero la Corte Suprema y despu¨¦s la Corte Constitucional han impedido a los jueces de Mil¨¢n procesarlo como hubieran deseado, para lo que hab¨ªan emitido sobre ¨¦l dos ¨®rdenes de detenci¨®n que no pudieron ser ejecutadas porque se hab¨ªa refugiado en la Ciudad del Vaticano.
La raz¨®n que ambas cortes dieron para no procesar a Marcinkus fue que los pactos de Letr¨¢n, del tiempo de Mussolini, no permiten a un juez procesar a un miembro de la curia romana por un presunto delito cometido dentro del Vaticano.
Marcinkus se hab¨ªa profesado siempre una "v¨ªctima inocente", ya en tiempos de Michele Sindona, el banquero siciliano, amigo tambi¨¦n del Vaticano y de Marcinkus, quien acab¨® muriendo misteriosamente en la c¨¢rcel tras la quiebra de su banco, como en tiempos de Calvi. Dec¨ªa que los ataques contra ¨¦l iban dirigidos en realidad contra el "Papa polaco", de quien era amigo personal. Sus amigos del Vaticano lo consideraban si acaso "v¨ªctima de su propia ingenuidad". Sindona sol¨ªa decir que no lo apreciaba como banquero pero que le un¨ªa a ¨¦l "el com¨²n y visceral anticomunismo". Se dijo siempre que el papa Wojtyla lo hab¨ªa defendido porque hab¨ªa sido Marcinkus quien financi¨® el movimiento polaco de Solidaridad. Tambi¨¦n se dijo que ning¨²n cardenal de la curia se hab¨ªa atrevido a levantarse contra ¨¦l porque a todos los hab¨ªa ayudado econ¨®micamente.
Lo cierto es que la Santa Sede acept¨® pagar 250 millones de d¨®lares al Estado italiano tras la quiebra del Ambrosiano, del que era accionista, aunque subrayando que lo hac¨ªa "no porque se sintiera culpable", sino m¨¢s bien como una generosa "ayuda libre y personal".
La dimisi¨®n de Marcinkus ha sido concordada con el Papa, quien se ha visto al final presionado por superiores generales de ¨®rdenes religiosas y obispos de todo el mundo que tem¨ªan que la presencia de Marcinkus en el Vaticano continuase deteriorando la imagen de la Santa Sede.
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