"La gente se come las palomas de la paz"

"?Ha estallado la guerra!" exclam¨® Rafael Alberti desde la cama, y ya pas¨® en vela la noche del 16 de enero. Hab¨ªa pasado muchas noches sin sue?o el poeta gaditano hasta que la televisi¨®n le confirm¨® el miedo: hab¨ªa estallado la guerra. "Una guerra m¨¢s del siglo de las guerras". El las ha vivido todas, desde la primera guerra mundial hasta ¨¦sta del golfo P¨¦rsico, y vivi¨® sobre todo la guerra civil espa?ola. "Una barbaridad, una barbaridad. La guerra es una barbaridad". La noche del 16 de enero, el autor de Noche de guerra en el Museo del Prado, coet¨¢neo del siglo -acaba de cumplir 88 a?os-, se mostraba todav¨ªa perplejo ante "la construcci¨®n de esta barbarie". Y desde esa perplejidad reflexion¨® sobre los sentimientos que le siguen inspirando las guerras y acerca de la improbabilidad de la paz.
Pregunta. Alberti, ya hay otra guerra en el siglo.
Respuesta. Es una decepci¨®n horrible, un fracaso, lo ¨²ltimo que pueden hacer los hombres. La peor manera de terminar este siglo de guerras.
P. Usted ha dibujado muchas palomas de la paz, como su amigo Picasso. ?Y qu¨¦ hace la gente con las palomas de la paz?
R. Se las come.
P. Usted ha vivido todas las guerras.
R. S¨ª. Hab¨ªa un libro muy famoso sobre los que ten¨ªan 12 a?os cuando la guerra del 14. Yo tambi¨¦n los ten¨ªa. As¨ª que yo nazco con una guerra. Entonces yo estaba en plena efervescencia de dibujar. Las revistas publicaban muchos dibujos y fotograf¨ªas de aquella guerra y yo copiaba de esos documentos, de modo que yo nac¨ª ya dibujando la guerra. Esa guerra del 14 se acab¨® en 1918. En esa guerra fue herido el gran poeta Guillaume Apollinaire, amigo de Picasso, una herida tremenda en la frente. Despu¨¦s vino la Revoluci¨®n de Octubre en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En el a?o 20 viene la guerra de ?frica, con Primo de Rivera, que era en ese momento el dictador. Y as¨ª llegamos a la Rep¨²blica y a la guerra civil. De modo que yo soy un poeta de las guerras. Yo nada m¨¢s que he vivido guerras, la verdad.
P. La peor, la de Espa?a.
R. Fue una guerra mortal. Acab¨® con Espa?a y con la intelectualidad espa?ola, produjo la gran emigraci¨®n, el exilio. Muchos se fueron a M¨¦xico y yo me fui a la Argentina, donde viv¨ª m¨¢s de 14 a?os, antes de residir en Italia. Aquella guerra me convirti¨® en un exiliado profesional: 39 a?os de exiliado, hasta que pude volver con mi pasaporte a una tierra en la que ya no estaba Franco. Treinta y nueve a?os. C¨®mo nos destroz¨® esa guerra.
P. ?Cu¨¢ndo termin¨® para usted la guerra de Espa?a?
R. La guerra termin¨® cuando tuve permiso para volver a Espa?a. Esa guerra me tuvo fuera cerca de 40 a?os y eso le convierte a uno para siempre en un exiliado. En ese sentido, la verdad es que la guerra ya no se acaba nunca.
P. ?Qu¨¦ es la guerra? ?C¨®mo nos afecta?
R. Yo creo que la guerra, y sobre todo la de Espa?a, que fue tan destructiva, destruye intelectualmente a la gente, aparte de todos los restantes desastres que produce. La guerra, y en especial una guerra civil como la nuestra, es la mayor cat¨¢strofe que uno se pueda imaginar jam¨¢s. Dos bandos terribles, un mill¨®n de muertos, y se dice pronto. Acab¨® con todo. Aqu¨ª no qued¨® un poeta. La guerra es lo peor que le puede pasar a un pueblo. La cosa m¨¢s feroz. Una guerra internacional, en la que t¨² eres franc¨¦s, el otro es ingl¨¦s y aquel es un alem¨¢n, deja m¨¢s en su sitio a la gente luego, pero una guerra civil lo trastoca todo, lo ennegrece todo.
P. Si usted tuviera que buscar un s¨ªmbolo de lo que pasa en la guerra, ?cu¨¢l elegir¨ªa?
R. La muerte de Federico Garc¨ªa Lorca, que fue la primera gran v¨ªctima de la guerra civil: lo fusilaron el 19 de agosto. Esa v¨ªctima puede resumir toda la tragedia y la represi¨®n que hubo en Espa?a. El s¨ªmbolo de la guerra es el pobre Federico, que lo mataron tan pronto.
