Louis AIthusser, integrista marxista
Le resultar¨ªa dificil a un estudiante actual de Filosof¨ªa o Sociolog¨ªa imaginar la influencia que Louis Althusser lleg¨® a ejercer en el curso de los a?os setenta. El hombre que acaba de desaparecer tras 10 a?os de silencio, y parece que de crisis psicol¨®gicas cada vez m¨¢s largas desde que sucedi¨® el drama que puso fin a su vida p¨²blica, fue, antes y despu¨¦s de 1968, el inspirador de un nuevo integrismo marxista que tuvo efectos pol¨ªticos y filos¨®ficos de tal importancia que puede ser considerado como el canto de cisne del marxismo. En Francia fue un grupo de alumnos de Althusser en la Escuela Normal Superior el que cre¨® el movimiento mao¨ªsta; la influencia de Althusser en toda Europa y Am¨¦rica Latina se opuso a la lenta evoluci¨®n de los partidos comunistas hacia el abandono de la idea de la dictadura del proletariado y hacia la socialdemocracia. En Am¨¦rica Latina las traducciones y comentarios de Marta Harnecker proporcionaron a Althusser una consagraci¨®n que hizo de ¨¦l un equivalente intelectual de lo que supuso Che Guevara en el plano de la acci¨®n pol¨ªtica. En el terreno de la sociolog¨ªa, la obra de Althusser, continuada por la de Nicos Poulantzas (cuya vida tambi¨¦n termin¨® de forma tr¨¢gica), fue la bandera de la gran ola de estructuralismo marxista y de su encarnizada lucha en contra de la idea de actor social y a favor del an¨¢lisis de la sociedad como pura l¨®gica de dominaci¨®n y de contradicciones. En lo que se refiere a la econom¨ªa, la ¨¦poca de Althusser es tambi¨¦n la del triunfo de la idea del capitalismo monopolista de Estado en los medios influenciados por el pensamiento comunista.Poco se puede decir del Althusser hombre. Le conoc¨ª durante los largos a?os en que ejerci¨® la docencia y residi¨® en la Escuela Normal Superior, sobre todo durante el tiempo en que yo daba mi seminario en el mismo centro. A menudo pasaba a charlar con ¨¦l antes de mis clases; ¨ªbamos muchas veces a comer juntos y unos pocos meses antes del drama que puso fin a su vida p¨²blica le invit¨¦ de improviso a que dialog¨¢semos ambos ante mis estudiantes. La impresi¨®n que desprend¨ªa este hombre corpulento y de cabeza demasiado grande era de una gran dulzura, como si se esforzase por compensar con su comportamiento la imagen cortante que daban sus escritos. Pero de lo que hay que hablar es de sus ideas y de su influencia. Lo hago como un soci¨®logo que ha defendido a lo largo de toda su vida unas ideas totalmente opuestas a las de Althusser y Poulantzas, que ha padecido la influencia dominante de su escuela de pensamiento y que, sin embargo, ha reconocido siempre su importancia, hasta el punto de acoger a Poulantzas en mi propio departamento cuando quiso dejar la Universidad de Vincennes, de la que era no obstante el h¨¦roe m¨¢ximo, y expresar sobre su tumba a¨²n abierta mi estima por el hombre y por su obra.
Althusser marc¨® en el terreno de las ciencias sociales el punto extremo, el punto final de una larga historia intelectual, la del rechazo del historicismo que hab¨ªa dominado, bajo formas diversas, los siglos XVIII y XIX; al decir esto me refiero a la idea de que la historia es la realizaci¨®n de la esencia del hombre a la vez que el triunfo de la raz¨®n y el dominio de la naturaleza por el hombre. Esta idea, que naci¨® con la filosof¨ªa ilustrada y fue adoptada despu¨¦s por los hegelianos y en parte por el mismo Marx, recibi¨® el rechazo de los tres pensadores que dominan el pensamiento occidental desde hace m¨¢s de un siglo: Marx, Nietzsche y Freud. Marx, porque opuso el hombre-trabajo a la organizaci¨®n social dominada por el beneficio capitalista y porque ve la historia avanzar no hacia el progreso, sino hacia una crisis general; Nietzsche, porque ve en la modernidad el agotamiento de la vida obstaculizada por la moralizaci¨®n cristiana y las normas sociales; Freud, porque crey¨® en la insuperable oposici¨®n entre el principio del placer que domina al individuo y el principio de realidad que le impone la sociedad. Lo que Althusser quiso hacer es dar una formulaci¨®n general que englobase todas estas rupturas a trav¨¦s de una reinterpretaci¨®n de la obra de Marx. ?l vio en ella el momento, iniciado por La ideolog¨ªa alemana, de rechazo de todas las formas de humanismo, de la entrada en una ciencia social objetiva: la ciencia del an¨¢lisis de las leyes del capitalismo. Lo cual disociaba completamente la subjetividad de la clase obrera de su papel hist¨®rico, lo que a su vez eliminaba al movimiento obrero como tal, dando un papel central al partido, m¨¢s agente que actor de la historia. Llegados a este punto, se puede pensar en Jean Jaeques Rousseau, cuya voluntad general, fundamento de la sociedad, no es de ning¨²n modo una conciencia, y mucho menos la voluntad de la mayor¨ªa, y no es sobre todo un principio de la democracia.
