El fantasma de la guerra
Seguro que, con la de prensa y otros medios de formaci¨®n que debe ust¨¦ de tragarse cada d¨ªa, lo tienen a usted a ratos un tanto acongojao con el asunto ese del Golfo, como lo llaman ya familiarmente, y la amenaza consiguiente de guerra (de la grande, se entiende: de la que a usted le toca) que le hacen planear por encima de la cabeza; y hasta puede que, comentando con la familia o los amigotes, haya usted alguna vez murmurado "A ver si todav¨ªa nos la arman" meneando el coco.Pues no, hombre, no: es mentira; como todo lo que le meten por los Medios de Formaci¨®n de Masas, que para eso est¨¢n.
"Pues ?qu¨¦?: ?me va ust¨¦ a decir sin m¨¢s que eso de la Guerra no son m¨¢s que fantasmagor¨ªas de los Medios?, ?que es el Fantasma de la Guerra solamente?".
Bueno, pues mire: se lo dir¨¦, pero con una condici¨®n: que entienda usted al mismo tiempo que los miedos y los fantasmas son tambi¨¦n reales, que forman parte de la Realidad, que tienen en ella sus funciones y contribuyen a constituirla como Realidad. ?Lo entender¨¢ usted? ?Lo tendr¨¢ en cuenta mientras le cuento lo que sigue?
Pues f¨ªjese ust¨¦ por d¨®nde, que, de todo este tinglao del jeque petrol¨ªfero y el yanqui decadente con la flamante Europa por el medio, lo ¨²nico en que los Medios apenas le habr¨¢n hecho parar mientes es en lo ¨²nico que tiene de peculiar y nuevo: a saber, lo enorme (?ha contado ust¨¦ los meses?), lo desmesurado de la duraci¨®n de la amenaza, mantenida, hora a hora, mes tras mes, en ascuas y con el alma en vilo.
El precio de la guerra
Tan desmesurado, que hasta he o¨ªdo que d¨ªas atr¨¢s algunos representantes de los Medios, y especialmente el Rey de los Medios (ese del ojo ¨²nico y cuadrado), se quejaban de que el costo milmillonario de tener cubierto, como ellos dicen, el asunto desde el Golfo P¨¦rsico tantos meses ?iba nada menos que a arruinarlos! La queja es, por supuesto, hip¨®crita (como si no supi¨¦ramos por ac¨¢ que Capital y Estado son el mismo), pero revela al menos eso que es lo ¨²nico nuevo del asunto y a la vez lo ¨²nico que de inmediato y palpable tiene.
Y que es, por tanto, de lo que no le hablan a ust¨¦, mientras lo tienen distra¨ªdo con mil vejeces pintureras de exhibiciones militares y c¨®nclaves en las Altas Esferas, esas donde est¨¢n los Jefes de Estado disfrazados de arc¨¢ngeles, potestades y dominaciones.
Pues bien, es esa fijaci¨®n y alargamiento nunca igualado de la amenaza lo solo que debe usted tomar como significativo y leer en el libro de la Actualidad.
Porque, lo que es lo dem¨¢s... Hace 45 a?os, desde el d¨ªa siguiente mismo de la Guerra Mundial y el f¨²nebre estreno de la Bomba At¨®mica sobre Hiroshima, que lo vienen alimentando a usted a?o tras a?o con el miedo de la Guerra III; y como en tanto le han nacido a usted sobrinos y hasta nietos, asegur¨¢ndose tambi¨¦n, por medio de la constante reposici¨®n televisiva de peliculones de la II (con alemanes o japoneses ensombreciendo el cielo, o con siniestros esp¨ªas de la Potencia Enemiga tramando en sus cavernas electr¨®nicas la esclavitud del Globo) de que el mismo miedo se transmit¨ªa a las sucesivas generaciones.
Pero ese miedo se manten¨ªa gracias a que al Enemigo Futuro se le pod¨ªa dar una cara tradicional y reconocible; que, no pudiendo ser ya la mueca nipona o la est¨®lida facha nazi, era la enigm¨¢tica faz eslava de la Rusia Comunista.
Pero he aqu¨ª que, con el paso de los a?os, tambi¨¦n las fantasmagor¨ªas se desgastan. Cumpli¨® largo tiempo sus fines la idea de la Guerra Fr¨ªa; tuvo despu¨¦s que desmedrarse un tanto en forma de Coexistencia Pac¨ªfica, pero que segu¨ªa cumpliendo los mismos fines, en cuanto que manten¨ªa la ilusi¨®n de la Dualidad, que es el soporte necesario para la amenaza de la Guerra.
Hasta que, al fin, hace unos pocos a?os, con la rendici¨®n (la rendici¨®n declarada: ya en marcha y visible desde casi 30 a?os antes) de Rusia y sus sat¨¦lites al ¨²nico modelo verdadero de dominaci¨®n (pol¨ªtica y econ¨®mica, Estado y Capital en uno), se les jodi¨® el trampantojo, se les acab¨® el truquito. Y, como el Miedo de la Guerra segu¨ªa siendo necesario para el mantenimiento de la dominaci¨®n, hab¨ªa de momento que agarrarse a cualquier cosa; y as¨ª, la trivial estupidez (de tipo tradicional) de cualquier tiranuelo mesopot¨¢mico hubo de servirles para el caso: a ella hab¨ªa que agarrarse, a falta de mejor, y hacerla as¨ª durar meses y meses como sustento del Fantasma de la Guerra.
