La Pol¨ªtica Agraria Com¨²n y el GATT
Parece claro que hoy d¨ªa las guerras, todas las guerras, se libran ante todo en los medios de comunicaci¨®n. As¨ª, Estados Unidos trat¨® de ganar por goleada a la Comunidad Europea en el reciente encuentro negociador del GATT, manejando h¨¢bilmente la Informaci¨®n.En esta guerra comercial, la agricultura est¨¢ siendo utilizada como arma arrojadiza contra el proteccionismo de la CE, principal mercado mundial de productos agrarios, por parte del primer pa¨ªs exportador de los mismos, y con el apoyo inicial de un gran n¨²mero de pa¨ªses subdesarrollados y en v¨ªas de desarrollo.
La t¨¢ctica norteamericana, justo es reconocerlo, ha dado sus frutos, si los medimos en t¨¦rminos de las noticias mayoritariamente difundidas. Los objetivos aparentes eran dos: distraer la atenci¨®n de otros importantes cap¨ªtulos en discusi¨®n (textil, servicios, patentes y marcas, etc¨¦tera), en los que se desea hacer pocas concesiones, y conseguir el apoyo de un importante y variopinto n¨²mero de pa¨ªses que obtienen por las exportaciones agrarias una parte significativa de sus ingresos.
Ciertamente, cualquier tipo de proteccionismo comercial tiene en la actualidad mala prensa. Aunque a menudo ocurre qu¨¦ quienes m¨¢s lo denuncian son los primeros en practicarlo. Pero lo que en modo alguno puede aceptarse es que la clave de la mejora de los intercambios comerciales a nivel mundial dependa b¨¢sicamente de la agricultura (su participaci¨®n en el comercio mundial no llega al 13%), y en particular del comportamiento de la Comunidad Europea en este cap¨ªtulo.
Principales falacias
Consideramos que existen diversas razones que oponer a las principales falacias que se est¨¢n introduciendo en el debate. Para ello vamos a agrupar nuestros razonamientos seg¨²n un doble nivel. En primer lugar, a nivel internacional, el principal argumento esgrimido es que "la CE, con su proteccionismo agrario, frena el desarrollo del Tercer Mundo".
Detr¨¢s de esta afirmaci¨®n se ocultan al menos tres fen¨®menos:
1. Que los mercados dondese fijan los precios de los productos agrarios escapan al control de los pa¨ªses en desarrollo. EE UU, a trav¨¦s de algunas multinacionales, podr¨ªa muy bien ilustrar el manejo de los precios mundiales de los cereales, la soja, el az¨²car..., y del caf¨¦, el cacao, etc¨¦tera.
2. Que los nuevos mercados en disputa, y en concreto el que representa la CE, no ser¨¢n cubiertos necesaria y principalmente por los pa¨ªses subdesarrollados o en v¨ªas de desarrollo.
3. Que, dada la estructura dual de sus agriculturas, en los pa¨ªses en desarrollo ¨²nicamente un porcentaje reducido de grandes explotaciones orienta sus producciones a la exportaci¨®n, quedando al margen la mayoritaria econom¨ªa campesina de autoconsumo. Existe una estrecha coincidencia entre precios competitivos y salarios agrarios de subsistencia en estos pa¨ªses. Tal es a menudo la base de su eficiencia.
En este contexto pierde credibilidad la defensa de una liberalizaci¨®n del comercio mundial de alimentos, sin cuestionar al mismo tiempo alguna de las bases sobre las que se asienta este comercio. El proteccionismo de los pa¨ªses industrializados no "la causa ¨²nica del subdesarrollo".
De otro modo, de poco servir¨¢ a los pa¨ªses en desarrollo una reducci¨®n del proteccionismo comercial si no cambian, al menos parcialmente, los mecanismos que rigen los mercados mundiales de productos agrarios.
