Pregunte a CNN
UNO DE los momentos m¨¢s significativos de la guerra, que empez¨® con precisi¨®n quir¨²rgica a las 0.40 de ayer (hora espa?ola), ocurri¨® lejos del teatro de operaciones. Fue en Washington: preguntado por un periodista sobre el tipo de informaci¨®n que le hab¨ªa permitido seguir el desarrollo de las operaciones en Irak, Richard Cheney, secretario de Defensa de EE UU, respondi¨® que su fuente hab¨ªa sido la CNN (Channel News Network, la cadena norteamericana privada de televisi¨®n que retransmite noticias las 24 horas del d¨ªa). Cuando los presentes dejaron de re¨ªr, qued¨® en el aire la espectacular verdad: la guerra de 1991 no s¨®lo ser¨¢ recordada como la primera guerra de los computadores, sino, sobre todo, como la conflagraci¨®n presenciada en directo por el mundo entero. Y no en res¨²menes televisados de algunos corresponsales destacados en la zona y retransmitidos a posteriori, sino en una descripci¨®n minuto a minuto de cuanto iba pasando.En el fondo, tras escuchar la vehemente arenga de Sadam Husein llamando a su pueblo a la resistencia numantina y a la guerra contra Sat¨¢n, y despu¨¦s de compararla con la cobertura que los medios de comunicaci¨®n hac¨ªan del esfuerzo aliado contra ¨¦l, no pod¨ªa evitarse la sensaci¨®n de que el mundo presenciaba la desigual lucha entre el siglo XIX y el siglo XXI. Nadie hubiera sido capaz de pensar que, entre los medios utilizados por la casi ficci¨®n cient¨ªfica, uno -y no el menor- ser¨ªa el de llevar el teatro de operaciones directamente al sal¨®n de los televidentes. Como una explicaci¨®n minuciosamente discurrida, adem¨¢s, se daba a los espectadores una descripci¨®n punto por punto desde las varias capitales involucradas, en una secuencia absolutamente l¨®gica de acontecimientos. Literalmente, la pel¨ªcula de los mismos.
La imparcialidad de las c¨¢maras y su consiguiente fidelidad a cuanto iba ocurriendo ha tenido un interesante efecto catalizador: al contar lo que suced¨ªa, multiplicaba su efecto. Aunque al ser el ¨²nico medio que pod¨ªa transmitir, la riqueza del contraste informativo quedaba coja. ?se es un hecho muy preocupante en la cobertura de este conflicto. El caso es que la cadena ¨²nica no s¨®lo explicaba el hecho objetivo de que Sadam Husein hab¨ªa perdido el primer acto de la guerra, sino que, por su misma presencia en el campo de batalla, contribu¨ªa a derrotarle. Por ello ha dejado de ser un mero instrumento de informaci¨®n para convertirse en un arma m¨¢s y, consiguientemente, en la tarde de ayer comenzaron sus dificultades con el r¨¦gimen de Bagdad. Todo apunta a que dejar¨¢ de emitir libremente.
El hecho tiene un protagonista a quien no cabe negar un papel absolutamente primordial. En efecto, no es nuevo que la cadena CNN, adem¨¢s del formidable despliegue de medios que hace cada vez que es preciso informar de un acontecimiento, dispone de un envidiable olfato para la noticia, sea en el muro de Berl¨ªn o en el cuartel general de Sadam Husein. En esta ocasi¨®n habr¨¢ contribuido a cambiar la ¨®ptica de la guerra y, tal vez, a impedir la deshumanizaci¨®n de sus consecuencias. Chapeau a la CNN.
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