Estado y Capital
?O le parece a ust¨¦ una casualidad que, justamente detr¨¢s de la rendici¨®n de Rusia al Modelo ?nico, venga esta nunca vista prolongaci¨®n de la amenaza de la Guerra con tal motivo? Pues no, hombre, no: es la l¨®gica misma de las cosas. As¨ª es como la l¨®gica se manifiesta en la Realidad; y as¨ª es como los hombres no pueden, ciegos por sus ideas, verla manifestarse. As¨ª que no tenga miedo, hombre: no va a haber Guerra III ni Gran Guerra ninguna.
La verd¨¢ es que Ellos (Estado y Capital en su forma vigente y progresada) ni siquiera saben ya c¨®mo se hace eso; ya no pueden acudir a la Guerra como aquel socorrido truco del Poder que era en sus formas arcaicas. Ya los ¨²ltimos amagos, aquellos de Estados Unidos en Corea y en Indochina, fueron una revelaci¨®n de la impotencia en tal sentido, esto es, de la impertinencia o incompatibilidad del viejo procedimiento de la Guerra con las formas m¨¢s progresadas de dominaci¨®n.
Si por ventura una Gran Guerra, con el pretexto de lo del Golfo P¨¦rsico, se desencadenase ahora, ya no podr¨ªa ser una guerra en el sentido tradicional, como la Mundial del 39-45 lo fue ¨²ltimamente todav¨ªa, sino nada menos que la declaraci¨®n de fracaso, el comienzo del derrumbe del Sistema de Dominaci¨®n vigente. Y no: no piense ust¨¦ que van tan pronto los Ejecutivos de Dios a mudar de plan, a renunciar tan pronto a seguir meti¨¦ndoles pop¨®s a media Humanidad, a seguir informatizando a Mar¨ªa Sant¨ªsima, a seguir explotando a la gente con la producci¨®n y venta de basura, que es el negocio que tienen en marcha todav¨ªa, mientras el mundo aguante.
Llegar¨¢ el derrumbe, claro (hasta el Imperio Romano se hundi¨®, y ahora la Historia va m¨¢s de prisa -dicen) , pero no tan pronto (no lo ver¨¢n, por desgracia, mis ojos probablemente): Ellos han demostrado que, acelerados como son en el desarrollo de sus explotaciones, son m¨¢s bien lentos en el cambio de negocio.
Ellos, por ahora, lo que necesitan, eso s¨ª, son guerritas en las m¨¢rgenes, como las que han venido atizando todos estos a?os, en el Oriente Pr¨®ximo, en el Sureste asi¨¢tico, en Centroam¨¦rica, entre los estat¨ªculos africanos, en los pa¨ªses que Ellos llaman subdesarrollados o declaran, optimistas, en v¨ªas de desarrollo; pero no la Guerra en el Centro, no.
Lo que importa, por medio de esas guerritas de las m¨¢rgenes, y por la imposici¨®n televisiva de las guerras hist¨®ricas para las nuevas generaciones, es mantener vigente la idea de 'guerra', eso s¨ª; sin la cual (y sin el miedo consiguiente) no podr¨ªan conseguir que se siguiera creyendo que esto es una Paz: este arrasamiento de pueblos y ciudades d¨ªa a d¨ªa en nombre del ideal, esta desolaci¨®n militar de conglomerados de bloques y desiertos cruzados por autopistas que se impone cada d¨ªa para morada de la muerte, esos miles de cad¨¢veres enlatados en la autopista cada fin de semana en las escaramuzas del Capital contra la vida, esos miles de sujetos a medio desarrollo sacrificados en las hambrunas y miserias o guerras marginales creadas en sus bordes que Estado y Capital necesitan para desarrollarse, estos miasmas de peste qu¨ªmica y subat¨®mica (r¨ªase ust¨¦ de los gases b¨¦licos) que cada d¨ªa amustian selvas y repudren poblaciones, esta baraunda de transmisiones de la nada y embrollo progresivo con que, a fuerza de automatizaci¨®n y de inform¨¢tica, la Administraci¨®n va hundiendo al mundo en un caos, esta idiotizaci¨®n de los millones de sujetos en la retaguardia (r¨ªase ust¨¦ de lavados de cerebro en c¨¢rceles sovi¨¦ticas o campos de concentraci¨®n) sentados ante la peque?a pantalla por la que ven la vida convertida en mentira hist¨®rica apenas est¨¢ pasando: eso es lo que Ellos quieren que usted lo llame Paz.
Enga?o de poblaciones
Y para eso necesitan que siga usted manteniendo el nombre, la idea y el miedo de la Guerra.
Pues bien, senor m¨ªo: ?esto es la guerra! La encuentra ust¨¦ un poco mudada de cara (esos cambios necesita el Poder para el enga?o de las poblaciones), pero tiene usted que aprender a reconocerla y a llamarla por su nombre.
As¨ª que, ya le digo: no tenga ust¨¦ miedo, hombre: no va a venir la Guerra. La Guerra es esto.
Y como tampoco va ust¨¦ a poder vivir sin miedo (porque as¨ª est¨¢ ust¨¦ hecho), lo que se le sugiere no m¨¢s es que a ver si cambia ust¨¦ de sentido y dirige su miedo adonde debe. En vez de tener miedo de la Guerra Futura que los Medios de Formaci¨®n de Masas le venden incansablemente tenga miedo de esto que tiene encima, de esto que d¨ªa a d¨ªa le est¨¢ aplastando: de esto que le est¨¢ condenando, ya y desde ahora, al barrac¨®n y las trincheras, a la disciplina imb¨¦cil, a la obediencia ciega y a la muerte por el Ideal.
es catedr¨¢tico de Lat¨ªn.
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