El socialismo en una nueva sociedad / y 2
En la segunda parte de su art¨ªculo, el autor considera que el PSOE se encuentra "ante el final de una etapa (1982-1990) y el comienzo de un nuevo tiempo". El reto no es tanto el de asentar la democracia, sino el de "construir un Estado m¨¢s participativo" y buscar soluciones para los nuevos problemas que se presentan.
En el orden interno, en su 322 congreso, el partido socialista debe formular el inter¨¦s general de Espa?a para la d¨¦cada de los noventa. Lo hicimos con acierto en 1977 (consolidaci¨®n de las libertades y la democracia), y en 1982 (superaci¨®n solidaria de la crisis econ¨®mica e incorporaci¨®n a Europa), por lo que nuestro proyecto, adem¨¢s de socialista, ha tenido, desde mi punto de vista, un car¨¢cter de proyecto nacional en el sentido de identificar y perseguir objetivos nacionales que son, por esta raz¨®n, comunes a la mayor¨ªa de los espa?oles. Por primera vez en el transcurso de este siglo, nuestro pa¨ªs depende exclusivamente del esfuerzo que seamos capaces de llevar a cabo los espa?oles.En mi opini¨®n, el inter¨¦s general de Espa?a para la d¨¦cada de los noventa reside en lograr que no seamos un pa¨ªs subalterno y marginal de la nueva Europa, sino que alcancemos ser, a pesar de nuestra situaci¨®n geopol¨ªtica, un pa¨ªs central, en virtud de su peso pol¨ªtico y econ¨®mico, quiz¨¢ m¨¢s por el primero que por el segundo, en el nuevo orden europeo que se est¨¢ gestando.
Ahora bien, esta plaza privilegiada para nuestro pa¨ªs, en Europa y en el mundo, est¨¢ por ganar, constituye una apuesta de futuro. La pol¨ªtica exterior de los Gobiernos presididos por Felipe Gonz¨¢lez han supuesto avances sustanciales en esa direcci¨®n. No obstante debemos ser conscientes de que a un pa¨ªs s¨®lo se le reconoce un papel relevante en el concierto de las naciones por su situaci¨®n geoestrat¨¦gica o bien por su solidez interna, su desarrollo econ¨®mico y el prestigio y rigor de su pol¨ªtica exterior.
Aunque vivimos en un mundo en el que nadie nos va a regalar nada, tenemos ante nosotros la posibilidad de construir un pa¨ªs que re¨²na estas caracter¨ªsticas y que desde su solidez interna mantenga un crecimiento econ¨®mico que nos permita acortar distancias con los pa¨ªses europecis m¨¢s avanzados y sea adem¨¢s -oherente en sus planteamienlos de pol¨ªtica exterior. En esto consiste el gran desaf¨ªo espa?ol para la pr¨®xima d¨¦cada.
No se trata de improvisar, sino de continuar en l¨ªnea con lo que se ha venido haciendo, con lo que en buena medida ya hemos logrado: ofrecer la imagen (y la rea?dad) de un pa¨ªs serio y s¨®lido, solvente, que cumple sus compromisos. Un pa¨ªs del que se sabe lo que se puede esperar, y que ni) crea expectativas que no pueda cumplir.
No obstante, creo que estamos ante el final de una etapa (1982-1990) y el comienzo de un nuevo tiempo, entrando en una nueva sociedad en la que los problemas que afrontar, debatir y resolver son diferentes. Se?alo al gunos. Ya no se trata de asentar la democracia, sino de c¨®mo construir un estado m¨¢s participativo. Nuestro problema no es ya lograr "ser europeos", sino sa ber cu¨¢l es el papel de Espa?a en Europa, c¨®mo afrontamos los desafios.del 93.
Mejorar la calidad de vida
No se trata ya de superar una crisis econ¨®mica, sino de mantener niveles de crecimiento similares a los alcanzados, corrigiendo los desequilibrios de nuestra econom¨ªa. La cuesti¨®n no reside hoy en universalizar la sanidad p¨²blica y la educaci¨®n, sino en mejorar su calidad. No tanto en sostener un sistema p¨²blico de pensiones sino en mejorar las prestaciones y calidad de vida de nuestros mayores. No ya en construir el Esta do de las autonom¨ªas, sino en que ¨¦ste tenga un funcionamien to cooperativo y solidario. La acumulaci¨®n de problemas en las grandes ciudades nos obliga a una profunda reflexi¨®n sobre la calidad de vida en las mismas. El precio de las viviendas constitu ye un problema social de primer orden. Hace falta un plan de cho que para lograr su abaratamiento con urgencia. Los riesgos de dualizaci¨®n social no han desa parecido en la sociedad espa?ola, por lo que habr¨¢ que realizar pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva a favor de los viejos y nuevos colectivos marginados en nuestras ciudades. La modernizaci¨®n de nuestras diferentes administraciones es una asignatura pendiente, a pesar de lo ya hecho en estos a?os. Parece inevitable que nos planteemos una reflexi¨®n nocional sobre el funcionamiento de la justicia. Debemos avanzar en la democratizaci¨®n de nuestra econom¨ªa y en la b¨²squeda de f¨®rmulas &partic¨ªpaci¨®n de los trabajador es en la empresa. La solidaridad interterritorial debe ser una preocupaci¨®n permanente de los poderes p¨²blicos. En fin, la reducci¨®n del servicio militar obligatorio y un replanteamiento de su contenido constituyen demandas sociales inevitables. No pretendo agotar el listado de temas de debate, sino, por el contrario, demostrar que son muchos e importantes, y que la mayor parte de ellos se abordan en los textos y enmiendas que ser¨¢n debatidos en el 322 Congreso del PSOE.
