Atr¨¢s qued¨® el novilunio
Han quedado atr¨¢s las fat¨ªdicas fechas del novilunio sin que se haya producido el ataque americano a Irak anunciado por los cabalistas internacionales. Olvidaron ¨¦stos: primero, que Naciones Unidas no hab¨ªa autorizado a¨²n el uso de la fuerza, y segundo, que las direcciones de tiro modernas nada tienen que ver con la telemetr¨ªa ¨®ptica y, por tanto, con la visibilidad. La resoluci¨®n del Consejo de Seguridad del jueves 29 de noviembre autorizando a los Estados miembros a utilizar todos los medios necesarios para poner en pr¨¢ctica las resoluciones 660 y siguientes, y restablecer la paz internacional y la seguridad en la zona, cambia el escenario y obliga a una reconsideraci¨®n global alejada de la bola de cristal.Al cabo de tres meses de incertidumbre, el mando americano ha decidido pasar de la Operaci¨®n Defensiva Escudo a la Operaci¨®n Espada, encaminada a reconquistar Kuwait. La ambig¨¹edad americana, reflejo de las naturales dudas del presidente Bush, se va despejando pese a la persistencia de determinantes contradictorios. Para entender, en primer lugar, la situaci¨®n militar y su evoluci¨®n, es preciso recordar un dato recogido en todos los manuales de estrategia y t¨¢ctica, cual es la proporci¨®n num¨¦rica que ha de presidir los efectivos humanos del defensor de una fortaleza, y del atacante. Esta relaci¨®n se sit¨²a en tres a uno, es decir, que el atacante ha de triplicar los efectivos del defensor. Seg¨²n esto, la Operaci¨®n Escudo estaba bien planteada, pues opon¨ªa unos 200.000 soldados americanos, m¨¢s sus aliados, a unos 450.000 iraqu¨ªes.
Aumentan efectivos
Para pasar de la situaci¨®n defensiva a la ofensiva, los americanos necesitaban aumentar su Ej¨¦rcito. Se ha hablado en Washington de alcanzar el mill¨®n de soldados. Por ahora, el presidente Bush ha decidido duplicar recientemente los efectivos, sin que ello suponga renunciar a sucesivos despliegues si las circunstancias as¨ª lo acaonsejaran. Pero Irak ha aumentado sus divisiones en un envite inmediato. No es f¨¢cil en estas circunstancias .pronunciarse sobre la relaci¨®n final y definitiva de los efectivos de uno y otro bando, antes de un eventual comienzo de las hostilidades. En todo caso, el nuevo contingente americano tardar¨¢ unos dos meses en instalarse y habituarse a su destino -el desierto-, por lo cual las operaciones no podr¨ªan comenzar -con o sin la participaci¨®n aliadahasta enero o febrero del pr¨®ximo a?o, lo que coincide con la fecha del 15 de enero dada a Irak por el Consejo de Seguridad como ¨²ltima oportunidad, y con el plazo disponible -que los americanos llaman window o ventana- hasta que en marzo comience el Ramad¨¢n. Un ataque despu¨¦s carece de credibilidad, infieles contra hermanos musulmanes por equivocados que est¨¦n, cuando est¨¦n llegando a La Meca miles de peregrinos de todo el islam. Y despu¨¦s de marzo recomenzar¨¢n las tormentas de arena y aumentar¨¢ gradualmente el calor, por lo que las operaciones habr¨ªan de aplazarse un a?o, hip¨®tesis grata a quienes desean esperar con paciencia a que el embargo tenga car¨¢cter decisivo para doblegar la obstinaci¨®n iraqu¨ª.
En estos calendarios no se descarta el env¨ªo de nuevos refuerzos americanos dada la amarga experiencia producida en Estados Unidos por el fracaso de Vietnam, imputable en buena medida a las dimensiones insuficientes del cuerpo expedicionario inicial. Tan penoso recuerdo est¨¢ sensibilizando a los legisladores, a los medios de informaci¨®n y a la opini¨®n p¨²blica, traduci¨¦ndose en un descenso de popularidad del presidente Bush, ante un pa¨ªs reticente a una nueva aventura b¨¦lica.
Aspectos pol¨ªticos
Pasando a los aspectos pol¨ªticos, cabe que aunque los refuerzos no lleguen a dimensionar ortodoxamente al Ej¨¦rcito supuestamente atacante, puedan cumplir su objetivo sin necesidad de disparar un tiro, si llegan a convencer al presidente Sadam de la realidad inminente del ataque, en la que hasta la fecha no ha cre¨ªdo, conocedor como es de las reglas de la guerra.
