No es funci¨®n de un Estado laico evitar las relaciones sexuales, dice Diez Alegr¨ªa
Frente a la llamada realizada por Juan Pablo II a los farmac¨¦uticos cat¨®licos para que ejerzan la objeci¨®n de conciencia en la venta de anticonceptivos y las duras cr¨ªticas de los obispos espa?oles contra la campa?a gubernamental a favor del uso de preservativos, el te¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez Alegr¨ªa afirma que "no es propio de un Estado no confesional tratar de convencer a los adolescentes para que no tengan relaciones sexuales plenas".
Diez Alegr¨ªa opina que "de ninguna manera se puede decir que, sean las que sean las circunstancias, el uso de preservativos o anovulatorios es intr¨ªnsecamente malo". "El uso de preservativos es un mal menor con respecto a los riesgos de embarazo o de sida", agrega el que fuera profesor en la Universidad Gregoriana de Roma. "SI la publicidad gubernamental animara positivamente a la promiscuidad sexual, la campa?a [sobre el uso de condones] ser¨ªa criticable", asegura. El te¨®logo matiza asimismo que algunos pueden encontrar elementos de mal gusto en los esl¨®ganes de la campa?a. "Pero me hago cargo de que las t¨¦cnicas publicitarias tienden a simplificar", asegura.Pero si el tema de la campa?a no preocupa a Diez Alegr¨ªa, hay otro asunto en el que en reiteradas ocasiones ha insistido y que es el del respeto a la libertad de conciencia de los creyentes: "En este tema la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stiea no es consecuente cuando debe llevarlo a la pr¨¢ctica". "En asuntos de moral, que no son doctrina revelada -lo que se llama ley natural-, la autoridad eclesi¨¢stica no tiene poder legislativo, lo que tiene es poder de ensenanza no infalible", dice el te¨®logo.
Por tanto, a su juicio, "lo prevalente es la conciencia, y el ma gisterio eclesial es para ayudar a la conciencia a ese di¨¢logo". "La moral tradicional ha defendido", a?ade, "que cuando la conciencia busca la verdad, aunque sea equivoc¨¢ndose, legitima la acci¨®n del que obra en conciencia".
La concupiscencia
D¨ªez Alegr¨ªa afirma que P¨ªo XII acept¨® el m¨¦todo Ogino si exist¨ªan graves riegos para tener hijos. Hasta el concilio Vaticano II se afirmaba que el fin primero del matrimonio era tener hijos, aunque siempre se acept¨®, parad¨®jicamente, el matrimonio de est¨¦riles. "El fin primero del matrimonio, hasta la llegada del Vaticano II, era tener hijos; el secundario, la mutua ayuda entre los c¨®nyuges y el tercero lo que se denominaba el remedio de la concupiscencia", explica."Con el concilio, la constituci¨®n Gaudium et spes asegura que a la esencia del matrimonio corresponde el amor y la paternidad responsable", por tanto, "el fin del matrimonio es la uni¨®n entre los esposos", dice. "Queda en el aire, no obstante, c¨®mo se lleva a cabo esa paternidad responsable; la propia enc¨ªclica de Pablo VI Humanae vitae [que condena el uso de medios no naturales] mantiene el tema de la paternidad responsable, pero sin medios artificiales", agrega. "Me atrever¨ªa a decir, no obstante, que un porcentaje alto de cat¨®licos piensa que cuando hay razones suficientes y honestas para limitar el n¨²mero de hijos se pueden utilizar medios artificiales de contracepci¨®n", afirma el te¨®logo.
Diversos te¨®logos moralistas han defendido el recurso a los medios anticonceptivo s, a contracorriente de lo que proclama la Iglesia oficial. No obstante, estas opiniones en raras ocasiones son explicitadas p¨²blicamente, por temor a que surjan discrepancias o haya sanciones por parte de la jerarqu¨ªa.
"Nos encontramos en un momento totalitario dentro de la Iglesia en temas de moral, aunque hay personas que sostienen que el uso de anovulatorios no es inmoral", dice. "La presi¨®n sobre los profesores de moral es totalitaria, y resulta que a ese nivel es dificil que la gente pueda decir libremente lo que piensa", concluye D¨ªez Alegr¨ªa.
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