Fantasmada

El cine comercial norteamericano se decanta hoy preferentemente por dos vertientes, ambas igualmente infantiles. De una parte, la violencia de tebeo. De otra, lo sobrenatural en todas sus variantes. Jerry Zucker, uno de los responsables de aquel simp¨¢tico y un tanto primario Aterriza como puedas y director de este Ghost -que nuestros exhibidores, tan proclives a americanizarnos, no se han tomado la molestia de traducir- ha declarado en Madrid hace pocos d¨ªas que el ¨¦xito arrollador de su filme en EE UU se deb¨ªa a un cambio de tendencia en los gustos del p¨²blico, que abomina ahora del "materialismo" de los a?os ochenta y est¨¢ dispuesto a tragarse cualquier cosa que le endilguen a sus pupilas con la condici¨®n de que suene a producto "espiritual".Debe de ser cierto, pues de otra manera no se explica el ¨¦xito de un filme tan plano como tonto, tan vacuo como artificioso tan mal rodado, montado y actuado -?a qui¨¦n se le ocurri¨® que el actor Patrick Swayze pod¨ªa llegar a ser algo m¨¢s que una m¨¢quina de repartir bofetadas?- como este Fantasma que nos ocupa.

La trama de Ghost se explica en breves palabras: un hombre es asesinado porque ha descubierto un l¨ªo contable que involucra a un amigo. El asesino persigue a la llorosa y enamorada compa?era del difunto, mientras el fantasma de ¨¦ste sufre su impotencia por no ser un simple mortal mientras contempla el cerco que se tiende alrededor de la chica. Finalmente, con ayuda de una m¨¦dium que es adem¨¢s una avispada estafadora (Whoopy Goldberg, lo mejor del filme) lograr¨¢ fraguar su venganza.

Mezcolanza

Todo esto est¨¢ contado mediante una mezcla gen¨¦rica que apela por igual al melodrama, al cine policiaco y a la comedia rom¨¢ntica, con clara preponderancia de ¨¦sta y con unos efectos especiales que, como no pod¨ªa ser de otro modo, constituyen el centro del asunto.El tono dulz¨®n de la peripecia de Ghost (s¨®lo hay que ver para hacerse una idea de lo edulcorado del filme el impagable clip musical del baile de los amantes al comienzo del filme, y que se repetir¨¢, como es previsible, hacia el final) es de verg¨¹enza ajena, como tambi¨¦n lo son las referencias a otros engendros (como la inefable pel¨ªcula Always de Steven Spielberg).

Y sin embargo hay que convenir que el gui¨®n apunta l¨ªneas de trabajo por las que la historia no discurre, tal vez porque lo que m¨¢s interesa a sus responsables es lo sentimental y el happy end. Por ejemplo, esa turbadora suposici¨®n de que la existencia m¨¢s all¨¢ de la muerte puede reproducir, ampliadas, las obsesiones de la vida cotidiana (algo que se supone tras la irrupci¨®n, y nunca mejor dicho, del enloquecido muerto del metro). Pero como de lo que aqu¨ª se trata es de no complicarse la vida, las consecuencias saltan a la vista: un filme tosco, maniqueo (los buenos van al cielo envueltos en brillantes luces y los malos son literalmente tragados por unas sombras ululantes que proceden del subsuelo y llegan hasta la tierra), previsible hasta la n¨¢usea, mortalmente aburrido.