Horas cr¨ªticas
EL PLANETA ha estado pendiente ayer del encuentro en Ginebra entre el secretario de Estado norteamericano, James Baker, y el ministro de Asuntos Exteriores iraqu¨ª, Tarek Aziz. Dadas las posiciones tajantes afirmadas por ambas partes, no parec¨ªa posible que en ¨¦l se iniciase una conversaci¨®n a fondo sobre la crisis del Golfo, susceptible de abrir cauces para una eventual soluci¨®n no militar que permita la aplicaci¨®n de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Muchos hab¨ªan anunciado que la reuni¨®n no durar¨ªa m¨¢s de 10 o 15 minutos. Al prolongarse durante toda la jornada, se gener¨® cierto optimismo, pero ¨¦ste fue desmentido por el propio Baker en la conferencia de prensa posterior al encuentro. Desgraciadamente, hoy se puede decir que el peligro de guerra en el mundo es mayor despu¨¦s de la fracasada entrevista.Quedan ya pocos d¨ªas hasta el 15 de enero, fecha fijada por el Consejo de Seguridad para que Sadam Husein se retire de Kuwait y para que, en caso contrario, los miembros de la ONU puedan aplicar "todos los medios" para que ese objetivo sea alcanzado. Baker ha dejado claro que para EE UU, y si no se produce algo nuevo, el inicio de las hostilidades se acerca. El rechazo de Tarek Aziz a aceptar una carta del presidente Bush y el anuncio de que los diplom¨¢ticos norteamericanos se retirar¨¢n el 12 de enero de Bagdad refuerzan esa impresi¨®n.
La citada resoluci¨®n de la ONU por la que se autoriza el empleo de la fuerza como una de las formas de imponer el respeto a la ley internacional tiene un sentido mucho m¨¢s amplio: llama a la utilizaci¨®n de todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la pr¨¢ctica las resoluciones que estipulan la retirada de las tropas iraqu¨ªes de Kuwait. Y precisamente la caracter¨ªstica de la pol¨ªtica europea en el tema del Golfo ha consistido en valorar e insistir sobre la multiplicidad de las formas ¨²tiles y adecuadas para presionar a Irak.
En v¨ªsperas del encuentro entre Baker y Aziz, los Gobiernos europeos dieron su respaldo al secretario de Estado norteamericano; un apoyo que ratificaba la convicci¨®n de que si el r¨¦gimen de Bagdad ignoraba la resoluci¨®n de la ONU, la respuesta podr¨ªa ser de terribles consecuencias para el pa¨ªs. Al mismo tiempo, los Gobiernos europeos han insistido en la necesidad de utilizar con inteligencia todas las armas de la diplomacia para avanzar hacia la meta com¨²n deseada por todos: la retirada de Kuwait. Es evidente que la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas no puede permanecer pasiva ante lo que ocurre en los territorios ocupados por Israel sin poner en peligro, en tal caso, la unanimidad lograda frente al agresor iraqu¨ª y sin perder parte de una autoridad moral que necesita, sobre todo en momentos como los actuales.
En su conferencia de prensa, el secretario de Estado Baker, sin referirse de modo expl¨ªcito a eventuales iniciativas europeas para nuevas conversaciones con Irak, insisti¨® en que es el secretario general de la ONU la persona m¨¢s adecuada para hacer nuevos esfuerzos tendentes a lograr la aplicaci¨®n de las resoluciones del Consejo de Seguridad por caminos no militares. Las iniciativas que a¨²n puedan realizarse para lograr una soluci¨®n pol¨ªtica merecen ser apoyadas. Despu¨¦s del fracaso del encuentro de Ginebra, son, sin duda, m¨¢s necesarias que nunca, en particular la que pueda llevar a cabo Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar.
Ciertamente, la reiterada negativa del ministro Aziz a mantener una reuni¨®n con la Comunidad Europea es un dato m¨¢s en el sombr¨ªo horizonte que se vislumbra. Es un hecho objetivo y esencial del momento presente el que el embargo decretado por el Consejo de Seguridad de la ONU ha logrado un apoyo casi un¨¢nime en todo el mundo y, consiguientemente, ha tenido serios efectos sobre la econom¨ªa de Irak. Por primera vez en la historia, las Naciones Unidas han sometido a un agresor a un bloqueo severo, con un fuerte dispositivo naval, reduciendo dr¨¢sticamente sus intercambios con el exterior, amenazando su sistema productivo, e incluso sus propios medios militares. Pero el embargo necesita, para alcanzar pleno efecto, plazos m¨¢s largos de los que han transcurrido hasta ahora.En todo caso, vivimos las horas m¨¢s cr¨ªticas de la crisis del Golfo. Espa?a est¨¢ directamente comprometida en ella. Y el Gobierno est¨¢ obligado a una absoluta claridad: no basta con que el ministro de Exteriores informe a una comisi¨®n sobre las reuniones que ha celebrado en una u otra capital europea. Lo que se necesita es una explicaci¨®n seria -con la autoridad que s¨®lo el jefe del Gobierno puede tener- de las opciones principales de la pol¨ªtica espa?ola. Y que esa explicaci¨®n, como ordena la esencia democr¨¢tica, se plantee en el Parlamento.
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