Muere D¨¹rrenmatt, escritor del pesimismo
El dramaturgo suizo, que en sus obras satiriz¨® el poder iba a cumplir 70 a?os
La ¨²ltima obra que se vio de D¨¹rrenmat en Espa?a fue Frank V, en el Centro Dram¨¢tico Nacional (Teatro Mar¨ªa Guerrero), dirigida por Mario Gas (febrero de 1989). Adem¨¢s de la repetida versi¨®n cinematogr¨¢fica en la televisi¨®n de La visita de la vieja dama -La visita es su escueto titulo original, de 1959-, un cl¨¢sico del cine, con Ingrid Bergman. Su moralismo de hijo de pastor calvinista suizo (Konolfingen, 5 de enero de 1921), su r¨ªgida educaci¨®n alemana (en las Universidades de Berna y Zurich: no termin¨® filosof¨ªa ni literatura), y la sombra marxista de Bertolt Brecht (hasta para repudiarle), se sumaron a la historia de Europa que pas¨® sobre ¨¦l: la II Guerra Mundial, las esperanzas despiertas y luego apagadas -en ¨¦l- por los sobresaltos del comunismo, le hicieron un escritor complejo: un moralista c¨ªnico, un contemplador cr¨ªtico.El mayor pesimista europeo de nuestro tiempo, se lleg¨® a decir (vendr¨ªan luego otros); y ¨¦l explicaba que "todos somos demasiado culpables colectivamente, demasiado colectivamente encerrados en los pecados de nuestros padres y nuestros antepasados". Es decir, una especie de noci¨®n del destino del que no se puede escapar individualmente, porque "todo se desarrolla sin intervenci¨®n individual". Pero esto no quiere decir que no haya una responsabilidad ni una obligaci¨®n: la de pertenecer a una colectividad que s¨ª debe hacer un esfuerzo total. Su manera de incorporarse a esa lucha colectiva era el teatro, que comenz¨® a escribir en la posguerra. M¨¢s recientemente le desalent¨® algo, y prefiri¨® el ensayo, la prosa, los recuerdos, la memoria, la novela.
De los primeros escritos surgi¨® una obra, Est¨¢ escrito, estrenada en Zurich en 1947, y tuvo la suerte de producir un gran esc¨¢ndalo. Lo que deposit¨® en ella era una bomba contra la satisfacci¨®n pacata de la posguerra, contra la creencia en los grandes documentos humanistas de las Naciones Unidas como soluci¨®n mundial; concretamente, por su ¨¢mbito, por la burguesa satisfacci¨®n Suiza que, en su neutralidad, hab¨ªa sido espectadora de la tragedia, se hab¨ªa enriquecido con ella y luego se ufanaba. de su propio papel.
Dos a?os despu¨¦s lleg¨® R¨®mulo el Grande.- los cr¨ªticos encontraron en ¨¦l una especie de mezcla entre el juego de la primera gran vanguardia teatral, la de Jarry ( Ubu Rey) con el otro transformador de la materia esc¨¦nica que fue el Pirandello de Enrique IV. Pero ya se le inclu¨ªa directamente en la herencia del "grotesco alem¨¢n", en una de las tradiciones de su lengua.
El matrimonio del Se?or Mississippi, de 1952; La visita, de 1959 o Los fisicos, de 1962, fueron marcando los pasos hacia la visi¨®n tr¨¢gica de la historia; hacia la sensaci¨®n de que no hay nada que esperar. Pero por entonces ya se volcaban en los escenarios europeos los grandes maestros del absurdo, de la desesperanza, de la muerte: Beckett, lonesco, los existencialistas, los desgarrados. D¨¹rrenmatt comenz¨® ya, a aparecer como un gran urdidor de tramas casu¨ªsticas, pero finalmente no tan pesimista como los dem¨¢s: con la ingenuidad, del primer descubridor... Los hab¨ªa peores.
Sabios at¨®micos
En la idea de Los f¨ªsicos, la mezcla entre locos y supuestamente sanos, entre sabios at¨®micos posiblemente locos, consegu¨ªa magistralmente borrar las fronteras entre lo real y lo fingido. En Frank V la fuerza negativa era la de la gran banca, confundida con una banda de g¨¢nsteres. Pero cuando se difundi¨® por el mundo, y no digamos nada cuando lleg¨® a Espa?a, casi ahora mismo, ya ese tipo de farsa grotesca y esa acusaci¨®n estaban superadas: no por la negaci¨®n, sino por la asunci¨®n de la sociedad de que el mundo, o la sociedad en que vivimos, est¨¢n hechas realmente de ese tejido de la lucha por el dinero, como forma b¨¢sica de la natural lucha por la vida.
La denuncia resultaba demasiado obvia o f¨¢cilmente esquem¨¢tica. La moraleja iba mas all¨¢: Frank V es un personaje de jefe de banda que mezcla f¨¢cilmente el dinero y el crimen, pero que mantiene una cierta conciencia de s¨ª mismo: su dinero le sirve para alejar a sus hijos de ese ambiente. No es posible: son precisamente sus hijos los que le destronan, los que le matan a ¨¦l y a la madre para que la banca fundada por ellos sobre el asesinato pueda continuar. No hay salvaci¨®n individual... En La visita de la vieja dama la vengadora que coloca a su pueblo en la necesidad de envilecerse y asesinarse unos a otros para conseguir su salvaci¨®n econ¨®mica y ser ricos para el resto de sus vidas equipara tambien el dinero al crimen: el pueblo es la sociedad entera, condenada as¨ª por D¨¹rrenmatt.
El autor ten¨ªa la capacidad, reservada s¨®lo a algunos grandes de este mundo, de colocar claramente los dilemas morales de su tiempo en el escenario, con brillantez pero sin concesiones: la teatralidad no era en ¨¦l un truco de oficio, sino algo que flu¨ªa espont¨¢neamente. Pero tambi¨¦n aprendida en una tradici¨®n, desde la tragedia griega hasta Jarry o Pirandello; y Shakesperare, y Strindberg, de los que hizo versiones y par¨¢frasis elevadas. Es decir: no renunci¨® nunca a esa -condici¨®n del teatro que es la de apasionar y gustar. Ha dejado tambi¨¦n su propia herencia en la gran literatura en lengua alemana que se produce hoy mismo, y no ser¨ªa f¨¢cil imaginar ni la austeridad de Bernhard ni la facundia de G¨¹nther Grass sin los descubrimientos, al menos de lenguaje, de D¨¹rrenmatt.
Babelia
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