Gari Kasp¨¢rov
"Mam¨¢, lo consegu¨ª otra vez"
Fue elegido por el destino, personificado en su en¨¦rgica madre, para revolucionar una extra?a profesi¨®n, la de ajedrecista, conectada con el arte, la ciencia y el deporte. Pero esa mezcla, con unas gotas de misticismo, no era suficiente para agotar su torrente de energ¨ªa. As¨ª que se meti¨® en la pol¨ªtica. Durante los ¨²ltimos tres meses, el sovi¨¦tico Gari Kasp¨¢rov, de 27 a?os, se olvid¨® de Gorbachov, de Yeltsin y de sus contactos con la derecha estadounidense para cumplir con el designio de su madre: conservar la corona de campe¨®n del mundo y superar por quinta vez a un enemigo odiado pero necesario, Anatoli K¨¢rpov.Cuando ten¨ªa cinco a?os, el peque?o Gari ahorr¨® algunos dolores de cabeza a sus padres al resolver un problema de ajedrez sin que nadie le hubiera ense?ado a mover las piezas. Diez a?os despu¨¦s, cuando su madre, viuda, ya hab¨ªa abandonado la ingenier¨ªa de armas autom¨¢ticas para convertirle en campe¨®n, Kasp¨¢rov comenz¨® a causar fuertes jaquecas a mucha gente. Ser azerbaiyano de padre jud¨ªo y tener un car¨¢cter rebelde no era la mejor garant¨ªa de progreso en un pa¨ªs donde el enemigo a batir era K¨¢rpov, un ruso puro de familia humilde convertido en h¨¦roe tras ganar al disidente V¨ªktor Korchnoi.
"Si ya tenemos un campe¨®n, para qu¨¦ queremos otro", dijo Nikol¨¢i Kroglus, uno de los bur¨®cratas que viv¨ªan a costa de K¨¢rpov. Esa actitud, generalizada en Mosc¨², complic¨® la vida de Kasp¨¢rov, cuya arrogancia actual es el fruto de un salto desde la ni?ez al estrellato, sobrevolando la adolescencia, como ¨¦l mismo reconoce: "Para ser el primero hay que pagar un precio. Mientras los dem¨¢s ni?os jugaban, yo me formaba como ajedrecista y como hombre a marchas forzadas".
Cuando se convirti¨® en el campe¨®n m¨¢s joven de la historia, con 22 a?os, Gorbachov lo utiliz¨® como "embajador cultural de la perestroika " para abrir caminos en la jungla de la burocracia. Kasp¨¢rov fue el primero en pedir p¨²blicamente la abolici¨®n del amateurismo marr¨®n (deportistas te¨®ricamante aficionados que en realidad son profesionales). La respuesta de los appar¨¢tchiki fue una dur¨ªsima carta abierta en la primera p¨¢gina del Sovietski Sport. El pertiguista Sergu¨¦i Bubka reconoci¨® unos meses despu¨¦s que hab¨ªa sido obligado a firmarla.
Hace casi un a?o, Kasp¨¢rov flet¨® un avi¨®n para escapar de la tragedia de Bak¨² junto a 60 personas, familiares o amigos. Cuando lleg¨® a Mosc¨², Gorbachov le recibi¨® en el Kremlin durante hora y media para recabar su opini¨®n sobre los conflictos del C¨¢ucaso. Pero el d¨ªscolo ajedrecista ya estaba alineado con las ideas radicales de Yeltsin. Cuando el mandatario sovi¨¦tico recibi¨® el Nobel de la Paz, Kasp¨¢rov enton¨® una de las pocas notas discordantes, que fueron premonitorias de la realidad actual de la URSS: "Ese premio es un insulto para nuestro pueblo. En Occidente no entienden que, en la URSS, Gorbachov es un fracasado".
Cuando Kasp¨¢rov dio una conferencia en Washington, invitado por el ministro de Defensa de Estados Unidos, Richard Cheney, parec¨ªa un pol¨ªtico avezado. Poco despu¨¦s, en mayo de este a?o, se uni¨® a otras personalidades de su pa¨ªs para fundar el Partido Democr¨¢tico de Rusia. Pero cuando Gari vuelve al regazo materno renace el ni?o que nunca dej¨® de ser. Recientemente se le vio en un reportaje de TVE saliendo de una piscina, velludo como un oso, y gritando: "?Mam¨¢, mam¨¢, la toalla!".
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