La 'fortaleza' Europa...
EL FRACASO con que se ha saldado hasta ahora el programa de cuatro largos a?os de negociaciones comerciales auspiciado por el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), y conocido como Ronda Uruguay, es, en gran medida, atribuible a la intransigencia mostrada por los representantes de la CE en la defensa de una pol¨ªtica agr¨ªcola cuyos beneficios sociales son tan escasos como minoritarios sus receptores.El empe?o comunitario en no reducir los subsidios (internos, a la exportaci¨®n y barreras a la importaci¨®n) a los productos agr¨ªcolas en m¨¢s de un 30% sobre 10 a?os (posteriormente ampliados a cinco), no s¨®lo ha renovado la autoridad de EE UU en el sistema de relaciones comerciales a costa de la CE, sino que ha hipotecado los avances liberalizadores en otros cap¨ªtulos de la ronda de negociaciones, de los que los pa¨ªses comunitarios podr¨ªan ser claros beneficiarios.
Desde la creaci¨®n de la CE, 10 a?os despu¨¦s de que el GATT iniciara su andadura, su posici¨®n en el sistema de comercio mundial ha estado caracterizada por la ambivalencia de algunos de sus miembros acerca de la apertura del comercio y la importancia del sistema de relaciones comerciales basado en el GATT. La mediatizaci¨®n ejercida por la existencia de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, que aislaba a ¨¦sta de los principios de libre comercio, contribuy¨® a la exclusi¨®n de la agricultura de las disciplinas del GATT. Fue con ocasi¨®n de la apertura de la Ronda Uruguay, octava en la historia del GATT y primera de las celebradas en un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo, cuando los productos agr¨ªcolas fueron objeto de tratamiento en tales negociaciones, junto a cap¨ªtulos, igualmente nuevos, comprensivos de los servicios, inversiones extranjeras y propiedad industrial.
Los escasos avances durante los ¨²ltimos cuatro a?os no han sido sino el resultado de las pol¨ªticas proteccionistas de EE UU, Jap¨®n y la CE hacia el sector agr¨ªcola, convertido as¨ª no s¨®lo en el gran obst¨¢culo a la liberalizaci¨®n del comercio mundial en el resto de las ¨¢reas, sino en el beneficiario de una permanente transferencia de ingresos desde los contribuyentes y consumidores. La ineficiencia y menor productividad de este sector en la CE, que apenas cuenta con un 8% del conjunto del empleo y el 3% de la producci¨®n de bienes y servicios de la regi¨®n, dif¨ªcilmente puede seguir ampar¨¢ndose en los esquemas de clientelismo electoral vigentes hasta ahora, sacrificando el bienestar general.
La actitud de la CE en esta ronda de negociaciones ha contribuido tambi¨¦n a redoblar las amenazas proteccionistas larvadas en otros pa¨ªses industrializados, de los que Estados Unidos y Jap¨®n constituyen el m¨¢s claro exponente. Los beneficios derivados de la expansi¨®n del comercio mundial, a la que de forma efectiva, aunque imperfecta, ha contribuido el GATT, han sido hasta la fecha expl¨ªcitos para las econom¨ªas desarrolladas, capaces de imponer los principios liberalizadores al comercio de manufacturas. Su extensi¨®n a los productos agr¨ªcolas, al resto de materias primas y a los productos textiles es una precondici¨®n no s¨®lo de la equidad de ese sistema -del que actualmente forman parte 107 pa¨ªses-, sino de su mera supervivencia.
En la fase de menor crecimiento econ¨®mico en que la mayor¨ªa de las econom¨ªas ha entrado, cualquier amenaza de reducci¨®n en el volumen del comercio mundial -y la situaci¨®n creada puede generar ese riesgo- exige la asunci¨®n al m¨¢ximo nivel en los pa¨ªses originarios del conflicto, y en especial en Alemania y Francia, de los compromisos necesarios para que el t¨¦rmino, hoy aplazado, de esa ronda de negociaciones no constituya el origen de un nuevo proteccionismo.
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