Parte de bajas
Las bajas de guerra son algo aceptado de forma natural cuando las hostilidades comienzan. Es m¨¢s, no s¨®lo son una p¨¦rdida importante, humana y militar, sino que tambi¨¦n sirven al esfuerzo propagand¨ªstico de los adversarios. Un soldado, ni muerto descansa en paz. En el Golfo, el recuento de v¨ªctimas ha comenzado en serio, ahora que la infanter¨ªa entra en acci¨®n, pues ¨¦sa es una ley de la guerra: los soldados de a pie mueren en mayor n¨²mero y proporci¨®n que los marinos o aviadores. En cualquier caso, queda claro que los cad¨¢veres de 11 marines han tenido m¨¢s impacto p¨²blico que los pilotos ca¨ªdos en combate.Mucho se ha especulado sobre cu¨¢ntos muertos puede costar la campa?a. terrestre. N¨²meros absolutos. Sin embargo, en t¨¦rminos militares lo que realmente importa no es cu¨¢ntos muertos hay, sino la proporci¨®n en el total de las fuerzas. No es lo mismo perder 1.000 hombres de una brigada (con unos 4.000 soldados) que de una divisi¨®n (con 15.000). As¨ª como la velocidad con que se producen: no es lo mismo una tasa de bajas del 1% en 10 d¨ªas que en uno.
Extra?amente, la tasa de desgaste humano, a pesar de la creciente letalidad de las armas, no se ha incrementado en las ¨²ltimas guerras. Tal vez porque la protecci¨®n del personal a trav¨¦s de la dispersi¨®n y otros medios pasivos, tambi¨¦n haya aumentado. Lo que no quiere decir que en este conflicto o en otro futuro no aumente, por supuesto.
Las mayores carnicer¨ªas parecen ser cesa de la historia. En Verd¨²n, las tropas perdieron miles de soldados; en la Segunda Guerra Mundial, la media diaria fue de 40 muertos por cada 100.000 combatientes; pr¨¢cticamente lo mismo que las bajas israel¨ªes en el Yom Kippur o en el L¨ªbano en 1982.
En esta guerra, las bajas depender¨¢n de la artiller¨ªa que se emplee, de si las tropas avanzan o se defienden, de la duraci¨®n de los combates, de las armas antipersonal. empleadas. Pero se calcula que uno de cada tres heridos acabar¨¢ muriendo y que el 80% de esas bajas estar¨¢ causado por fragmentaci¨®n, con un 12% de heridas en la cabeza, 16% en el pecho, 11% en el abdomen y un 22% en brazos y piernas.
Los muertos son, operativamente, menos molestos que los heridos y supervivientes. La fatiga mental del combate, de perder compa?eros, causa numerosas bajas. En la Segunda Guerra Mundial se pensaba que ning¨²n combatiente pod¨ªa superar los 200 d¨ªas de campa?a sin ser relevado. En el frente saud¨ª, psiquiatras y psic¨®logos son legi¨®n.
Desde el punto de vista de las operaciones, los cad¨¢veres son hombres que ya, por desgracia, s¨®lo cuentan en la guerra psicol¨®gica de t¨¦tricas cifras. Los heridos requieren asistencia. El resto de bajas significa menor capacidad de combate. Claro que, en esta ocasi¨®n, los matem¨¢ticos de la guerra no tendr¨¢n que preocuparse de esos 40 soldados que cada d¨ªa ten¨ªan que rebajar de servicio los aliados en Europa por enfermedades ven¨¦reas.
Rafael L. Bardaj¨ª es director del Grupo de Estudios Estrat¨¦gicos.
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