Birmania languidece bajo el odio popular al r¨¦gimen
Los militares se niegan a obedecer la voluntad civil expresada en los comicios de mayo
Uno de los chistes favoritos de los estudiantes de Rang¨²n es imitar al odiado l¨ªder militar de Myanmar (antes Birmania), Saw Maung. Para muchos, los prolijos y confusos discursos del general por radio y televisi¨®n, interrumpidos a menudo por largos ataques de risa resultan realmente desconcertantes. Una teor¨ªa respaldada por algunos diplom¨¢ticos occidentales destinados en Birmania es que Saw Maung se comporta de forma extra?a porque es drogadicto. Todos est¨¢n de acuerdo en que los recientes esfuerzos por parte de la junta para mejorar su imagen no han tenido ning¨²n ¨¦xito.
Las cafeter¨ªas situadas a lo largo de los coloniales bulevares de Rang¨²n est¨¢n llenas de gente. Muchos son estudiantes con aspecto desasosegado y deprimido. Dado que las universidades cerraron hace m¨¢s de dos a?os, no tienen otra cosa que hacer que esperar un futuro mejor.Las fuerzas militares est¨¢n en estado de alerta en las ciudades, aunque ¨²ltimamente tratan de pasar inadvertidas. La famosa pagoda dorada de Shwedagon, en Rang¨²n, est¨¢ custodiada por dos soldados descalzos -seg¨²n la tradici¨®n budista en lugares sagrados- con rifles autom¨¢ticos. Grandes se?ales rojas por todo el pa¨ªs recuerdan a la gente quien manda y exigen disciplina. Una de ellas dice: "Aniquilad todos los elementos destructivos".
"Por destructivos, el general quiere decir todos los habitantes de Birmania que desean la democracia", dice amargamente un hombre que pasa por delante de una de estas se?ales de la nortena ciudad de Thazi.
A pesar de los riesgos, muchas personas desean hablar con los visitantes occidentales sobre su c¨®lera y su frustraci¨®n. "Los soldados tienen armas y han demostrado que quieren utilizarlas, incluso contra ni?os desarmados. No tenemos armas; por tanto, obedecemos. Pero la gente los odia", dice Kyaw, un ex estudiante de la Universidad de Rang¨²n. Un ¨ªntimo amigo suyo fue uno de los l¨ªderes del sindicato estudiantil y est¨¢ condenado a siete a?os de prisi¨®n por "colaborar con los enemigos del Estado".Un doctor asegura que ha atendido personalmente a 10 pacientes que sufrieron graves torturas durante su arresto.
Interrumpida toda la ayuda occidental y condenados por la comunidad internacional, los l¨ªderes de Birmania (tambi¨¦n denominada Myanmar) no demuestran respetar la arrolladora victoria electoral de la oposici¨®n democr¨¢tica en las elecciones del pasado mes de mayo. La Liga Nacional para la Democracia (NLD) y varios grupos ¨¦tnicos recibieron el 80% de los votos.
Asesinato masivo
Despu¨¦s de las elecciones de 1988 hubo manifestaciones masivas a nivel nacional contra casi 30 a?os de mala administraci¨®n militar bajo el general Ne Win. El Ej¨¦rcito abri¨® fuego y se cree que al menos 4.000 manifestantes pac¨ªficos fueron asesinados.
"Ahora es evidente que el Ej¨¦rcito no tiene intenci¨®n de entregar el poder al Parlamento electo. Solicitando que se redacte una nueva Constituci¨®n, esperan poder mantenerse algunos a?os, y para entonces es posible que la NLD est¨¦ totalmente desintegrado", dijo un observador occidental establecido en Rang¨²n.
