Rico cine pobre
La boca de casi todos quienes hacen u organizan hoy en Europa la creaci¨®n de pel¨ªculas est¨¢ llena de la palabra dinero: producci¨®n, presupuestos, subvenciones, industria, financiaci¨®n, desgravaci¨®n. Est¨¢ bien que as¨ª sea, pero mejor es que de un remoto, oscuro e ¨ªntimo rinc¨®n de la inmensa Uni¨®n Sovi¨¦tica nos lle,gue precisamente ahora Quieto, muere, resucita, una pel¨ªcula hecha con cuatro monedas y que -al margen de la ret¨®rica industrial referida- nos devuelve dentro de su pobreza material el cine en su m¨¢s absoluta riqueza pol¨ªtica y moral.En el ¨²ltimo festival de Cannes se estren¨® esta obra casi clandestinamente. La pel¨ªcula gan¨® la C¨¢mara de Oro, que se concede a la mejor primera pel¨ªcula. Kanevski ten¨ªa al recibir el premio la pinta de un veterano curtido en docenas de Filmes, cuando esta su ¨®pera prima le llega con 55 a?os sobre las espaldas. Meses despu¨¦s, en el festival de Valladolid, el filme se llev¨® uno de los grandes premios.
Quieto, muere, resucita
Direcci¨®n y gui¨®n: Vitali Kanevski. Fotograf¨ªa: Vladimir Briliakov. M¨²sica: Sergu¨¦l BanevIch. URSS, 1990. Interpretes: Pavel Nazarov, DInara Driikarova, Elena Popova. Estreno en Madrid: Renoir (Mart¨ªn de los Heros).
En condiciones normales, su director y guionista, hombre integral de cine, debiera contarcon una filmograf¨ªa dilatada, pero ser en la URSS un hombre libre y dispuesto a ejercer su libertad era, hasta hace pocos a?os, camino sin vuelta a la c¨¢rcel, y a ella fue Kartevski, que ahora, tard¨ªamente pero con energ¨ªa, despierta de la pesadilla y reanuda. su carrera, rota hace un cuarto de siglo.
La sombra de Bu?uel
El Filme cuenta una historia tierna y dur¨ªsima, con no d¨ªsimulado origen autobiogr¨¢fico y situada en el infierno del poblado que rodea a un campo de concentraci¨®n sovi¨¦tico situado en el extremo oriental de Siberia, al final de la guerra mundial. Posee una. vitalidad arrolladora. Sus im¨¢genes son veloces, a veces casi fren¨¦ticas, realizadas con un desali?o (blanco y negro, c¨¢mara en mano, emulsiones ultrasensibles para ahorrar iluminaci¨®n), que no estorba a la credibilidad y vigor de la imagen, sino que incluso a veces la enriquece y le otorga nobleza, ya que Kanevski agudiza su ingenio para cubrir con ¨¦l la falta de medios. Y al final elsta carencia no se ve, queda diluida en la plenitud de los rostros y en la amarga y en¨¦rgica belleza (cargada de humor y horror) con que este cineasta los mueve y con sus movimientos nos conmueve.Media docena de actores (todos magn¨ªficos, y el ni?o protagonista, prodigioso, genial) naturales se encargan de hipnotizar al espectador con una aplastante descarga de verdad cinematogr¨¢fica, tras la que asoma un m¨¢s que notable sentido del ritmo, un conocimiento poco com¨²n de la direcci¨®n de actores y las sombras de una cultura cinematogr¨¢fica en la que se observan sombras de cineastas de gran fuste, sobre todo de Alex¨¦i Guerman (y su Ivan Lapshin) y Luis Bu?uel (en especial el de Los olvidados).
No se trata de una deducci¨®n mec¨¢nica por Kanevski de im¨¢genes de estos sus maestros, sino del inteligente aprovechamiento de su estilo para crear met¨¢foras y volver del rev¨¦s el signo de im¨¢genes, personajes y situaciones.
Estalinismo interior
En este sentido, y no siendo un filme pol¨ªtico, sino una historia l¨ªrica sobre el amor entre una ni?a y un ni?o, Quieto, muere resucita es un terrible retrato interior del estalinismo y por ello una obra de alto riesgo moral, dolorida y no obstante alegre, a causa de la capacidad de Kanevski para transmitir al espectador, junto a aquel horror y aquel humor, derroches de vida. Cine pobre de gran riqueza: la sal del cine concentrada en una peque?a obra maestra de este arte todav¨ªa contempor¨¢neo cuando sabe mirar, como aqu¨ª, al fondo de abismos del pasado, que siguen aqu¨ª presentes, no cancelados, cada d¨ªa m¨¢s acosadores.
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