Creo que el mundo y las sociedades que vamos a vivir en esta etapa se caracterizar¨¢n por su enorme complejidad. Estos periodos de cambios vertiginosos y profundos requieren -de amplios consensos y de pactos pol¨ªticos y sociales. Soy partidario de que el partido socialista contin¨²e la pol¨ªtica de acuerdos iniciada en esta legislatura a partir del llamado bloque institucional -o como quiera denomin¨¢rsele- sin excluir a otras formaciones pol¨ªticas que pudieran coincidir en la necesidad de convenir los aspectos m¨¢s relevantes de la pol¨ªtica espa?ola. Me parece importante tambi¨¦n mantener a los nacionalismos vasco y catal¨¢n interesados en los problemas de Espa?a en su dimensi¨®n de Estado, y que desde esa atenci¨®n se corresponsabilicen en los mismos. Las ¨¢reas b¨¢sicas sobre las cuales debe dise?arse una pol¨ªtica de consenso nacional creo deben ser las siguientes: laconstruec¨ª¨®n europea en sus aspectos pol¨ªticoinstitucionales, la uni¨®n econ¨®mica y monetaria, la seguridad y la pol¨ªtica exterior de la Comunidad; los desequilibrios de nuestra econom¨ªa, sobre todo el exterior, nuestro d¨¦ficit de compet¨ªtiv¨ªdad e infraestructuras y la puesta a punto del pa¨ªs para afrontar los desaf¨ªos del 93; la modernizaci¨®n general de nuestras administraciones; el funcionamiento en particular de la Administraci¨®n dejusticia; el dise?o definitivo del Estado de las autonom¨ªas y su funcionamiento cooperativo y solidario; la reforma del servicio militar obligatorio en su tiempo de prestaci¨®n y contenido; la pol¨ªtica exterior en general.
Desde mi punto de vista, esta legislatura debe estar presidida por el di¨¢logo y el mayor consenso posible en aquellas cuestiones que pueden tener el car¨¢cter de decisivas para el futuro de Espa?a.
Partido amplio y plural
Somos un partido amplio y plural en su composici¨®n interna. Fundamentalmente heredero de la tradici¨®n socialdem¨®crata en su sentido m¨¢s hist¨®rico, pero tenemos nuestras ra¨ªces en el viejo movimiento obrero que cambi¨® el mundo en este siglo, no por la v¨ªa revolucionaria, sino por la tenacidad en la defensa de sus derechos c¨ªvicos y sociales. Creemos que a estas alturas los asalariados en general, los trabajadores intelectuales y los empresarios m¨¢s l¨²cidos pueden tener un terreno com¨²n de convergencia en el proyecto socialista. Tales or¨ªgenes, componentes y extracci¨®n social son los que conf¨®rman la mayor¨ªa del partido socialista. Nuestra renovaci¨®n ideol¨®gica ha sido profunda en estos a?os y el ba?o de realismo impresionante, para un partido que surg¨ªa de la dictadura bastante imbuido de doctrina marxista.
?stas son nuestras ra¨ªces y nuestra herencia, pero tambi¨¦n ocupamos en alguna medida, y con buenas razones, el espacio tradicional del liberalismo progres¨ªsta en nuestro pa¨ªs, y no podemos olvidar que fue uno de los nuestros el que afirm¨® que el liberalismo consecuente no pod¨ªa conducir sino hacia el socialismo democr¨¢tico. "Soy socialista a fuer de liberal", afirm¨® hace mucho tiempo ya Indalecio Prieto. Y en el mismo sentido podemos recordar la frase de Besteiro: "El alma del socialismo es el alma de la libertad". Podemos entendernos, y nos estamos entendiendo, con quienes reivindican esa tradici¨®n.
Lo mismo que podemos entendernos con quien en un mundo dividido en bloques, y cuando en este pa¨ªs hab¨ªa una dictadura, se definieron pol¨ªticamente como comunistas y hoy, hu¨¦rfanos de modelo, apuestan por una sociedad libre y solidaria, por una sociedad socialista que por supuesto, muerta ya la pesadilla sovi¨¦tica, es por definici¨®n.una sociedad democr¨¢tica, una sociedad en que todas laslibertades, incluyendo la de empresa, no tienen m¨¢s l¨ªmites que la responsabilidad ante los interesese colect¨ªvos.
Pero, eso s¨ª, que no nos pidan que eliminemos ninguna de nuestras herencias, que desequilibremos nuestro proyecto a favor de alguna sensibilidad particular. La fuerza del proyecto socialista en Espa?a es fruto de su capacidad de sumar voluntades. Pedirnos que todas tengan voz es coherente. Pedirnos que escoremos el barco a alguna banda no lo ser¨ªa; para llegar a puerto, aunque ese puerto sea una utop¨ªa, hay que cuidar de? equilibrio de la carga, calcular la estiba y evitar virajes no meditados.
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