La dimisi¨®n de Howe sacude la estructura del Partido Conservador brit¨¢nico
Los conservadores brit¨¢nicos est¨¢n pasando uno de los peores fines de semana de los ¨²ltimos meses, una temporada demasiado rica en contra tiempos y se?ales ominosas. Europa es a los tories lo que la falla de San Andr¨¦s a California, una profunda fractura continua y amenazadoramente presente que de vez en cuando provoca un se¨ªsmo. El de esta semana -la abrupta salida del Gobierno del viceprimer ministro Geoffrey Howe- tiene visos de no ser the big one (el grande y definitivo), pero ha sacudido a toda la estructura del Partido Conservador.
El choque no va a descabalgar a la primera ministra, Margaret Thatcher, pero contribuir¨¢ a hacerle m¨¢s dificil el control de su montura.La cuesti¨®n europea divide de arriba abajo a la parte de la sociedad brit¨¢nica que se molesta en tomarla en consideraci¨®n. Las diferencias en el Partido Conservador destacan m¨¢s por estar en el Gobierno, pero los laboristas no mostrar¨ªan una mayor unidad. En los recientes debates de la C¨¢mara de los Comunes sobre la Comunidad Europea (CE), parlamentarios laboristas ha habido que han llamado expresamente a la primera ministra a galvanizar a la naci¨®n contra las presuntas intenciones de los eur¨®cratas de enterrar todo lo que es brit¨¢nico.
El l¨ªder de la oposici¨®n, Neil Kinnock, se envuelve en la estrellada bandera azul de la CE porque ve a Bruselas como el ¨²ltimo recurso para acabar con el liberalismo feroz de Thatcher, pero en sus filas hay quienes despotrican contra una Bruselas considerada como el instrumento del que se vale el capital alem¨¢n para dominar Europa. Exactamente la misma impresi¨®n que tienen los eur¨®fobos conservadores de los que el ex ministro Nicholas Ridley es su m¨¢s escandalosa encarnaci¨®n.
Ridley tuvo que dimitir el verano pasado por su soflama anticomunitaria y antigermana y en el acalorado debate parlamentario del martes, donde se pas¨® revista a los resultados de la cumbre de Roma, volvi¨® a perpetrar la vieja caricatura al felicitar a Thatcher "por defender los intereses de este pa¨ªs y dejar a los otros once aislados". En su d¨ªa, Thatcher comunic¨® escuetamente al Gabinete la dimisi¨®n que se hab¨ªa visto forzado a presentar Ridley por la pol¨¦mica y de inmediato pas¨® a tratar una eventual ley para controlar a los perros. En la reuni¨®n del Gabinete del jueves de esta semana, dos d¨ªas despu¨¦s del debate parlamentario que colm¨® el vaso de la paciencia de Howe, Europa ni se discuti¨®.
La cuesti¨®n europea
Thatcher tiende a ocupar el centro de su partido en los distintos debates o, al menos, a atraerse al grueso de sus parlamentarios. En la cuesti¨®n europea, por el contrario, se ha alineado con la fracci¨®n m¨¢s desconfiada y con ello ha acentuado la divisi¨®n. El grueso de sus m¨¢s de 370 parlamentarios no ha adoptado una posici¨®n visceral a favor o en contra de la CE: est¨¢n a favor de la idea de estrechar v¨ªnculos, no gustan de las prisas de Jacques Delors por llegar a una uni¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica, prefieren ver c¨®mo es la piscina comunitaria antes de zambullirse. Es el mismo pensamiento de la City y la industria, que s¨®lo empezar¨ªan a preocuparse si las reservas de Thatcher cerrasen las v¨ªas de comunicaci¨®n con Europa.
Un nuevo l¨ªder
Al decantarse Thatcher estos d¨ªas por los del no, ha puesto a la mayor¨ªa de los tories en una tensa situaci¨®n, que ha llevado al sector de los rechazados a plantear la necesidad de un nuevo l¨ªder que unifique el partido y adopte una postura menos abrasiva ante Europa. Los t¨¦rminos del reajuste ministerial que la primera ministra realiz¨® el viernes indican que est¨¢ dispuesta a dar la batalla interna. No hay candidato indiscutible aunque el proeurope¨ªsta Michael Heseltine lanz¨® ayer el guante con una agresividad que hasta ahora se hab¨ªa cuidado mucho de mostrar- la crisis del Golfo hace poco recomendable plantear una disputa partidista.La cuesti¨®n europea no constituye de forma directa un punto de grave fricci¨®n electoral en el Reino Unido, pero su car¨¢cter pol¨¦mico mina la credibilidad partidista ante un electorado al que desagradan las divisiones y peleas intestinas. Las crisis con respecto a Europa son espectaculares a corto plazo -la dimisi¨®n de Nigel Lawson de la cartera de Hacienda hace un a?o fue considerada como un Chern¨®bil pol¨ªtico, y ya nadie se acuerda de ¨¦l-, pero carecen de efecto duradero y s¨®lo sirven como fantasmas que vuelven a aparecer para recordar el pasado. La actual, sin embargo, se produce en un contexto de recesi¨®n econ¨®mica y en un marco de desagrado por cuestiones como la sanidad y los polltax, que no hacen sino empeorar las perspectivas electorales de los conservadores.Un sondeo que se dar¨¢ a conocer hoy confirma que los laboristas se encuentran 17 puntos por delante de los conservadores en las inrtenciones de voto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.