"Las bombas no tienen ojos"
Hace seis o siete meses, la mayor parte de los habitantes de Southfield, el suburbio de Detroit sede de la principal colonia iraqu¨ª en EE UU, no pod¨ªan ni imaginar que ver¨ªan a trav¨¦s del televisor c¨®mo las fuerzas militares estadounidenses destru¨ªan su pa¨ªs de nacimiento.Hay televisiones retransmitiendo las ¨²ltimas novedades del conflicto hasta en las tiendas, como la carnicer¨ªa K and F, de Mile Road en Oak Park, un barrio de Southfield donde varios clientes, todos ellos iraqu¨ªes cristianos, caldeos, hacen tertulia. S¨®lo uno de ellos, empleado del local, responde a las preguntas del periodista.
Nashat Dadol, de 65 a?os, explica que no entiende c¨®mo una potencia como EE UU y los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo pueden estar atacando un pa¨ªs como Irak en lugar de intentar alcanzar una soluci¨®n, "la que sea, pero que evite el derramamiento de sangre". Al¨ª, un cliente, a?ade con temor que EE UU ten¨ªa que haber esperado a que el bloqueo surtiera efecto en lugar de emplear la fuerza.
Dadol es el padre de 10 hijos; muchos de ellos abandonaron Irak perseguidos por el r¨¦gimen de Sadam, poco amigo de las minor¨ªas y comunidades no musulmanas, como es el caso de los caldeos. Toda su familia vive en la zona de Detroit, pero el pensamiento de Dadol est¨¢ con su hija, que se halla en Bagdad con su marido y su ni?o. "?Que c¨®mo me siento? ?C¨®mo me puedo sentir al ver aviones del pa¨ªs que me ha acogido bombardeando Bagdad?", explica el viejo carnicero, que no acepta como v¨¢lidas las informaciones que se?alan que los ataques aliados no han alcanzado objetivos civiles. Dadol, el carnicero de Southfield, responde: "Las bombas no tiene ojos".
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