JORDI SOL? TURA Partidarios de la paz
Si la guerra del Golfo ha estallado, es evidente que todos los que quer¨ªamos evitarla hemos fracasado. Y dado que yo no s¨¦ de n¨ªnguna fuerza pol¨ªtica ni social espa?ola m¨ªnimamente representativa que haya preconizado la guerra por principio, la conclusi¨®n es evidente: en nuestro pa¨ªs no han ganado los partidarios de la guerra, sino que hemos perdido todos. Por consiguiente, creo que los intentos de presentar la discusi¨®n pol¨ªtica en Espa?a como la confrontaci¨®n entre los partidarios de la paz y los partidarios de la guerra no s¨®lo falsean la realidad, sino que conducen a peligrosas conclusiones pol¨ªticas, como se vio en el discurso de Julio Anguita en el debate del Congreso de los Diputados sobre la crisis del Golfo. Por lo mismo, creo qe buena parte del debate p¨²blico que se ha realizado sobre este tema, si bien ha expresado las leg¨ªtimas inquietudes de unos y las naturales perplejidades de los m¨¢s, ha aportado bien poco al an¨¢lisis de lo ocurrido, y menos todav¨ªa a la previsi¨®n de lo que puede ocurrir.Desde mi propia inquietud y mi propia perplejidad, entiendo que este an¨¢lisis y esta previsi¨®n deben partir de un dato fundamental: se ha llegado a la guerra porque los medios de presi¨®n pac¨ªfica utilizados para que Sadam Husein abandonase Kuwait han resultado inoperantes. A este respecto, la ¨²nica discusi¨®n seria es si habr¨ªa que haber prolongado o no el embargo como ¨²nico factor de discusi¨®n. Pero el hecho es que seis meses de embargo apenas hab¨ªan producido ninguno de los efectos buscados y que la prolongaci¨®n del mismo pod¨ªa producir incluso efectos contrarios, dada la dificultad de mantener una fuerza internacional estable para asegurarlo durante mucho tiempo. Por lo dem¨¢s, cuando se conoce la estructura militar creada por el r¨¦gimen de Sadam Husein y se ve ahora el tipo de estrategia militar y pol¨ªtica que se est¨¢ desarrollando, es evidente que se hab¨ªa preparado para un largu¨ªsimo asedio y estaba en condiciones de mantener intacto su poder¨ªo como principal potencia militar de la zona y cuarta del mundo. Y la verdad es que nadie ha sido capaz de proponer una forma realmente operativa para doblegar la voluntad de Sadam Husein sin recurrir a la guerra. La alternativa era, pues, desgraciadamente, aceptar como hecho consumado la actitud de Sadam Husein y todos los peligros que ello conllevaba para el futuro en una zona tan conflictiva y con intereses tan contrapuestos y tan decisivos para el mundo entero o aceptar como hecho inevitable una guerra no deseada. Mal que nos pese, ¨¦stos son los hechos que ninguno de nosotros, ni en Espa?a ni fuera de Espa?a, hemos sido capaces de modificar. Por eso, la aut¨¦ntica discusi¨®n pol¨ªtica consiste ahora en ver c¨®mo se termina la guerra lo antes posible, lo cual exige, a su vez, ver c¨®mo contribuimos a resolver los problemas que nos han llevado a ella. ?sta es la responsabilidad de toda fuerza pol¨ªtica.En la citada reuni¨®n del Congreso de los Diputados, Izquierda Unida- Iniciativa per Catalunya present¨® una propuesta de resoluci¨®n -que s¨®lo obtuvo los votos del propio grupo- que exig¨ªa la retirada inmediata de Irak de Kuwait y el cese no menos inmediato de las hostilidades. Y como medidas para conseguirlo exig¨ªa la retirada de las fuerzas navales espa?olas desplazadas a la zona y la prohibici¨®n de usar las bases militares existentes en el territorio espa?ol para el apoyo log¨ªstico a las fuerzas aliadas, adem¨¢s de la celebraci¨®n de una conferencia internacional.
Para Julio Anguita, su propuesta de resoluci¨®n era la de los partidarios de la paz, frente a la de los partidarios de la guerra; es decir, la que aprob¨® el 94% de los diputados, dando su apoyo a la pol¨ªtica desarrollada hasta ahora por el Gobierno espa?ol. Pues bien, ante esta pretensi¨®n, todos tenemos el derecho y el deber de preguntarle: ?c¨®mo piensa que se puede conseguir la retirada de Irak del territorio de Kuwait despu¨¦s de seis meses de presiones internacionales para que lo hiciera, despu¨¦s de 12 resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, apoyadas pr¨¢cticamente por todos los pa¨ªses, y despu¨¦s de que esta misma exigencia le fuese formulada no s¨®lo por los integrantes de la fuerza multinacional que act¨²a bajo los auspicios de la ONU, sino tambi¨¦n por los gobernantes de Libia, Yemen, Jordania e Ir¨¢n, y por los m¨¢ximos dirigentes de la OLP? ?Bastan para ello las proclamas solemnes? ?Bastan para ello las expresiones de buena voluntad? ?Bastan las manifestaciones p¨²blicas de repudio a la guerra?
