Epifan¨ªa
Comienza el sol a caminar. De pronto descubres que una luz malva de primer enero se alarga ya en la tapia a media tarde revelando el secreto de las grietas donde duermen yertas a¨²n las lagartijas. Eso es la Epifan¨ªa: una manifestaci¨®n solar. Nada en la naturaleza ha despertado todav¨ªa. La helada endurece cada ma?ana el lecho de las semillas, y en las ramas desnudas est¨¢n muy dentro de s¨ª las gemas cerradas, pero el comp¨¢s del solsticio se ha abierto y su alcance s¨®lo lo percibe el coraz¨®n de los animales. No obstante, si a la hora del crep¨²sculo analizas el plinto que sustenta a la diosa de m¨¢rmol en tu jard¨ªn interior, podr¨¢s sorprender matices dorados en los l¨ªquenes cuya amalgama forma un breve resplandor enmohecido. La Epifan¨ªa es la Fiesta de esa nueva luz del a?o que ma?ana te har¨¢ germinar. No existe mejor regalo, puesto que ella tambi¨¦n dora el humo de tu memoria, el cual cre¨® para ti las infinitas formas que constituyen el juego de las cosas. Era muy l¨ªvido en estos d¨ªas aquel aire de la infancia en torno a un caballo de cart¨®n o al volumen de un rifle de madera. A¨²n recuerdas esta primera claridad de enero sobre ellos extasiada y entonces esa materia luminosa form¨® la sustancia de todos los seres que comenzaste a adorar. Tu mirada ven¨ªa de Oriente. Siendo todav¨ªa un ni?o ya fuiste tu propio mago cegado por ese sol primigenio que al nacer te gui¨® hacia la caverna donde tu imagen oscura dorm¨ªa. S¨®lo la luz engendra los juguetes. Tambi¨¦n atraviesa cualquier pasi¨®n que hoy te domina. Ahora est¨¢n los pies de la diosa cubiertos de moho en tu jard¨ªn interior, y la Epifan¨ªa, que no logra a¨²n calentar los tallos ni abrir las gemas, s¨®lo ha llegado para revelar en ti el leve resplandor de la inmortalidad. Colgados boca abajo en los artesonados de palacio duermen los murci¨¦lagos; est¨¢n petrificados los lagartos y las ra¨ªces dentro de la tierra, pero la luz se ha iniciado. La ver¨¢s a media tarde que se alarga en la tapia y se establece sobre el m¨¢rmol de la diosa. E igualmente est¨¢ dorando tu coraz¨®n, si bien te fijas.
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