Barco volando
P. ?Hubo alg¨²n s¨ªmbolo de la barbarie posterior, de la guerra mundial, que le haya quedado en la memoria?
R. Yo pude irme de Francia en un barco, hacia Argentina, evitando as¨ª que nos entregaran a Franco y nos fusilaran. Por recomendaci¨®n de Picasso encontr¨¦ un barco franc¨¦s que se llamaba Mendoza y nos metimos en ese barco para hacer una traves¨ªa infectada de submarinos alemanes. As¨ª llegamos a R¨ªo de la Plata. En ese momento de la llegada estaba la flota inglesa esperando un barco alem¨¢n. Nosotros llegamos en medio de la batalla. Cuando los marineros se vieron perdidos, ellos mismos utilizaron una carga de dinamita para volarlo, de modo que la flota inglesa no se pudo incautar del barco antes de que ¨¦ste se hundiera. Entonces yo vi una cosa formidable: c¨®mo un barco de aquellas dimensiones, impulsado por la dinamita, se alzaba entero, levantando su popa y alz¨¢ndose al cielo, y entre el barco y el mar vi la l¨ªnea del aire. Creo que nunca hab¨ªa visto un barco del tama?o de un acorazado como aqu¨¦l levantado en el aire hasta caer verticalmente.
P. ?Sinti¨® usted miedo en las guerras?
R. Yo siento miedo una vez que debiera haber tenido miedo, cuando ya han pasado las cosas. Yo creo en mi estrella: he estado en circunstancias en que me han podido matar 40 veces, pero siempre escap¨¦ con vida. De la guerra de Espa?a me fui en el ¨²nico barco que quedaba para ir a Or¨¢n, y de la guerra mundial me fui de prestado en un barco que no ten¨ªa que estar all¨ª. Cuando lo cuento me digo: 'caramba, ?y c¨®mo demonios sal¨ª yo de aquello', pero mientras tanto no me doy cuenta de que debo sentir miedo. As¨ª que yo deb¨ªa estar muerto desde hace 100 a?os. Pero yo no me puedo morir de esa forma, con las muertes normales de los hombres. Me morir¨¦ un d¨ªa hablando, o volando. Perderme volando, perderme en la niebla, sin que yo lo notara. Irme no se sabe hacia d¨®nde, acaso buscando el cometa Halley.
P. ?Y c¨®mo es el miedo cuando uno lo siente?
R. Yo no s¨¦ lo que es el miedo porque siempre creo que me voy a salvar. No es por presumir de nada, porque ser¨ªa una presunci¨®n idiota.
P. Ha llegado de nuevo la guerra. ?Qu¨¦ le ha pasado por la cabeza estos d¨ªas pensando en ella?
R. Es una guerra premeditada, fr¨ªa, muy sucia. Dolorosa, fea. Muy fea. Es raro todo lo que ha pasado. Estas cosas huelen siempre a petr¨®leo. Muy feo, muy asqueroso. No creo que haya buenos y malos. En el fondo se es un poco maldito cuando uno cae en el c¨ªrculo en el que cabe una guerra. Es un momento de maldici¨®n. Muy triste y muy desesperante. Tan a sangre fr¨ªa hacer esa guerra, con unos barcos esperando ah¨ª al lado para bombardear. Tal como se ha estado llevando tiene una parte de drama del absurdo: la gente con la radio puesta hasta que se oye un pitido y es la guerra, que viene como si fuera un visitante.
Locura
P. Usted cree que detr¨¢s de esta guerra est¨¢ la codicia?
R. Siempre la guerra se hace por la codicia de quedarse con algo. Invadir otro pa¨ªs es para quedarse con ¨¦l. Y provocar las guerras para perderlas es absurdo, como fue absurdo lo que hizo Hitler. Hitler hizo tres guerras para perderlas: hizo tres veces polvo a Francia, lleg¨® hasta la frontera de San Sebasti¨¢n, y luego, despu¨¦s de tanta destrucci¨®n y tanta cosa, ¨¦l ha perdido.
P. ?Por qu¨¦ los hombres hacemos las guerras? ?No sirve para nada la paloma de la paz?
R. No sirve sino para dibujarla. Las matan y se las comen. La guerra se hace porque hay un margen de locura en el ser humano, que de cuando en cuando aparece, como aparece un ataque de locura. No se comprende que en su verdadero estado racional el hombre pueda hacer unas guerras como las que ha habido desde el principio del mundo y como la que hay ahora, que es la guerra del petr¨®leo: el primero que se ha quedado con el petr¨®leo provoca la guerra, porque los dem¨¢s van a quit¨¢rselo. Qu¨¦ absurdo, qu¨¦ misterioso es todo.
P. Usted escribi¨® aquel poema sobre la paloma equivocada. ?Ahora est¨¢ de nuevo equivocada la paloma?
R. S¨ª, a veces se descarrila y se equivoca la paloma. Pero encuentra su rumbo porque es imposible acabar con ella del todo.
P. ?Y de la paz que simboliza qu¨¦ queda?
R. De la paz queda algo moment¨¢neo nada m¨¢s. Hubiera querido creer en la paz perenne. La paz aparece y desaparece por etapas. La paz es algo que est¨¢ siempre detr¨¢s de la guerra y aunque la dibujes no se queda, no eres capaz de fijarla nunca aunque la pongas sobre un papel en forma de paloma.
P. Octavio Paz dec¨ªa que no hab¨ªa habido un solo d¨ªa de paz en el mundo desde que ¨¦l naci¨® en 1914. ?Es una fatalidad?
R. Es una mala suerte, una desgracia. Y lo peor es cuando la paz desaparece del todo, como si se arrancara de cuajo, como pasa ahora mismo. La paz es lo que m¨¢s deseamos, pero est¨¢ visto que no tenemos poder para sujetarla. La paloma no sirve sino para creer la ilusi¨®n de que puede ser, pero se evapora. Se vuela. Es un s¨ªmbolo tan volandero.
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