Una fragata y dos corbetas llegan a Port Said para relevar a la flotilla espa?ola
La corbeta espa?ola Numancia iniciar¨¢ la pr¨®xima madrugada, a la una, la traves¨ªa del canal de Suez, seguida por la corbeta Diana, para proceder al relevo de la flotilla espa?ola en el mar Rojo y el golfo P¨¦rsico. Las tres unidades llegaron ayer al puerto egipcio de Port Said. "El relevo ser¨¢ un mero acto administrativo", seg¨²n el coronel Bra?a, agregado militar en Egipto.
"Los comandantes intercambiar¨¢n impresiones y transmitir¨¢n sus experiencias a los reci¨¦n llegados". Las fragatas se encontrar¨¢n en alg¨²n punto frente a las costas de Yibuti. En cuanto a las corbetas, la Diana tomar¨¢ el testigo de la Cazadora a la altura del puerto de Hurghada. La Infanta Cristina esperar¨¢ a la Descubierta en Port Said. Una vez entregado el mando, la Descubierta y la Cazadora atravesar¨¢n el canal el pr¨®ximo d¨ªa 14, en tanto que la Santa Mar¨ªa lo har¨¢ el d¨ªa 17."Oficiales y suboficiales, lleven sus pasaportes a la c¨¢mara de oficiales". La orden dada a trav¨¦s de la megafon¨ªa de la fragata Numancia anuncia la llegada al puerto egipcio de Port Said. Un sol radiante recibe a la flotilla espa?ola que acude a relevar a la Santa Mar¨ªa, la Descubierta y la Cazadora, en aguas del mar Rojo y del golfo P¨¦rsico. Pasan pocos minutos de mediod¨ªa cuando comienza la maniobra de atraque de la Numancia. Las corbetas Infanta Cristina y Diana fondean un poco m¨¢s lejos. Desde la cubierta, varias decenas de ojos curiosos otean el muelle y se preguntan qu¨¦ les deparar¨¢n las pr¨®ximas 36 horas en tierra.
Preparado con su malet¨ªn de ejecutivo, Mustaf¨¢ Ghandur espera a los marineros en tierra. ?l y su ayudante, Abdelas¨ªs, intentar¨¢n convencerles de la oportunidad que les depara su escala para conocer las maravillas de Egipto. Por 35 d¨®lares, una gira a El Cairo, a unos 250 kil¨®metros de Port Said, con visita del museo, las pir¨¢mides y la ciudadela. Por 10 d¨®lares suplementarios, incluso la comida. Todo en un solo d¨ªa. "Es un programa especialmente concebido para los marineros", explica Ghandur, que menciona el nombre del c¨®nsul de Espa?a en Port Said como para "dar garant¨ªa de seriedad a sus palabras".
"Hemos tenido mucho ¨¦xito entre los marines, los franceses y los espa?oles de la Santa Mar¨ªa, para los que preparamos un tour especial", relata Ghandur, mientras muestra el estupendo folleto que ha preparado para los comandantes de cada uno de los nav¨ªos. Su iniciativa y entusiasmo parecen dispuestos a sustituir con los marineros la ausencia de turistas motivada por la crisis del golfo P¨¦rsico.
Tambi¨¦n en la d¨¢rsena se encuentran el embajador de Espa?a en Egipto y el agregado militar, Eudaldo Miralpeix y coronel Pedro Bra?a, respectivamente. "Si yo fuera un muchacho de los que est¨¢n haciendo la mili, me apuntaba enseguida voluntario ante la expectativa de venir al mar Rojo", asegura Miralpeix, delatando su afici¨®n al mar.
Cuando la maniobra de atraque llega a su fin y el embajador se dispone a subir a bordo para saludar al comandante Jos¨¦ Manuel Marco Franco, los operarios del puerto informan de la, ausencia de una de las partes del puente flotante que va a unir la nave con el muelle, ante el escaso calado de la d¨¢rsena. Miralpeix sonr¨ªe y acepta trasladarse en una barcaza. Al abordar la Numancia, la tripulaci¨®n le recibe con los habituales cinco vivas a Espa?a.
"Est¨¢n cansados"
En la cubierta no cesa la actividad que prepara el barco para la siguiente etapa de la traves¨ªa.
"Est¨¢n cansados", reconoce el comandante cuando esta enviada especial le pregunta por el estado de ¨¢nimo de la tripulaci¨®n tras la primera semana a bordo. "Que los marinos de permiso salgan con ropa de calle, que los que est¨¦n de servicio mantengan el atuendo tropical, que el m¨¦dico analice el agua". Ni un minuto puede detener Marco Franco su atenci¨®n al barco.
El comandante de la Numancia se declara satisfecho del nivel de adiestramiento de sus hombres. "La mayor¨ªa de la tripulaci¨®n es profesional", declara, precisando que ¨¦sa es la situaci¨®n normal del barco, incluso cuando est¨¢ de maniobras. Marco admite que "ahora que no se trata de un ejercicio, sino de actividad real", se pensar¨¢ m¨¢s sus decisiones.
"Hay que ser consciente del material y el equipo humano de que se dispone", afirma, e insiste en la importancia de mantener a la gente contenta.
De aspecto jovial y din¨¢mico, este marino no aparenta sus 58 a?os y ve a algunos de los miembros de esa gran familia que para ¨¦l es el barco como a sus propios hijos. Con ellos va a pasar las pr¨®ximas vacaciones navide?as, que no ser¨¢n las primeras que est¨¦ fuera de casa. "Ser¨¢n d¨ªas tristes", vaticina de antemano, "pero luego s¨®lo se recuerdan los buenos momentos". Los chavales, sobre todo los de reemplazo, tal vez no comparten sus ideas sobre la validez de la experiencia que van a vivir. Es consciente de ello. "A nadie le agrada pagar un impuesto, y yo veo el servicio militar como un impuesto personal a la patria", explica, justificando el rechazo que provoca en los j¨®venes.
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