Un cabo primero, condenado a 12 a?os por la muerte de un soldado durante una guardia

La Audiencia Provincial de Zaragoza ha condenado a 12 a?os y un d¨ªa de prisi¨®n al cabo primero Emilio Mill¨¢n L¨¢zaro por un delito de homicidio en la persona del soldado Fernando Hern¨¢ndez Flores. Los hechos ocurrieron el 21 de abril de 1985 en la ciudadela de Jaca (Huesca), donde el fallecido y el cabo primero hac¨ªan guardia.

Mill¨¢n L¨¢zaro dispar¨® el subfusil ametrallador Zeta 70-B y alcanz¨® al fallecido y al tambi¨¦n soldado Manuel Ruiz Elvira, que result¨® herido de gravedad. Por este ¨²ltimo hecho, el tribunal le condena a seis meses y un d¨ªa de prisi¨®n menor. El cabo primero deber¨¢ indemnizar con seis millones de pesetas a los familiares del soldado muerto y con m¨¢s de dos millones y medio al herido. El tribunal considera al Estado como subsidiario civil en el caso de que el condenado se declare insolvente para abonar las indemnizaciones. Mill¨¢n deber¨¢, asimismo, hacer frente a los gastos hospitalarios generados durante la recuperaci¨®n del soldado que result¨® herido.El ministerio fiscal y los abogados de la acusaci¨®n particular calificaron los hechos, durante la vista del juicio celebrada el pasado 31 de octubre, como asesinato y solicitaron 26 a?os, ocho meses y un d¨ªa de reclusi¨®n mayor por asesinato consumado y 17 a?os, cuatro meses y un d¨ªa por asesinato frustrado. El abogado defensor pidi¨® la libre absoluci¨®n del acusado por entender que se trat¨® de un suceso fortuito o alternativamente tres meses por imprudencia temeraria.

Manuel Ruiz Elvira declar¨® durante el juicio que el d¨ªa en que ocurrieron los hechos los tres hablaron en el puesto de guardia sobre qu¨¦ har¨ªan en el caso de que alguien intentara entrar en el recinto militar sin obedecer las ¨®rdenes de detenerse. Los dos soldados sostuvieron que deber¨ªan disparar al aire o a los pies. El cabo primero, sin embargo, le replic¨® que hab¨ªa que tirar al cuerpo, seg¨²n la versi¨®n de Ruiz Elvira. ?ste, que se encontraba de pie, junto a Hern¨¢ndez Flores, pregunt¨® al cabo primero si sabiendo que quienes ven¨ªan eran ellos a hacer el relevo de la guardia "tendr¨ªas cojones de disparar". Sin mediar palabra, Mill¨¢n se levant¨® del sill¨®n de su despacho, cogi¨® el cargador, lo coloc¨® en el subfusil, carg¨® el arma, apunt¨® y dispar¨®.

Las balas alcanzaron a los soldados en la cabeza. Hern¨¢ndez Flores falleci¨® mientras era conducido a un hospital de Zaragoza.