Aprender a consumir
EL APRENDIZAJE de una cultura del consumo en Espa?a se hace, lamentablemente, a base de sustos, cuando no de tragedias. El milagroso encogimiento de un bist¨¦ en la sart¨¦n, tras una evacuaci¨®n sorprendente de l¨ªquidos, merece a lo sumo un chiste dom¨¦stico. Hace falta que se descubra una red de tr¨¢fico clandestino de anabolizantes para el ganado para que se termine la broma y la Administraci¨®n haga buenos, y a menudo infructuosos, prop¨®sitos sobre el cumplimiento de sus responsabilidades de represi¨®n del fraude. Y cuando estalla un esc¨¢ndalo sobre manipulaciones en algunas c¨¢rnicas, el consumidor desprevenido se convierte, durante una semana, al vegetarianismo, no por una decisi¨®n diet¨¦tica, sino por el infundado temor de que todos los carniceros le enga?en.La incorporaci¨®n de Espa?a a la CE est¨¢ obligando a abandonar la la hist¨®rica dejadez pol¨ªtica que la Administraci¨®n ha arrastrado sobre esta cuesti¨®n. El cumplimiento de las directivas comunitarias es una escuela muy importante para los poderes p¨²blicos espa?oles, tan a menudo rega?ados por las autoridades comunitarias en esta materia. Mientras Espa?a no se homologue plenamente con la CE en la protecci¨®n del ciudadano consumidor, perdurar¨¢ la tentaci¨®n de algunas personas o empresas a hacer negocio con la chapuza o a costa de la salud del ciudadano.
Es incomprensible, por ejemplo, que las multinacionales de la hamburguesa hayan retirado en Estados Unidos la grasa animal de sus frituras y aguarden para hacer lo mismo en Espa?a a que una denuncia, m¨¢s o menos exacta en sus fundamentos, sobre la higiene de sus bocadillos provoque un retraimiento del p¨²blico. Sea o no legalmente punible, es indefendible que se d¨¦ a la clientela espa?ola lo que rechaza la norteamericana.
Otro caso reciente, y m¨¢s tr¨¢gico, de este mercado innoble es el del cemento aluminoso. Con una patente francesa, una industria cementera vendi¨® en los a?os sesenta toneladas de este material a constructoras que lo utilizaban para la fabricaci¨®n de viguetas en los edificios. El cemento aluminoso fragua m¨¢s r¨¢pido y, por tanto, aceleraba la construcci¨®n de viviendas en unos a?os de demanda exorbitante. Hace unos meses, el hundimiento de una de esas viviendas en un barrio barcelon¨¦s destap¨® el grave problema de ese rentable cemento: su fragilidad y f¨¢cil deterioro. No era una sorpresa; ya en 1943 Francia lo prohibi¨® para usos en estructuras arquitect¨®nicas, y, sin embargo, 20 a?os despu¨¦s, en Espa?a se admit¨ªa su aplicaci¨®n masiva. Al margen de que debe fijarse sobre qui¨¦n recaen las responsabilidades de aprovechar este vac¨ªo legal, la distinta reacci¨®n de una Administraci¨®n y otra -en el caso espa?ol, la franquista- demuestra los a?os de retraso que Espa?a arrastra en la cultura del consumo. No s¨®lo hacen falta m¨¢s leyes, sino que se cumplan y que su infringimiento acarree la suficiente pena como para hacer desistir a los delincuentes sociales. Y hace falta que el ciudadano sepa que est¨¢ protegido, que puede organizarse como consumidor para exigir esta protecci¨®n y que la lucha por la calidad de vida no es una lucha menor.
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