En segundo lugar, a nivel europeo, el argumento m¨¢s utilizado es el del "despilfarro de recursos de una pol¨ªtica agraria com¨²n (PAC), causante de una transferencia exacerbada de recursos desde los contribuyentes-consumidores a una minor¨ªa de agricultores". Este pronunciamiento, expresado con gran dureza, olvida hechos importantes:
1. Que la PAC ha asegurado en la Europa comunitaria una estabilidad de los mercados y una seguridad alimentar¨ªa sin precedentes. El logro de este objetivo ha permitido tambi¨¦n el mantenimiento de unos salarios reales aceptables para la industria y los servicios con unas altas tasas de beneficios y crecimiento econ¨®mico.
Los efectos perversos de esta pol¨ªtica agraria, en forma de producciones excedentarias a precios no competitivos y cuya exportaci¨®n es preciso subvencionar, son relativamente recientes. Esta situaci¨®n ha dado origen a la reforma de la PAC en curso desde 1985, por la que se han introducido medidas de correcci¨®n.
2. Que entre las desigualdades que genera el sistema econ¨®mico, una de las m¨¢s evidentes es la diferencia de rentas entre los agricultores y los activos de los dem¨¢s sectores econ¨®micos. Esta desigualdad se extiende a las regiones en que subsiste una importante actividad agraria, frente a las de predominio industrial y de servicios.
Efectivamente, la PAC no se ha mostrado eficaz en corregir estos desequilibrios, al utilizar instrumentos que concentran, como se ha afirmado, "el 80% de los apoyos en menos de un 20% de los agricultores". El predominio de las pol¨ªticas de precios y mercados, que asignan las ayudas seg¨²n vol¨²menes de producci¨®n, sobre las pol¨ªticas de estructuras agrarias, que priman a los beneficiarios por sus caracter¨ªsticas socioecon¨®micas, se encuentra en la base de esta ineficacia.
3. Que en una econom¨ªa de mercado desarrollada la mayor parte del valor a?adido es retenida por los subsectores de transformaci¨®n y distribuci¨®n alimentarla. Las firmas l¨ªderes en la distribuci¨®n marcan los precios, manteniendo una enorme rigidez a bajarlos aun con situaciones de precios agrarios hundidos en origen.
La distribuci¨®n
En este marco, el apoyo prestado en la CE a los agricultores presenta una justificaci¨®n hist¨®rico-econ¨®mica, m¨¢s profunda que la simple apelaci¨®n al clientelismo electoral de los votantes rurales. Es oportuno se?alar que los denominados lobbies agr¨ªcolas tienen hoy m¨¢s que ver con la transformaci¨®n y distribuci¨®n alimentarla que con la producci¨®n agraria.
Muy probablemente, por otra parte, la PAC, que suple en gran parte a las pol¨ªticas agrarias de los Estados miembros de la CE, es una de las pol¨ªticas m¨¢s transparentes que se conocen. Todos sus instrumentos est¨¢n regulados y publicados. Con ello resulta relativamente f¨¢cil realizar estimaciones sobre niveles de ayudas y gasto presupuestarlo.
Sin embargo, ?existen tantas facilidades para conocer la pol¨ªtica agraria norteamericana, por ejemplo? De otra parte, ?puede conocerse con precisi¨®n el alcance de las dem¨¢s pol¨ªticas sectoriales de fomento industrial o comercial en los propios pa¨ªses de la CE? Y en el caso espa?ol, los recursos dedicados al saneamiento del sistema financiero y a la reconversi¨®n industrial, ?no han sido proporcionalmente mayores que los dedicados a modernizar el sector agrario?
En conclusi¨®n, es necesario que la actual Ronda Uruguay del GATT se salde con un ¨¦xito que implique un incremento del comercio mundial. Pero es enga?oso pensar que este acuerdo depender¨¢ en gran medida de una "abolici¨®n parcial de la pol¨ªtica agraria com¨²n". La negociaci¨®n tiene un car¨¢cter global, y s¨®lo el intercambio de concesiones entre los diferentes cap¨ªtulos conseguir¨¢ resultados. Por lo dem¨¢s, la Ronda Uruguay puede constituir una buena oportunidad para reactivar la reforma de la PAC, redefiniendo sus objetivos y revisando sus instrumentos.
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