Sabe que tras una eventual y masiva preparaci¨®n artillera y aeronaval que arrasar¨ªa los centros neur¨¢lgicos de Irak, el presunto atacante no tiene m¨¢s remedio que ocupar un territorio -Kuwait-, lo cual s¨®lo puede hacerlo la infanter¨ªa -acorazada en este caso-, operaci¨®n irrealizable desde la inferioridad num¨¦rica, pese al contrapeso de la superioridad tecnol¨®gica, por su excesivo riesgo.
Tambi¨¦n se ha permitido ignorar un embargo que si bien ha comenzado a causar efectos, no lo ha hecho de forma decisiva, y lo propio se puede decir de Naciones Unidas, hasta que la ¨²ltima resoluci¨®n le haga caer de su error.
Hoy el presidente Sadam, su Gobierno y su pa¨ªs, saben que d¨¦ no retirarse de Kuwait a tiempo cosechar¨¢n una aplastante derrota militar, que ser¨ªa el suicidio colectivo.
Ambas partes est¨¢n a¨²n a tiempo de comenzar unas negociaciones para alcanzar la paz, hasta hoy inexistentes, que alejen la cat¨¢strofe de la guerra y sus imprevisibles pero tremendas consecuencias. Cu¨¢l pueda ser el foro en el que se desarrollen es casi lo de menos.
Lo esencial es que ambas partes se convenzan de la necesidad de bajar el list¨®n de sus pretensiones mutuas, pues toda negociaci¨®n consiste en definitiva en una transacci¨®n mutua, aunque en este caso opere una condici¨®n sine qua non cual es el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas.
La gran diplomacia tiene la palabra, dada su misi¨®n de "hacer compatible lo incompatible", como dec¨ªa, creo, Talleyrand.
Pero aunque el presidente iraqu¨ª se retirase de Kuwait en virtud de un alambicado acuerdo internacional, y ojal¨¢ as¨ª sea, el problema subyacente se replantear¨ªa al d¨ªa siguiente, dada su capacidad militar, todo lo intacta que puede estarlo tras un embargo internacional que le impide disponer no s¨®lo de municiones, sino de piezas de recambio para un heterog¨¦neo arsenal. He ah¨ª la pesadilla de los americanos.
?C¨®mo conciliar la paz hoy con la posibilidad de que ma?ana Irak repita la aventura, con acceso entonces quiz¨¢s al arma nuclear?
La desaparici¨®n f¨ªsica del presidente Sadam ser¨ªa acaso una soluci¨®n insuficiente y aleatoria, por la inc¨®gnita de la sucesi¨®n y la permanencia de los problemas geopol¨ªticos subyacentes. Tampoco tendr¨ªa mucho sentido tratar de prolongar sine die el embargo, ni la presencia de tropas americanas en la zona.
La soluci¨®n, cada d¨ªa m¨¢s urgente, tiene que pasar por la plasmaci¨®n de la seguridad colectiva en Oriente Medio, para intentar resolver todos los contenciosos all¨ª arrastrados desde el final de la I Guerra Mundial, e implantar simult¨¢neamente un proceso de desarme paralelo y semejante mutatis mutandis al que est¨¢ pacificando Occidente a trav¨¦s de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE), con notable ¨¦xito.
Tal proceso de desarme no admitir¨ªa excepci¨®n alguna y tendr¨ªa que afectar desde Irak hasta Israel, aunque ello a?adiera m¨¢s dificultades a la negociaci¨®n.
El que la propuesta de una conferencia semejante a esta fuese la respuesta dada por el presidente Sadam a la presi¨®n internacional a ra¨ªz de su invasi¨®n de Kuwait, no merma su viabilidad y puede ser una de las bazas de la transacci¨®n por parte de Occidente.
La guerra es evitable
Pero ¨¦sta es otra historia cuya conclusi¨®n no puede ser sino ¨¦sta: la guerra en el golfo P¨¦rsico no es inevitable todav¨ªa.
Ninguna guerra lo es ni lo ha sido nunca, de haber habido instrumentos de arbitraje internacional.
"La guerre de Troie n'aura pas lieu" le hace decir Jean Giroudoux al general troyano H¨¦ctor, que como soldado honesto aborrece los horrores de la guerra, y sabe que se pueden eliminar dominando las pasiones irracionales que las generan.
Digamos nosotros tambi¨¦n: "La guerre du golfe Persique n'aura pas lieu", a semejanza de H¨¦ctor, aunque sea tambi¨¦n ahora wishfu thinking que suelen ignorar los Pr¨ªamos y Ulises de turno.
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