"Me gusta jugar con la verdad y la mentira"
Pregunta. Tengo entendido que R,estauraci¨® es un encargo...Respuesta. Eso es, un encargo. Yo no ten¨ªa pensado escribir teatro, ni ¨¦sta ni ninguna otra obra. Un buen d¨ªa me llam¨® Rosa Novell y me dijo: "?Por qu¨¦ no me escribes una obra?". Yo le, respond¨ª: "?Qu¨¦ te gustar¨ªa?". Y ella me dijo que quer¨ªa una obra con pocos personajes, con un montaje no muy complicado... Me puso una serie de condicionantes y eso me pareci¨® estupendo. Hac¨ªa poco que hab¨ªa traducido la versi¨®n inglesa, realizada por Lafcadio Hearn, de un viejo cuento japon¨¦s, que mand¨¦ a El paseante y al final no se public¨®. El cuento -The dancing girl-, habla de una mujer que vive en el campo, una mujer que al parecer hab¨ªa sido una c¨¦lebre bailarina, y a cuya casa llega una noche de tempestad un joven que quiere ser pintor. A?os m¨¢s tarde, aquel joven, convertido ya en un pintor famoso, se encuentra con la mujer, ya anciana, y le recuerda aquella noche. El personaje de Mallenca, el personaje que interpreta Rosa, arranca, pues, de esa mujer del viejo cuento japon¨¦s. Mallenca es una mujer que vive en el campo, una mujer con un cierto pasado, que no se sabe exactamente si es inventado o no lo es, y a cuya casa llegan una noche tres hombres: un hombre sabio, un pensador; un hombre de acci¨®n y un hombre fracasado. Mallenca es un poco lo que esos tres hombres quisieran que fuera; se refleja en ellos como en tres espejos distintos.
P. El t¨ªtulo de la obra, Restauraci¨®, alude a la restauraci¨®n de la monarqu¨ªa borb¨®nica...
R. Efectivamente: la obra transcurre durante los ¨²ltimos d¨ªas de la segunda guerra carlista y al final de la misma aparece el personaje del joven rey Alfonso XII. Claro est¨¢ que pod¨ªa haberme ce?ido m¨¢s al viejo cuento y hacer como Agust¨ªn de Fox¨¢ [alusi¨®n a Cui-Ping-Sing, drama po¨¦tico en verso que Fox¨¢ estren¨® en San Sebasti¨¢n, en 1938, y que transcurre en una China inexistente: "Porque nunca estuve en China pude hacer Cui-Ping-Sing", dice el autor en el pr¨®logo], pero eso hubiese sido un disparate. As¨ª que utilic¨¦ el cuento como estructura y le fui a?adiendo capas. El hecho de que la obra transcurra en tiempo de guerra me permite disfrazar a los personajes, forzados a ocultar su identidad, y jugar as¨ª con uno de los elementos m¨¢s interesantes del teatro, al menos para m¨ª, que es esa zona existente entre la verdad y la mentira teatral: el espectador sabe que lo que ve es mentira, pero al mismo tiempo quiere cre¨¦rselo y llega a cre¨¦rselo.
P. Esa restauraci¨®n borb¨®nica esconde, supongo, una lectura m¨¢s actual...
R. Esa restauraci¨®n debe entenderse en el sentido m¨¢s general. Restauraci¨®n de una cultura, de una pol¨ªtica, de un pasado... Una restauraci¨®n que nos ha salido muy bien -el feroz general carlista de la obra termina con un alto cargo en Madrid-; una restauraci¨®n semejante a un plato de nouvelle cuisine.
La ayuda de Shakespeare
P. ?El catal¨¢n le ha supuesto alguna dificultad?
R. S¨ª, relativa, teniendo en cuenta que no lo domino ni es mi lengua de expresi¨®n literaria. He intentado fabricar un catal¨¢n ni arcaico ni moderno, un t¨¦rmino medio. Tengo una cierta facilidad para este tipo de ejercicios. Puedo hacer lo mismo con el franc¨¦s o el ingl¨¦s. Adem¨¢s, he escrito la obra en verso libre, un g¨¦nero anquilosado, que facilita mi trabajo. Luego, con los ensayos, se ha vuelto un lenguaje m¨¢s natural, m¨¢s coloquial, pero sin perder su artificialidad. Para fabricar ese catal¨¢n me han sido de gran utilidad las traducciones de Shakespeare, concretamente del Sue?o de una noche de verano, de Camer y de Sagarra, que estudi¨¦ y compar¨¦ cuando preparaba mi versi¨®n castellana de dicha obra, que mont¨® Narros en Madrid.