El fundamentalismo marxista de Althusser consiste en criticar al partido comunista, defensor de la clase obrera y del sentido de la historia, cada vez que abandona su papel de partero de la necesidad. La ambig¨¹edad o la doble orientaci¨®n de su pensamiento proviene de que al criticar el humanismo marxista ataca tambi¨¦n el control que el partido, en nombre de este humanismo, ejerce sobre los actores sociales. La f¨®rmula de Stalin de que "el hombre es el capital m¨¢s preciado" era el objeto central de sus ataques. Y no se equivocaba al denunciar todas las invocaciones al hombre nuevo y a la sociedad nueva que hab¨ªan sido lanzadas por los reg¨ªmenes totalitarios, tanto por el
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Louis Althusser, integrista marxista
Viene de la p¨¢gina anteriorestalinista como por el hitleriano. Althusser, formado en el pensamiento cat¨®lico, era un jansenista marxista, pero Podr¨ªa haber sido tambi¨¦n disc¨ªpulo de Ignacio de Loyola. Althusser otorga al partido, concebido como una Iglesia, un papel de combatiente m¨ªtico y se opone a la burocratizaci¨®n de la esperanza revolucionaria, y es en esto en lo que, para hablar de ¨¦l, es preciso seguir su ejemplo y no caer en el humanismo. Poco importan sus sentimientos antiburocr¨¢ticos y su liberalismo personal, pues su pensamiento ejerci¨® toda su influencia en sentido opuesto. Fue apoyado por los comunistas m¨¢s duros, como Roland Leroy; fue inspirador de los mao¨ªstas en el momento en que se desencadenaba la Revoluci¨®n Cultural que destru¨ªa la vida intelectual y causaba millones de v¨ªctimas en China.
El posicionamiento hist¨®rico de su obra es m¨¢s importante que su forma de ejercer como intelectual franc¨¦s anidado en el centro del sistema universitario. Dirigi¨® un movimiento te¨®rico que llev¨® el izquierdismo a la m¨¢s completa ruptura con los actores sociales que estaban en efecto en v¨ªas de desaparici¨®n. Es precisamente el declive del movimiento obrero lo que hizo estallar la correspondencia entre un -actor social y la raz¨®n o el sentido de la historia, que hab¨ªa sido la idea central del marxismo hegeliano. Rechazando la subjetividad, es decir, la definici¨®n del actor y de su voluntad de ser libre y responsable, Althusser defendi¨® la historia contra sus actores, la raz¨®n contra la libertad, la superaci¨®n de las contradicciones contra los derechos del hombre, justificando de esta forma el poder pol¨ªtico absoluto, liberado del l¨ªmite representado por la idea de derecho natural, propio de un partido que se identificaba con la l¨®gica ineluctable de la historia. Aqu¨ª se puede tambi¨¦n pensar en Sartre, revolucionario encerrado en el marxismo, pero tambi¨¦n, para retomar su propia terminolog¨ªa, peque?o burgu¨¦s que, en la segunda mitad de su vida, escogi¨® la l¨®gica de la ruptura hist¨®rica con lo que hab¨ªa constituido el n¨²cleo de su pensamiento en la ¨¦poca de El ser y la nada.
La contradicci¨®n entre la teor¨ªa y la pr¨¢ctica lleg¨® a ser completa, y la muerte tr¨¢gica de Althusser y de Poulantzas no puede desligarse de este gran desgarramiento. El fundamentalismo marxista no pod¨ªa subsistir en una sociedad occidental que se sumerg¨ªa en la abundancia y en las reformas en vez de ir hacia la revoluci¨®n. Los intelectuales izquierdistas dominaron ampliamente la escena intelectual durante todos los a?os setenta, pero su reino era solamente de papel, y su derrumbamiento, que precedi¨® al de los partidos comunistas, nos deja hoy inmersos en un mundo sin ideas ni fuerzas contestatarias. ?Podremos perdonarles el haber creado tal obst¨¢culo y el haber dejado abierto tras de s¨ª tal vac¨ªo?
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