Palestinos con Sadam
Los refugiados en Jordania, frustrados por la permisividad norteamericana hacia Israel
"Estamos con el presidente iraqu¨ª no por lo que ha hecho, sino porque estar con Sadam Husein significa estar contra Estados Unidos" afirma Ibrahim Saif. Este joven de 25 a?os es uno de los m¨¢s de 100.000 palestinos que viven en el campo de refugiados de Baca, a unos 25 kil¨®metros de Amm¨¢n. "Lo que sentimos es una frustraci¨®n y una impotencia tan horribles ante la permisividad de Washington con Israel que nos hemos volcado en Sadam como medio de enfrentarnos a Estados Unidos".
"La situaci¨®n en el campo es desesperada y dura"', dice Saif. "La vida es demasiado dif¨ªcil". Baca fue establecido por la Agencia de Apoyo de Naciones Unidas a los refugiados palestinos (UNRWA) despu¨¦s de la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1967, cuando el Gobierno de Tel Aviv ocup¨® Gaza, Cisjordania, Taba, el Sina¨ª, los altos del Gol¨¢n y Jerusal¨¦n Este. En sus apenas cuatro kil¨®metros cuadrados de extensi¨®n se hacinan m¨¢s de 100.000 personas que siguen so?ando, a pesar de los a?os transcurridos, con volver a su tierra.Tenderetes de ropa, zapatos, verduras, frutas y diversos enseres se extienden a lo largo de las principales calles del campo. Es viernes, los hombres han salido de la plegaria de la una de la tarde y la marabunta de gente se va recogiendo poco a poco en sus casas, hasta dejar una t¨¦trica sensaci¨®n de vac¨ªo en medio de tanta desolaci¨®n.
El club juvenil ha terminado tambi¨¦n su actividad. Los viernes por la ma?ana se re¨²nen unos 60 ni?os, todos ellos hu¨¦rfanos de padre, para hacer deporte y asistir a diversas clases culturales. Jalid Saal¨¢ es uno de ellos. Tiene 11 a?os y una expresi¨®n vivaracha. Su madre enviud¨® cuando estaba embarazada de ¨¦l. Su ¨²nico hermano, un a?o m¨¢s mayor que Jalid, vigila de cerca lo que responde a mis preguntas.
"Palestina es mi tierra. Quiero volver a ella. No s¨¦ c¨®mo, pero tengo que volver", dice Jalid, que nunca estuvo en Palestina porque naci¨® en Baca. Sin embargo, para ¨¦l eso no tiene importancia; lo que cuenta es que es de Harba, una aldea cercana a Ramala, en lo que hoy se considera Israel.
El campo de Baca ha sido un aut¨¦ntico hervidero desde que las tropas estadounidenses entraron en Arabia Saud¨ª. Ahora, superficialmente, parece tranquilo -se acabaron las manifestaciones multitudinarias- pero por dentro la rabia a¨²lla. "Los ¨¢rabes que apoyan el despliegue de tropas norteamericanas en Arabia Saud¨ª son agentes israel¨ªes", se?ala Zaqui Mohamed, propietario de una peque?a tienda de comestibles.
Congesti¨®n
"El mayor problema de Baca es la congesti¨®n. A esta penosa situaci¨®n vienen a unirse ahora las consecuencias del embargo contra Irak, que son claramente notoria s en la econom¨ªa jordana, y la llegada de familias que viv¨ªan en Kuwait", se?ala Saif.
Susan Razi, de 18 a?os y nacida en Kuwait, parece haberse hecho a la idea de que nunca volver¨¢ al emirato. "No ha quedado nada, no se puede vivir all¨ª". En el momento de la invasi¨®n, el pasado 2 de agosto, ella se encontraba ya en Jordania, donde realiza sus estudios universitarios, pero su madre y hermanas estaban en la actualmente denominada 19? provincia iraqu¨ª.
"Al principio nos choc¨® a todos, luego comprendimos que exist¨ªan razones hist¨®ricas para ello y que beneficiaba a la unidad del mundo ¨¢rabe", afirma convencida, aunque tambi¨¦n lo est¨¢ de que los kuwait¨ªes nunca aceptar¨¢n el mandato iraqu¨ª.
Razi se siente bien en Baca: "Viviremos aqu¨ª hasta la liberaci¨®n de Palestina". Ahora la considera m¨¢s cercana porque, como todos los refugiados del campo quieren creer, EE UU tendr¨¢ que aceptar la negociaci¨®n conjunta de todos los problemas de Oriente Pr¨®ximo.
La actitud de Washington en la crisis del Golfo ha desatado la furia de todos los sectores de las sociedad jordana y palestina. El martes pasado el ministro de Interior jordano, Salem Masad¨¦, tuvo que reconocer ante un Parlamento col¨¦rico que era cierto que la Embajada de Estados Unidos en Amm¨¢n hab¨ªa desplazado a un grupo de funcionarios a la frontera con Irak para "vigilar el cumplimiento jordano del embargo contra Irak".
La afirmaci¨®n del ministro de que tras la protesta presentada fueron retirados los funcionarios estadounidenses no sirvi¨® para calmar los ¨¢nimos de una C¨¢mara que acusaba a Estados Unidos de "violar la soberan¨ªa jordana", de "enviar esp¨ªas a la frontera" y que exig¨ªa que se restringiera el movimiento de todo el personal diplom¨¢tico norteamericano destacado en Jordania. "Es nuestro pa¨ªs y podemos vigilar el cumplimiento del embargo por nosotros mismos", afirm¨® el diputado Hosni Shiyad.
"No nos falta de nada pero nos angustia el futuro, la incertidumbre de saber cuando tendremos definitivamente una tierra y un hogar en los que podamos ser felices", afirma Sad¨ªa Sal¨¢, una joven m¨¦dico que no ha encontrado trabajo despu¨¦s de acabar su carrera, hace ya m¨¢s de un a?o.
La ayuda que no llega
Los palest¨ªnos que quieran salir del campo y establecerse en cualquier parte de Jordania pueden hacerlo, pero pocos son los que han salido. "La falta de recursos y la sensaci¨®n de que estando juntos podremos volver antes a Palestina nos retiene en Baca", a?ade Ibrahim Saif, este economista de 25 a?os, que trabaja para el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas y dedica parte de su tiempo a dar clases a los ni?os palestinos que como ¨¦l han perdido a su padre.
"Durante a?os hemos estado esperando algo de Estados Unidos, pero no hemos tenido nada. Esta desesperanza es la que nos ha ligado a Sadam Husem", indica Saif, un joven moderado que realiz¨® sus estudios de posgrado en Londres y que sostiene que, si no por la negociaci¨®n, habr¨¢ que lograr hacerse nuevamente con Palestina por la fuerza.
Tan claro como Saif lo tiene Zaqui Mohamed: "Han cerrado nuestras escuelas y univers¨ªdades, han encarcelado a nuestros muchachos, han disparado impunemente contra nosotros. Ese Estado terrorista nos empuja a cambiar las piedras de la Intifada por cuchillos y nos maldice por ello".
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