Las ruinas del templo
AL CONCLUIR el a?o de los grandes cambios ocasionados por la perestroika, con la desaparici¨®n del muro de Berl¨ªn, la liquidaci¨®n f¨ªsica del dictador Nicolae Ceausescu y la pr¨¢ctica desaparici¨®n del comunismo de Europa, los comunistas franceses parecen empecinados en mantenerse all¨ª donde estaban, esperando abandonar la, casa cuando se oiga la frase c¨¦lebre: "El ¨²ltimo, que apague la luz". S¨®lo en Asia y en la isla aislada de Cuba quedan reg¨ªmenes comunistas en el sentido propio de la palabra. En Europa, aunque comunistas o asimilados ocupan todav¨ªa el poder en lugares como Albania, Serbia o la misma Uni¨®n Sovi¨¦tica, nadie hace alarde ya de sus principios inmutables.El ¨²ltimo diplodocus europeo es franc¨¦s, se llama Marchais y reside, como el grueso de su partido, en los suburbios de Par¨ªs, donde convive con los neofascistas del Frente Nacional y les cede constantemente votos en las elecciones.
El congreso del Partido Comunista Franc¨¦s (PCF), n¨²mero 27 de la historia, que se clausur¨® el s¨¢bado en Saint-Ouen, al norte de Par¨ªs, coincide con el 700 aniversario del congreso de Tours, de la secci¨®n francesa de la Internacional Obrera, de donde sali¨® precisamente el Partido Comunista. Las transformaciones que ha sufrido el comunismo y la propia evoluci¨®n del socialismo han llevado a formular el deseo, hoy superado por los propios hechos, de llegar a resta?ar la herida que supuso la ruptura de la II Internacional, cuando los reformistas de entonces, identificados luego con la socialdemocracia, se negaron a apoyar las tesis violentas e insurreccionales de los revolucionarios de entonces, convertidos en comunistas. El PCF, en cambio, ha utilizado el aniversario de Tours para reafirmar una vez m¨¢s el camino de ruptura y de separaci¨®n entre las dos grandes familias de la izquierda. "Nuestro partido naci¨® de la socialdemocracia y se emancip¨® para siempre", dijo Marchais en su monumental discurso de apertura. Y a?adi¨®: "Seguir siendo el Partido Comunista es la opci¨®n expresada en la comisi¨®n preparatoria por la casi totalidad de los adherentes".
Los ¨²ltimos resultados electorales y los constantes sondeos de las ¨²ltimas semanas demuestran que el PCF se halla ya muy por debajo del partido de Jean Marie Le Pen, que se ha quedado con el grueso de los votos populares de descontentos y amargados con el sistema parlamentario. Los comunistas franceses se hallan abocados ahora a comportarse como un grup¨²sculo izquierdista, aislados internacionalmente y en la frontera de la desaparici¨®n electoral, y a recoger a la vez las escasas energ¨ªas de la marginalidad pol¨ªtica y sindical. Como ha dicho un comentarista franc¨¦s, son "los guardianes de un templo en ruinas". La escasa entidad intelectual de sus dirigentes, sangrados una y otra vez por las purgas y disidencias, no permite abrigar muchas esperanzas de debate intelectual y de renovaci¨®n en su pensamiento. Tampoco lo permite la influencia de los anta?o amigos ¨ªntimos y poderosos del PCUS, rechazados ahora por excesivamente reformistas a pesar de que, en una primera fase, Marchais y los suyos apoyaron la perestroika, creyendo que era un camino de adaptaci¨®n a las circunstancias, m¨¢s que una renovaci¨®n y una profunda democratizaci¨®n.
En este congreso el PCF no ha variado ni una coma de su lenguaje estereotipado y panfletario, ni un detalle de su pesado ceremonial y de sus ritos. Ha cambiado la tribuna de invitados, donde ahora se han sentado pocos representantes de partidos amigos y los pocos que lo hacen suelen ser dirigentes de tercera fila. Ha cambiado tambi¨¦n, fruto de la anemia no confesada, el trato proporcionado a los disidentes. Esta vez no han sido liquidados y expulsados al infierno exterior del partido, como ha sucedido con sucesivas oleadas en los ¨²ltimos a?os, mientras en las vecinas Espa?a e Italia partidos similares entraban en la v¨ªa de la renovaci¨®n y de la transformaci¨®n, a veces conflictiva, pero no por ello menos eficaz. Los llamados refundadores (que quisieran refundar el PCF a partir de renovados argumentos e ideas), encabezados por el ex ministro y ex n¨²mero dos del PCF Charles Fiterman, siguen en el Comit¨¦ Central y en el Bur¨® Pol¨ªtico, en posici¨®n minoritaria y marginal, que en nada se corresponde con la fuerza y la influencia con que cuentan en la sociedad francesa, con numerosos alcaldes de grandes ciudades y fracciones importantes de organizaciones territoriales. Ser¨¢n, as¨ª, los testigos del ¨²ltimo episodio de la tragedia, convertida, en el mejor de los casos, en vodevil, que culminar¨¢ cuando el guardi¨¢n de las ruinas del templo apague la luz y se vaya.
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