La mentira como una de las bellas artes
Los familiarizados con ella la ven m¨¢s compleja de lo que parece
MIGUEL BAY?N Luis Landero, con Juegos de la edad tard¨ªa, ha logrado el ¨¦xito literario del a?o: la historia de un hacedor de mentiras, es decir de s¨ª mismo,- contada con una riqueza heredera de Cervantes y de los cl¨¢sicos.
"La mejor definici¨®n de no vela", dice, "es la que dio Juan Rulfo: 'Una suma de mentiras cuyo producto es la verdad' Para m¨ª la mentira es b¨²squeda del placer y de la verdad. Es una herramienta que abre esas zonas oscuras donde la verdad no llega; la mentira agrega una trastienda a la casa de la verdad. Es como a?adir cada a?o un cuerno y que luego te salga un unicornio. Todos mentimos, no s¨®lo los escritores. Todos narramos nuestra vida, pero nunca somos fieles a la estricta verdad: poctizamos de un modo u otro el pasado, incluso lo que acabamos de vivir. Modificamos lo real, proyectamos en la realidad nuestro mundo imaginario, y as¨ª conseguirnos nuestra gran verdad".
Aparte de El Quijote, Landero ve otras novelas mod¨¦lica mente mentirosas: "Las mil y una noches, Gargant¨²a y Pantagruel y, por supuesto, La Odisea. Ulises no es de fiar, porque el ¨²nico que oy¨® a las sirenas fue ¨¦l, los dem¨¢s ten¨ªan los o¨ªdos tapados. Pero a m¨ª me fascinan las sirenas, esos cantos de deseo que nos llegan de lejos".
Diplom¨¢ticos
Los pol¨ªticos y diplom¨¢ticos siempre han sido vistos como expertos en manejar lenguajes dobles o triples. "Hay diferencia entre el lenguaje pol¨ªtico y el diplom¨¢tico-, dice Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza.
"El de los pol¨ªticos es activo, cotidiano, p¨²blico", explica.. "Pero, aunque Un pol¨ªtico pueda tener digamos habilidades, no debe mentir. Estoy de acuerdo con Andreotti cuando dice que las mentiras no son rentables para el buen pol¨ªtico, porque siempre acaba por salir a relucir la verdad. Ahora bien, en campa?a electoral se acepta un lenguaje con reglas propias: es cosa sabida, como el que el f¨²tbol se juegue con los pies".
Lo diplom¨¢tico, para Areilza, pertenece a otra especie: "Se trata de un lenguaje con connotaciones de mayor reserva, no destinado a la difusi¨®n p¨²blica. El diplom¨¢tico, sobre todo si st¨¢ fuera dse su pa¨ªs, tiene que obrar con una mayor cautela. Y ha habido genios en eso: Hugues de Lionne, diplom¨¢tico de segunda fila de Luis XIV, siempre era reclamado por el Rey cuando hab¨ªa una situaci¨®n dif¨ªcil, porque su capacidad de sembrar cl¨¢usulas equ¨ªvocas en los acuerdos: as¨ª consigui¨® nada menos que apoyar la reclamaci¨®n de legitimidad al trono de Espa?a de Felipe V".
Subliminal
Margarita Landi, periodista especializada en sucesos, ha visto de todo en su larga carrera; ha revuelto muchos sacos de mentiras. "La mentira sigo vi¨¦ndola mal", dice, "pero digamos que a veces la justifico".
"En ocasiones es necesaria, sea por piedad, por verg¨¹enza, por respeto", contin¨²a Landi. "Todo eso hace que no se digan siempre las verdades". La evoluci¨®n de la mentira en la sociedad espa?ola la contempla Margarita con guasa: "Ahora hay muchas mentiras que tratan de ocultarse, lo que pasa es que los paparazzi est¨¢n al quite. Pero no nos enga?emos: antes hab¨ªa m¨¢s hipocres¨ªa, se practicaba lo que se llamaba guardar las formas".
