La casa de la pradera
Hace poco m¨¢s de un a?o pudimos comprobar la falta de escr¨²pulos de Alan Parker en aquella pel¨ªcula execrable titulada Arde Misisip¨ª, que partiendo de un hecho real -el asesinato de tres j¨®venes a manos del Ku-KIux-Klan en 1964- utilizaba la fachada del alegato antirracista para hacer de forma sibiIina una clara apolog¨ªa de los m¨¦todos policiales fascistas. Ahora hay quien asegura que su nueva realizaci¨®n, Bienvenido al para¨ªso, es un homenaje a las m¨¢s de 100.000 personas de origen japon¨¦s que poco despu¨¦s del bombardeo a Pearl Harbour en 1941 fueron recluidas durante tres a?os en campos de concentraci¨®n acusadas de conspirar contra el Gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, las atildadas im¨¢genes de Alan Parker -capaces de dar a un campo de concentraci¨®n el look entra?able de un anuncio de turrones- pasan de puntillas sobre los entresijos de tama?a perrer¨ªa anticonstitucional y reducen el atropello colectivo al vago tel¨®n de fondo de un t¨®pico y tedioso melodrama que se inicia en el Little Tokio de Los ?ngeles en 1936.Sometidos al implacable ritmo narrativo que hoy imponen al cine los seriales de televisi¨®n, Lily Kawamura -una chica americanojaponesa de segunda generaci¨®n a quien, ?sorpresa!, su padre quiere casar con un acaudalado vejestorio- y Jack McGurn -un joven norteamericano de origen irland¨¦s- se conocen y se besan en la boca instantes despu¨¦s de haber sido presentados, casi en el mismo plano, con la urgencia de un anuncio de colonia varonil. A partir de ah¨ª la pareja sufre las dificultades de rigor -desde la incomprensi¨®n paterna hasta la reclusi¨®n de Lily, con toda su familia, en un campo de concentraci¨®n-, y la tragedia real de los americanojaponeses se convierte en un pretexto para incluir en la pel¨ªcula el mayor n¨²mero posible de despedidas reconciliaciones y reencuentros presuntamente lacrim¨®genos.
Bienvenido al para¨ªso (Come see the paradise)
Direcci¨®n y gui¨®n: Alan Parker. Fotograf¨ªa: Michael Seresin. M¨²sica: Randy Edelman. EE UU, 1990. Int¨¦rpretes: Dennis Quaid, Tamlyn Tomita, Sab Shimono, Shizuko Hoshi, Stan Egi, Ronald Yamamoto. Estreno en Madrid: Roxy B, Lope de Vega, Aluche y California (V. O.).
En su af¨¢n por tender al espectador una trampa sentimental tras otra, el director no vacila en copiarse a s¨ª mismo y recurre de nuevo -como ya hiciera en Despu¨¦s del amor- a la despedida final, con reconciliaci¨®n incluida, entre un padre agonizante (en este caso japon¨¦s) y su yerno, pero Quaid (aqu¨ª menos convincente que nunca) no tiene el talento de Albert Finney, y el momento pretendidamente desgarrador en que Jack se decide a llamar pap¨¢ a su moribundo suegro nip¨®n, en lugar de conmover provoca risas. Al final, ?hace falta decirlo?, la oveja negra de la familia Kawamura se hace antinorteamericano, mientras que el hijo bueno muere en combate defendiendo a Estados Unidos.
Parker desarrolla su narraci¨®n, estructurada como una sucesi¨®n de largu¨ªsimos flashbacks, con la misma verborrea explicativa y el mismo tono paternal, edulcorado y esquem¨¢tico que emplea Lily cuando relata los hechos a su hija algunos a?os despu¨¦s, y de la misma manera que la madre oculta a la ni?a ciertos detalles para adultos, el director de El coraz¨®n del ¨¢ngel escamotea al p¨²blico los aspectos m¨¢s escabrosos y secretos de esta barrabasada hist¨®rica donde, una vez m¨¢s, se confirma, como dir¨ªa Fritz Lang, que el fascismo no tiene pasaporte. Hay incluso un velado intento de exculpar al Gobierno norteamericano, justificando los campos de concentraci¨®n como el ¨²nico medio de proteger a los americanojaponeses de las iras de sus compatriotas de raza blanca.
La acumulaci¨®n de clich¨¦s lleva a la triste paradoja de que una historia real, espeluznante y significativamente ignorada hasta ahora por el cine norteamericano no s¨®lo no emociona ni interesa, sino que nos parece ya vista mil veces, tan manoseada, falsa y enteramente previsible como la trama de los peores telefilmes.
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