Marcha atr¨¢s
EL ENTUERTO se ha deshecho. Hacienda, por fin, ha rectificado en algo. La revisi¨®n de los valores catastrales se ha aplazado un a?o. La forma de llevarla a cabo se modifica. El contribuyente tendr¨¢ mayores garant¨ªas de que la renovaci¨®n del cat¨¢logo inmobiliario del pa¨ªs no se aprovechar¨¢ para aumentar la presi¨®n fiscal por la puerta de atr¨¢s. Se le dar¨¢ informaci¨®n sobre los tipos de los impuestos conexos al catastro, como el impuesto sobre bienes inmuebles.El titular de Econom¨ªa y Hacienda, Carlos Solchaga, ha reconocido sin ambages que el asunto hab¨ªa suscitado un aut¨¦ntico clamor popular y ha admitido contundentemente el error cometido, asumi¨¦ndolo de forma personal y salvando, pol¨ªticamente, en primera instancia, a su secretario de Estado de Hacienda, Jos¨¦ Borrell. Todo esto parece obvio en un sistema democr¨¢tico consolidado y ¨¢gil. Pero en este pa¨ªs, en que los h¨¢bitos democr¨¢ticos suelen quedarse encorsetados en una vida pol¨ªtica oligopolizada, el suceso parece extraordinario. Por ello hay que subrayar el valor a?adido de las excusas p¨²blicas y de la marcha atr¨¢s. Rectificar es de sabios, aunque en este caso, adem¨¢s de sabidur¨ªa, se trata de un movimiento de prudencia, puesto que se avecinaba una rebeli¨®n fiscal popular en toda regla.
Si es de sabios rectificar, tambi¨¦n es de caballeros admitir las rectificaciones. La ciudadan¨ªa ha respirado y ha reaccionado sin aspavientos, al igual que sectores significativos de la clase pol¨ªtica. Con algo menos de generosidad, algunas fuerzas se han limitado a subrayar la conexi¨®n del aplazamiento con la inminencia de las elecciones municipales. Desde luego que este factor ha pesado hondamente en el cambio de rumbo gubernamental, contrariamente a lo que ha opinado Solchaga. Pero desde el punto de vista de los contribuyentes no es ¨¦se el aspecto esencial: lo importante para la ciudadan¨ªa que paga sus impuestos, y quiere seguir cumpliendo seriamente con sus deberes fiscales, es la propia rectificaci¨®n y el anuncio de que las cosas se van a hacer de forma distinta.
El cambio de rumbo operado en la revisi¨®n catastral deber¨ªa hacer reflexionar al Ejecutivo no s¨®lo sobre el problema espec¨ªfico suscitado, sino sobre su propio estilo de gobernar. Pese a la implantaci¨®n en esta legislatura de algunos nuevos modos dialogantes, con demasiada frecuencia surgen problemas derivados de una concepci¨®n tecnocr¨¢tica del poder. Parece como si algunos ensayos de laboratorio fuesen aplicables sin m¨¢s a la realidad social, sin buscar suficientemente el acuerdo, la opini¨®n y la complicidad de la ciudadan¨ªa. Y as¨ª, asuntos situados aparentemente en un segundo plano pueden concitar aut¨¦nticas crisis pol¨ªticas.
El problema se complica por el mantenimiento de una situaci¨®n de crisis y tensiones soterradas en el equipo gubernamental: cuando en el ¨¢rea del poder las preocupaciones son de partido o de familia, se soslayan las grandes cuestiones pol¨ªticas. Y las grandes cuestiones pol¨ªticas suelen ser simplemente cuestiones t¨¦cnicas de gran impacto social, que requieren un tratamiento pol¨ªtico y una especial sensibilidad hacia quien recibe las consecuencias de las medidas arbitradas por el poder.
El episodio del catastro ha puesto sobre el tapete otro elemento preocupante: la poderosa vocaci¨®n pasional de algunos demagogos. Todos los que ahora han demostrado justamente capacidad de protesta y de denuncia deber¨ªan demostrarla tambi¨¦n en el asunto capital de la Hacienda espa?ola, la eliminaci¨®n del fraude fiscal, so pena de concitar sobre s¨ª la sospecha de actuar con las cartas marcadas. Pero esta pol¨¦mica tambi¨¦n ha mostrado de nuevo el jacobinismo de algunas decisiones en materia de impuestos que se estrellan cotidianamente contra la realidad social espa?ola, por no tenerla en cuenta. Lo que exige responsabilidades pol¨ªticas a los que las intentan aplicar contra todo sentido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- IV Legislatura Espa?a
- Presupuestos municipales
- Opini¨®n
- Impuestos municipales
- Pol¨ªtica vivienda
- Gobierno de Espa?a
- Presidencia Gobierno
- Finanzas municipales
- PSOE
- Hacienda p¨²blica
- Legislaturas pol¨ªticas
- Ministerios
- Ayuntamientos
- Partidos pol¨ªticos
- Tributos
- Vivienda
- Gobierno municipal
- Finanzas p¨²blicas
- Gobierno
- Administraci¨®n local
- Pol¨ªtica municipal
- Urbanismo
- Administraci¨®n Estado
- Pol¨ªtica
- Ministerio de Econom¨ªa, Comercio y Empresa