El 19 de diciembre se declar¨® la ilegalidad de la NLD y 11 de los 15 miembros de su comit¨¦ ejecutivo fueron encarcelados. Su m¨¢xima l¨ªder, Aung San Suu Kyi, se encontraba ya bajo arresto domiciliario. Tambi¨¦n fueron detenidos varios cientos de ejecutivos de la NLD y unos 3.000 estudiantes. Cuando se le pregunta sobre la perseguida l¨ªder de la oposici¨®n de Birmania, un viejo conductor de la bella ciudad de Mandalay, al norte del pa¨ªs, esboza una amplia sonrisa desdentada. "En Birmania la quiere todo el mundo. Es honrada y muy inteligente. Queremos que sea ella quien gobierne el pa¨ªs".
Es dif¨ªcil encontrar a alguien que no est¨¦ de acuerdo con los m¨¦ritos de Aung San Suu Kyi, que lleva en arresto domiciliario en Rang¨²n desde julio de 1988. "Los generales temen matarla. Es la l¨ªder natural del pa¨ªs y la ¨²nica persona que puede unir a la oposici¨®n", comenta un diplom¨¢tico occidental.
Lucha por la democracia
Suu Kyi, hija de Aung San, h¨¦roe de la independencia de Birmania, ser¨ªa autorizada a abandonar el pa¨ªs y regresar a su exilio en el Reino Unido si promete abandonar la pol¨ªtica. Ella se niega. "No ser¨ªa hija de mi padre si no continuase en la lucha por la democracia", dijo en una ocasi¨®n la joven. universitaria.
Hasta ahora no ha habido se?ales evidentes de ruptura en la unidad del liderazgo militar. En general, se considera que el odiado Ne Win, de 79 a?os, lleva el control entre bastidores, y de no ser as¨ª, lo mantiene bajo su supuesta voluntad.
Muchos birmanos parecen resignarse ante la creencia de que su ¨²nica esperanza es que el propio Ej¨¦rcito decida hacer algo por la gente. En el centro de Rang¨²n, autobuses atestados de los a?os cuarenta circulan con traqueteos ante los edificios coloniales, ruinosos pero atractivos, y en el famoso mercado de Scott hay un activo comercio en bienes de consumo de contrabando a trav¨¦s de la frontera de Tailandia. La vida parece haber vuelto a la normalidad, aunque es evidente que el pa¨ªs languidece bajo el odiado r¨¦gimen.
Algunos diplom¨¢ticos occidentales de Rang¨²n piensan que el cese de la ayuda internacional y el embargo comercial para lograr la democracia en Birmania est¨¢ siendo contraproducente. El pa¨ªs es autosuficiente en alimentos y no apercibe la condena internacional.
"Ser¨ªa mejor tratar de que viniera el mayor n¨²mero posible de expertos extranjeros; abrir las relaciones comerciales y dejar a los nacionales que env¨ªen a sus hijos a Occidente para su educaci¨®n. ?ste ser¨ªa el camino m¨¢s r¨¢pido para promocionar la democracia", dijo un diplom¨¢tico occidental. A quienes que visitan Myanmar les sorprende la tranquilidad con que los habitantes parecen aceptar el deterioro de la situaci¨®n: "Los birmanos son muy apacibles y aguantan las privaciones, siempre con una sonrisa. Sin embargo, a veces llegan a un punto en que todo estalla", comenta otro diplom¨¢tico.
La sublevaci¨®n de 1988 surgi¨® con motivo de una reyerta en una cafeter¨ªa de Rang¨²n que se extendi¨® con gran rapidez debido a la represi¨®n del Ej¨¦rcito. Hab¨ªa entonces una sensaci¨®n de profunda frustraci¨®n entre la gente, especialmente desde la desmonetarizaci¨®n de 1987, cuando la mayor¨ªa de los billetes fueron declarados nulos y la gente perdi¨® los ahorros de toda su vida de la noche a la ma?ana.
El descontento es tan ampl¨ªo que cualquier peque?o incidente podr¨ªa producir una explosi¨®n. "Puede suceder ma?ana o tal vez nunca, pero si acontece, me temo una revoluci¨®n sangrienta", concluye el diplom¨¢tico.
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