La pesadilla de Mar¨ªa Dolores
El llanto sacude su cuerpo como si fuese una hoja. Mar¨ªa Dolores G¨®mez es la ¨²nica espa?ola que sigue viviendo en el emirato absorbido por Irak, y s¨®lo el pasado domingo se atrevi¨® a realizar el viaje de Kuwait a Bagdad. Por primera vez, desde que el pasado 2 de agosto los soldados iraqu¨ªes Irrumpieron en lo que se. hab¨ªa convertido en su nuevo pa¨ªs, Dolores pudo hablar con sus padres, residentes en Madrid. Toda la entereza que mostr¨® hasta entonces esta mujer que dej¨® Espa?a en 1958 para casarse con un kuwait¨ª qued¨® anegada en l¨¢grimas.Dolores decidi¨® ir a la Embajada de Espa?a en Bagdad ante la situaci¨®n desesperada en que se encuentran ella y su familia. "Tengo tres hijos varones en edades muy d¨ªriciles para sacarlos: 29, 18 y 14 a?os, pero no me voy sin ellos y sin mi marido. Tengo que llev¨¢rmelos a todos. Afortunadamente, la ¨²nica hija que tengo estaba fuera en el momento de la invasi¨®n. Est¨¢ casada con un norteamericano y vive all¨ª".
Lleg¨® a la Embajada acompa?ada por unos amigos. Ven¨ªa a por los pasaportes de todos los suyos para tratar de salir de Kuwait. "Dejamos all¨ª nuestra casa y todo lo que tenemos. Que se lo queden, pero nosotros tenemos que escaparnos. Tengo que sacar a todos los m¨ªos. Tenemos que irnos", repet¨ªa.
Cruzar la frontera
Muchos kuwait¨ªes han logrado cruzar la frontera con Arabia Saud¨ª, pero siempre con las manos vac¨ªas. Su casa y dem¨¢s posesiones pasan de inmediato a manos iraqu¨ªes. En casos como ¨¦ste, de matrimonios con occidentales, fue a las mujeres a las que se impidi¨® el paso hasta que Sadam Husein las autoriz¨® a todas a salir.
"Tengo miedo. La situaci¨®n est¨¢ dif¨ªcil. En Kuwait me pararon una vez creyendo que era una invitada occidental, quer¨ªan llevarme a Bagdad para protegerme. Tuve suerte porque llevaba la partida de matrimonio en el bolso. Ahora no s¨¦ si el camino de vuelta ir¨¢ bien".
Con timidez pregunta si hay l¨ªnea de tel¨¦fono con Espa?a. La Embajada est¨¢ cerrada y ya le han hecho el favor de entregarle los pasaportes. Parece tranquila. No quiere hablar de lo que est¨¢ pasando para no perjudicar a los suyos y entorpecer la posible salida, pero va desgranando poco a poco su historia hasta que le dicen que han logrado conectar con el n¨²mero de sus padres. Entonces se rompe en mil pedazos. Las l¨¢grimas contenidas tanto tiempo corren a borbotones. Sujeta el auricular con fuerza y apenas si articula las palabras. Tras varios minutos, absolutamente deshecha, sus ¨¢migos la meten en el coche y emprende el camino de vuelta al desaparecido emirato.
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