La selva 'zul¨²'
Los suburbios franceses, al borde de una gran explosi¨®n de ira juvenil
Fran?ois Mitterrand anunci¨® el pasado mes un plan de urgencia destinado a rehabilitar los multirraciales suburbios de Par¨ªs, Marsella y Ly¨®n. Se trata de evitar que 400 barrios franceses terminen convirti¨¦ndose en guetos incontrolables. Las explosiones de violencia en los suburbios, la creciente osad¨ªa de los zul¨²es o bandas de j¨®venes marginados, se han convertido en uno de los grandes quebraderos de cabeza de la sociedad francesa.
Hace tres d¨¦cadas, aqu¨ª hab¨ªa un campo de patatas. Ahora, en este rinc¨®n de Montfermeil, al noroeste de Par¨ªs, se levan tan como cuchillos desenvaina dos edificios de 15 plantas y fachadas de cemento espantosamente similares. La ¨²nica decoraci¨®n del lugar son las pintadas multicolores con que las bandas zul¨²es delimitan sus territorios. En estas calles, reconoce Pierre Bernard, alcalde de Montfermeil, los zul¨²es imponen su ley tanto o m¨¢s que las autoridades legales.Hoy es uno de esos d¨ªas en que el sol acierta a desgarrar por un par de horas el encapotado cielo parisiense, y Karim lo disfruta sentado en la acera "?Periodista?", pregunta extra?ado a su interlocutor. ?"C¨®mo puede ser periodista si no tiene c¨¢mara?". Una vez aclarada esa cuesti¨®n, Karim pasa a contar que tiene 17 a?os, que fue expulsado del colegio tras una pelea, que no tiene trabajo ni nunca lo ha tenido y que su padre, un musulm¨¢n practicante que deplora el modo de vida del joven, ejerce de alba?il. Karim es un zul¨², como revela su uniforme: zapatillas deportivas, vaqueros demasiado largos, cazadora negra de tela y gorrita de b¨¦isbol con la visera al rev¨¦s.
Esforz¨¢ndose por desentra?ar el franc¨¦s de Karim, el periodista acierta a comprender que sus grandes h¨¦roes son el boxeador Mike Tyson y el actor c¨®mico Eddie Murphy, ambos negros norteamericanos. Y que el ¨²nico personaje franc¨¦s que le produce admiraci¨®n es el fallecido c¨®mico Coluche. "Coluche no nos daba por saco", explica. Pero la verdadera cultura de Karim, la gran pasi¨®n de todos los suburbios parisienses, es el rap. Karim cuenta c¨®mo ¨¦l y sus compinches del barrio se extas¨ªan con las letan¨ªas de Public Enemy. Les dan las energ¨ªas necesarias para liarse a bofetadas, o, mejor dicho, con palos de b¨¦isbol y aerosoles de gases lacrim¨®genos, con las otras bandas de la vecindad. Si llegan los keufs, la polic¨ªa, la fiesta es a¨²n mayor.
Los zul¨²es, tambi¨¦n llamados casseurs (rompedores), son uno de los grandes fen¨®menos sociales en la Francia de la d¨¦cada de los noventa. Fruto del crecimiento desmesurado de los suburbios, hijos de una sociedad multirracial, marginados en un mundo que s¨®lo exalta los valores del ¨¦xito, la competencia y el dinero, los zul¨²es y sus violencias llevaron al presidente Fran?ois Mitterrand a anunciar la elaboraci¨®n de un plan de urgencia que impida que 400 barrios de Par¨ªs, Marsella y Ly¨®n se conviertan en guetos incontrolables.
Entre los zul¨²es hay muchos j¨®venes negros (blaks) y magreb¨ªes (beurs), cuyas familias llegaron a Francia entre 1960 y 1975. Pero no faltan las pandillas blancas, de aut¨¦ntico pedigr¨ª franc¨¦s. A todos les une la m¨²sica rap y la adoraci¨®n por las cazadoras Chevignon, las bufandas Lacoste o Burberrys y los mocasines Weston. Como no tienen dinero para comprar esos productos de lujo, los caseurs los roban al amparo de las manifestaciones de bachilleres, o en bien programadas excursiones a los centros comerciales de La Defense y Les Halles. Otra de sus diversiones favoritas, cuenta Pierre Bernard, alcalde de Montferneil, es incendiar cualquier cosa, llamar a los bomberos y entonces acribillarles a pedradas.
'Guerreros urbanos'
Desde 1988, fecha de sus primeros asaltos, los zul¨²es han transformado toda la regi¨®n parisiense en un terreno de aventuras y enfrentamientos. Se hacen llamar "guerreros urbanos", y algunas bandas cuentan hasta con 300 seguidores. Los s¨¢bados por la tarde descienden a exhibir sus fuerzas a La Defense, Les Halles o el Trocadero, y de camino pintan las paredes de los vagones del metro. La polic¨ªa francesa sigue de cerca el fen¨®meno. Uno de sus inspectores expres¨® a EL PA?S su convicci¨®n de que los ataques a comercios van a multiplicarse en 1991, y afirma: "La represi¨®n va a abatirse sobre los casseurs. No podemos recular ante el crimen".El periodista Jacques Julliard piensa que la enfermedad de los suburbios no tiene s¨®lo causas materiales. "La actual sociedad francesa", dice Julliard, "carece de un sistema de valores que proponer a esos j¨®venes. La ley de la jungla impera en la vida econ¨®mica y social". Harlem D¨¦sir, l¨ªder de SOS-Racismo, coincide. "?Por qu¨¦ una sociedad tan poco moral como la nuestra se extra?a de la violencia de los j¨®venes de los suburbios? Los pol¨ªticos meten las manos en las cajas de las empresas y del Estado; los j¨®venes marginados roban en los escaparates. Es su respuesta".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.