"Los pol¨ªticos siguen diciendo bastantes mentiras", constata Margarita Landi, "pero en compensaci¨®n los periodistas contamos las cosas m¨¢s claras, porque hay libertad. Pongamos que alguien se hace la cirug¨ªa est¨¦tica, y lo -desmiente, pese a que se le notan los cardenales: pues bien, siempre encontraremos al ayudante del ayudante del m¨¦dico que estar¨¢ dispuesto a contar la verdad".
Jos¨¦ Lorenzo Garc¨ªa, programador de televisi¨®n y profesor de Ciencias de la Informaci¨®n, tiene una tesis sobre Comunicaci¨®n y emociones en la que toca de lleno el tema de la publicidad subliminal, fen¨®meno creciente. "No s¨¦ si cabe hablar en sentido estricto de mentira, pero lo cierto es que existen t¨¦cnicas de manipulaci¨®n de la consciencia. Esa publicidad nos bombardea con formas arquet¨ªpicas, no te da tiempo a pensar, te env¨ªa mensajes intangibles (y por ello no f¨¢ciles de perseguir jur¨ªdicamente) que te inducen a pensar, por ejemplo, que si compras tal producto vas a ser m¨¢s viril".
"No se dice expresamente", a?ade, "no se miente expresamente: pero ah¨ª est¨¢, no s¨®lo en anuncios de televisi¨®n, sino en la prensa. Contra eso, s¨®lo cabe informar, incrementar la capacidad de an¨¢lisis".
Fingidores
M. B. La prueba de lo mentiroso que es el escritor estriba en que, para mejor mentir, dice que miente. Seg¨²n Pessoa, "o poeta ¨¦ um fingidor". A los actores tambi¨¦n les pasa, pero son gente con m¨¢s caradura que los escritores, y el hecho de que mientan -o finjan- entra dentro de lo previsto.
"Si alguien dice algo como si fuera verdad", medita el avisado lector, "y luego se ve que sab¨ªa que no era verdad, se?al de que ment¨ªa; pero ¨¦ste de aqu¨ª, como es escritor, uno ya no sabe si miente sobre la supuesta verdad, o sobre la mentira de contar la supuesta verdad". Pinocho pasa por ser, por narices, el mayor de los mentirosos.
Cabe colegir, sin embargo, que m¨¢s mentiroso a¨²n era Collodi, que se invent¨® al narigudo, y que adem¨¢s, para empezar, ni siquiera se llamaba Collodi.
Pero si coligi¨¦ramos que Collodi debe subir al podio de campe¨®n de los mentirosos, errar¨ªamos (o quiz¨¢ minti¨¦semos). Collodi s¨®lo fue uno m¨¢s de la inmensa panda de mentirosos a los que les da por narrar. ?Vale empezar con Homero9 Un ciego rematado que se asoma a la costa jonia y dice "el mar color vino", usted me dir¨¢ si es como para confiar en lo que diga a partir de ah¨ª.
Quijote
Espa?ola es la novela m¨¢s evidente sobre la mentira: El Quijote lo finge escribir Cervantes sobre el manuscrito de un moro, Cide Hamete (que a saber qu¨¦ fing¨ªa), y trata de un tipo que se cree todas y cada una de las mentiras de caballer¨ªa y las suyas propias, y de otro tipo que le sigue la corriente porque tambi¨¦n a ¨¦l le va la marcha. Espa?ol es el g¨¦nero novel¨ªstico que mejor explora los trucos y artesan¨ªas de la mentira: la picaresca. En nuestros d¨ªas ha ca¨ªdo en desuso entre los escritores espa?oles, quiz¨¢ por esas ¨ªnfulas de europe¨ªsimos que nos han entrado; los brit¨¢nicos lo heredaron de nuestros cl¨¢sicos, y siguen practic¨¢ndolo.
Hablando de extranjeros, hay unos que ahora est¨¢n de moda, y cuanto m¨¢s se habla de ellos m¨¢s queda claro que nadie les entiende: los ¨¢rabes, grandes vendedores de motos. Viene al caso un proverbio suyo, que reza: "?Por qu¨¦ siendo mi amigo, si vas a Fez, me dices que vas a Fez?."
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