Las manifestaciones son el ejercicio colectivo de un derecho constitucionalmente reconocido y una prueba de la robustez del sistema democr¨¢tico. Pero lo cierto es que en estos momentos hay muchas manifestaciones sobre la guerra del Golfo en todo el mundo. Unas, las que se celebran en los pa¨ªses musulmanes, tienen una lectura un¨ªvoca: son expresiones de apoyo a Sadam Husein y a su propuesta de guerra santa. No son, pues, manifestaciones contra la guerra, sino a favor de ella. Otras, las que se celebran en pa¨ªses como el nuestro, pueden tener una doble lectura: vistas desde aqu¨ª son, ciertamente, una expresi¨®n de voluntad contra la guerra; vistas desde Irak pueden ser entendidas como una justificaci¨®n para que el propio Sadam Husein prolongue su resistencia y su negativa a retirarse de Kuwait, a la espera de mayores dificultades internas de sus adversarios. Creo que esta contradicci¨®n existe desgraciadamente, y que de nada sirve silenciarla para quedar bien. Y nada lo demuestra mejor que las palabras del propio Sadam Husein en su ¨²ltima entrevista a la cadena CNN cuando agradec¨ªa a los manifestantes espa?oles el apoyo a su causa.
La guerra est¨¢ ah¨ª, y nuestro deber es ver c¨®mo contribuimos, en la medida de nuestras fuerzas, a ponerle fin cuanto antes, abriendo todas las v¨ªas de negociaci¨®n posible, aunque sepamos que ¨¦stas son, hoy por hoy, casi inexistentes. Pero debe quedar claro que esta guerra pod¨ªa no haber empezado y ahora puede terminar r¨¢pidamente si Sadam Husein quiere. Basta una palabra suya para ello. Y hay que a?adir que s¨®lo se podr¨¢n abrir aut¨¦nticas negociaciones y organizar conferencias internacionales si la guerra termina pronto, sin una derrota aplastante de Irak y sin mayores complicaciones en la zona, como las que Irak intenta crear. Por eso debemos preguntarnos si exigir que Espa?a se margine totalmente y se niegue a aportar la contribuci¨®n que tiene actualmente, especialmente el permiso de ultilizaci¨®n de las bases a¨¦reas, es una medida adecuada para forzar la retirada de Irak o, al contrario, un est¨ªmulo m¨¢s para que Sadam Husein mantenga su intransigencia. Y hay que insistir en esto porque en un pa¨ªs como el nuestro, tradicionalmente aislado y ausente de los grandes conflictos internacionales, un importante sector de la opini¨®n est¨¢ l¨®gicamente inquieto ante unos riesgos dif¨ªciles de prever, y hay que decirle sin ambages que el principal problema que tendr¨¢ nuestro pa¨ªs en los pr¨®ximos meses, sobre todo si la guerra se prolonga y las cosas se complican, no ser¨¢ retirarse, sino resistir las presiones para que se implique m¨¢s en el esfuerzo b¨¦lico.
Finalmente, creo que no se puede hacer ninguna propuesta que contribuya seriamente al fin de la guerra sin plantear con rigor las medidas a tomar despu¨¦s de que acaben las hostilidades. En nuestro pa¨ªs, todos somos partidarios de la convocatoria de una conferencia internacional al t¨¦rmino de la guerra. Pero tambi¨¦n en esto hay que ser senos y tener un exacto sentido de la realidad. Si la conferencia internacional no se lleg¨® a realizar antes del conflicto, porque nadie sab¨ªa qu¨¦ autoridad era capaz de ordenar una zona tan conflictiva, despu¨¦s de la guerra tampoco va a resultar f¨¢cil, porque a los problemas de antes se va a a?adir otro: que las partes concernidas se van a dividir en vencedoras y vencidas. Frente a estas dificultades anunciadas, ?es de recibo exigir una conferencia y pedir voz y voto en ella y al mismo tiempo decir que nosotros nos apartemos ahora, en los momentos m¨¢s dif¨ªciles de tan terrible conflicto?
En estos momentos es f¨¢cil hacer demagogia, sobre todo cuando se acercan elecciones. Pero si la demagogia es siempre peligrosa, en este caso lo es mucho m¨¢s. Por eso, lo menos que se puede pedir es que cada uno asuma sus propias responsabilidades para que los ciudadanos puedan distinguir claramente a los que luchan de verdad por la paz y a los que se limitan a hacer propaganda.
es diputado socialista y presidente de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- IV Legislatura Espa?a
- Plenos parlamentarios
- Importaciones
- Partidos ecologistas
- Opini¨®n
- Inhabilitaci¨®n
- Guerra Golfo
- Congreso Diputados
- Pol¨ªtica defensa
- Funcionarios
- Irak
- Funci¨®n p¨²blica
- Izquierda Unida
- Instalaciones militares
- Kuwait
- Fuerzas armadas
- Comercio internacional
- Sentencias
- Legislaturas pol¨ªticas
- Estados Unidos
- Comercio exterior
- Sanciones
- Parlamento
- Partidos pol¨ªticos
- Oriente pr¨®ximo