'Vive la diff¨¦rence'
Quebec sigue siendo punto y aparte en la cultura canadiense
Quebec es el hecho diferencial por antonomasia en Canad¨¢. Despu¨¦s de aquel legendario grito de De Gaulle en 1967 -"Vive le Qu¨¦bec libre!"- y del florecimiento de una conciencia pol¨ªtica nacionalista, en 1980 se rechaz¨® en refer¨¦ndum la opci¨®n independendista. Pero las reivindicaciones de la identidad quebequesa subsisten, y el mundo de la cultura es el gran term¨®metro.Una canci¨®n de Gilles Vignault dice: "Mi pa¨ªs no es un pa¨ªs, es el invierno". Resulta un punto de vista incuestionable largu¨ªsimos meses del a?o, pero lo m¨¢s incuestionable reside en que lo dice en franc¨¦s. De los cinco millones de habitantes de Quebec, 4.200.000 son franc¨®fonos; repartidos por otras provincias canadienses hay casi otro mill¨®n (la Universidad de Ottawa, por ejemplo, exige acad¨¦micamente el biling¨¹ismo).
El 0,7% del presupuesto del Gobierno de Quebec va a la cultura; a ese porcentaje hay que a?adir los fondos aportados por la Administraci¨®n federal y por otros organismos. En general, creadores y profesionales ejercen en Quebec una atenta vigilancia sobre la preservaci¨®n de una identidad en la que cultura y pol¨ªtica son inseparables.
Canci¨®n
"La canci¨®n fue un veh¨ªculo de primer orden en los a?os sesenta para la difusi¨®n de la conciencia quebequesa", dice Gactan Moreney, director general de la Asociaci¨®n de la Industria del Disco, Espect¨¢culo y V¨ªdeo. "Ahora los gustos han cambiado, se han universalizado, tocan temas m¨¢s amplios que el nacionalismo. Pese a la invasi¨®n americana, mientras en el resto de Canad¨¢ la m¨²sica canadiense s¨®lo alcanza un 15% del mercado, en Quebec llega al 35%. Pero en el pr¨®ximo MIDEM de Cannes queremos poner las bases de colaboraci¨®n mundial de asociaciones como la nuestra, que se ven amenazadas por los gigantes de la industria de Estados Unidos".
Una de las asociaciones de escritores de Quebec, la Union des Ecrivains, mantiene la bandera independentista. "Somos m¨¢s independentistas que la sociedad", admite Mich¨¨lle Lalonde, autora de Speak white. "Somos 150 miembros, de los cuales el 85% nos hemos pronunciado por la independencia. La Union es apol¨ªtica, pero no sus miembros".
El sector editorial de Quebec afronta problemas m¨¢s acuciantes que el de la independencia. El Salon du Livre de Montr¨¦al, celebrado este mes, estaba plagado de pancartas contra el impuesto que a partir de enero gravar¨¢ los libros en un 15%. Editoriales francesas como Gallimard exhib¨ªan sus pabellones en inmejorable posici¨®n, pese a opiniones tan extendidas como la de Gaetan L¨¦vesque, presidente de la Soci¨¦t¨¦ de D¨¦veloppement des P¨¦riodiques Culturels e impulsor de la revista Lettres qu¨¦b¨¦coises, que con Viceversa o Nuit Blanche son el equivalente de las angl¨®fonas The Idler o Brick: "El problema grave es la exportaci¨®n. Hay una feroz competencia de Francia, que controla el ?frica francohablante, pero tambi¨¦n B¨¦lgica o Suiza". Las revistas de los temas m¨¢s impensables proliferan en Canad¨¢, y siempre necesitan subvenci¨®n: la Canadian Magazine Publishers Association de Toronto agrupa 350 revistas, 20 de ellas en franc¨¦s, y dice controlar el 40% del mercado en el Canad¨¢ angl¨®fono (el 60% pertenece, obviamente, a los americanos), en. tanto en el sector del libro s¨®lo un 25% est¨¢ en manos canadienses; en Quebee hay 47 revistas para 70.000 lectores, pero hay libros claramente best sellers como Le matou (El gatuperio), de Yves Beauchemin, que ha vendido un mill¨®n de ejemplares, y cuya siguiente novela, Juliette Pomereau, con 235.000, s¨®lo se ve superada por el follet¨ªn adaptado a la televisi¨®n Lesfilles de Caleb, de Arlette Cousture, con 300.000. "Cada ballet, cada libro, cada pel¨ªcula, cada pieza de teatro, cada canci¨®n es una victoria sobre la desaparici¨®n del franc¨¦s", dice Mieliel Tremblay, el m¨¢s famoso dramaturgo quebequ¨¦s, autor de La maison suspendue.
El cine de Quebee sigue pasando internacionalmente por eleine car¨ªadiense. En un principio fue de autor, prestigiado en Europa, y recientemente El declive del imperio americano y Jes¨²s de Montreal, de Denys Arcand, han obtenido exitazos dentro y fuera del pa¨ªs. La Societ¨¦ G¨¦n¨¦rale des Industries Culturelles, una especie de "banco con fines art¨ªsticos", ayuda a financiar los proyectos cinematogr¨¢ficos y, televisivos, concede becas a los nuevos creadores y trata de primar a la exhibici¨®n. "Montreal es la mejor ciudad en Norteam¨¦rica para ver cine de calidad", dice una de sus responsables, "pero a¨²n as¨ª el 75% de las pel¨ªculas es estadounidense. El cine quebequ¨¦s alcanza el estimable porcentaje del 10%".
Exportaci¨®n
La exportaci¨®n a Francia es dif¨ªcil, pese a que Par¨ªs sigue siendo el m¨¢ximo coproductor. La amenaza de EE UU es patente: si los cineastas del Canad¨¢ angl¨®fono lo tienen dif¨ªcil al competir con el gran vecino, tambi¨¦n en Quebec no pocos productores optan por producir en ingl¨¦s, pese a que no se ve claro que ello haya proporcionado un triunfo comercial significativo en el impermeable mercado estadounidense.
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