P. ?Asiste usted a los ensayos?
R. Al principio, s¨ª. Hicimos unas cuantas lecturas de la obra para ver si el texto pasaba. Tengo una gran confianza en el director, Garc¨ªa Vald¨¦s, un tipo dur¨ªsimo. Hac¨ªa llorar a Rosa un d¨ªa s¨ª y el otro tambi¨¦n. Le hac¨ªa decir tal mon¨®logo de cara a la pared o con un dedo metido en la oreja... El resto, Jordi Bosch, Ramon Madaula y Pep Cruz, son unos excelentes actores.
P. ?Habr¨¢ traducci¨®n castellana?
R. Ya la he hecho, una primera versi¨®n. La he mandado a Madrid, a ver si podemos colocarla en el Festival Internacional de Teatro. Falta ver lo que ocurre con el estreno catal¨¢n.
P. ?Le compensa, al novelista Eduardo Mendoza, escribir teatro?
R. No me lo he planteado como una operaci¨®n financiera. Lo he hecho porque las condiciones que me puso Rosa me atra¨ªan y he de decirle que me lo he pasado estupendamente escribiendo la obra. Puede que el teatro no d¨¦ tanto como una novela, pero tampoco est¨¢ tan mal. Con el Sue?o, que se represent¨® tres meses en Madrid y luego en algunas capitales espa?olas, llegu¨¦ a ganar dos millones y pico de pesetas, lo cual, trat¨¢ndose de una traducci¨®n, no est¨¢ nada mal... Adem¨¢s, novelas..., hay demasiadas novelas.
P. ?Piensa escribir una segunda obra?
R. S¨ª, aunque espero ver qu¨¦ ocurre con ¨¦sta. Quisiera escribir una versi¨®n actualizada de El Cafe de la Marina, que es una obra que me gusta mucho; un caf¨¦ con drogas y sida, del que entra y sale gente, con una compa?¨ªa de c¨®micos o un grupo de rock. He empezado a tomar notas, a dibujar alg¨²n personaje. Ya veremos.
La vieja afici¨®n de un mal actor
J. DE S. Pregunta. Dicen que usted es un gran aficionado al teatro...
Respuesta. Mi padre me llev¨® al teatro cuando cumpl¨ª cuatro a?os, al teatro y a los toros. Mi padre fue un actor frustrado. De joven hac¨ªa teatro de aficionados y al parecer lo hac¨ªa muy bien. El recuerdo que guardo de aquellas funciones a las que me llevaba mi padre siendo yo ni?o es muy confuso. Confundo al Tenorio con Li-Chang y al Divino Impaciente con el demonio de Els, pastorets.
Cuando fui mayor, mi padre me llev¨® a ver los montajes de Tamayo, vi a la Espert en el Grec, en Medea y en HamIet, vi los Seis personajes de Pirandello... Cuando hac¨ªa el preu, representamos Escuadra hacia la muerte y Esperando a Godot. Escogimos estas obras porque no sal¨ªan chicas. Yo era un mal actor, un p¨¦simo actor, pero era muy voluntarioso y no se atrev¨ªan a echarme. Cuando empec¨¦ Derecho segu¨ª con el teatro: Cal¨ªgula, Rinoceronte, Fin de partida, algo de Adamov, teatro de vanguardia, lo que estaba de moda...
Luego estuve en Londres, pude ver a grandes actores y supe lo que era la afici¨®n teatral, experiencia que prosegu¨ª en Nueva York. Llegu¨¦ a ver a Burton, a Henry Fonda; vi a Katharine Hepburn, a Jason Robards; vi los primeros Mamet, obras de Bond y Stoppard, de Innaurato [Albert Innaurato, autor de Gemini, Ulysses in Traction y The transfiguration of Benno Blimpiel, y los espect¨¢culos de las compa?¨ªas brit¨¢nicas en gira por Estados Unidos.
Un teatro privado
P. ?Sigue yendo al teatro?
R. S¨ª, aunque el teatro barcelon¨¦s, fuertemente subvencionado por las instituciones, se ha convertido, salvo alguna excepci¨®n, en un teatro de funcionarios. Ser¨ªa bueno que la gente se decidiera a invertir en los teatros. Con mi amigo y vecino F¨¦lix de Az¨²a siempre pensamos -es, claro, una fantas¨ªa- en un teatro nuestro, privado, de repertorio, que montase las obras como antes, con decorados de papel, con las viejas candilejas y la concha del apuntador. Un teatro que hiciera obras de Ch¨¦jov, de Strindberg y de Valle , y el Tenorio y Els pastorets. Muchos de esos se?ores que tienen sus dineros en una supercuenta podr¨ªan invertir algun milloncejo en nuestro teatro. Probablemente se lo devolver¨ªamos, si no todo, una buena parte, y a cambio podr¨ªan asistir a los ensayos e intentar ligarse a las j¨®venes actrices.
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