Celebraci¨®n de la vida
Mientras a miles de kil¨®metros la guerra contin¨²a sembrando destrucci¨®n y muerte, y se extiende una mancha de petr¨®leo de consecuencias imprevisibles para el medio ambiente, la m¨²sica ofrecida con generosidad por el Paul Winter Consort durante m¨¢s de dos horas es de las que reconcilia con la vida.A finales de la d¨¦cada de los 60, Paul Winter dej¨® su sexteto de jazz y bautiz¨® su nuevo grupo con el nombre de consort, un t¨¦rmino que se utilizaba en la Inglaterra de los siglos XVI y XVII para designar cierto tipo de formaciones instrumentales de c¨¢mara. Con esa a?eja denominaci¨®n, el saxofonista estadounidense pretend¨ªa comprometerse con un espectro m¨¢s amplio de la m¨²sica del mundo. Y as¨ª ha sido.
Paul Winter Consort
Paul Winter (saxo soprano), Paul Halley (piano), Eugene Friesen (violonchelo), Rhonda Larson (flauta) y Glen V¨¦lez (percusiones). Precio: 2.000 pesetas. Aforo: 1.900 personas. Palacio de Congresos y Exposiciones. Madrid, 25 de enero.
En esta segunda visita a Madrid, en el transcurso de una gira que ha de llevarlo todav¨ªa a Palma de Mallorca, Barcelona, Valencia, Granada y Santiago de Compostela, el Consort mostr¨® un perfecto ensamblaje. La presencia del pianista Paul Halley, ausente en la anterior ocasi¨®n, se dej¨® sentir positivamente en una agrupaci¨®n nacida, seg¨²n Winter, con la vocaci¨®n de mantener el equilibrio entre conjunto y expresi¨®n individual.
Pandereta
En sus respectivos solos, Eugene Friesen acarici¨® con su arco las melanc¨®licas cuerdas del violonchelo para desembocar en un vibrante final percusivo, y Glen V¨¦lez, como quien no quiere la cosa, dio una lecci¨®n magistral de lo que se puede hacer con una simple pandereta.Algunos de los invitados especiales que suelen participar en los discos de Paul Winter no pudieron asistir aunque s¨ª se hallaban presentes en esp¨ªritu, como se?al¨® el m¨²sico norteamericano. Por medio de unas cintas pregrabadas, se pudieron escuchar los enternecedores cantos de las ballenas (Canci¨®n de cuna de la madre ballena a los peque?os cachorros de foca), el conmovedor aullido del lobo (Ojos de lobo) o los sonidos que emiten unos b¨²hos que habitan los bosques ancestrales del noroeste de los Estados Unidos y que est¨¢n en peligro de extinci¨®n (Cathedral forest).
Es probable que nunca los sonidos de los animales se hayan fundido con las armon¨ªas musicales de los hombres de una forma tan emotiva. Y viene a la memoria esa denominada hip¨®tesis Gaia, seg¨²n la cual, el planeta Tierra ser¨ªa un organismo vivo en el que animales y plantas cumplen una funci¨®n espec¨ªfica que ayuda a mantener su equilibrio. Si algo comunica la m¨²sica del Paul Winter Consort es alegr¨ªa de vivir, un entusiasmo casi infantil por la naturaleza, y el propio Winter suele comentar las transformaciones que se dan en gente de ciudad.
En su magn¨ªfico d¨²o, Halley y Friesen tomaron como base para sus improvisaciones el Himno a la alegr¨ªa de la Novena sinfon¨ªa. Y para despedir se, los cinco interpretaron Common ground, que habla de una tierra com¨²n. Todo un anhelo.
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