Viaje
La noche del domingo, en Beirut, un amigo me propuso dar un paseo insospechado: recorrer la ciudad completa, sin barreras, sin l¨ªnea verde, sin divisiones. La ciudad reunificada despu¨¦s del fin de la ¨²ltima -por ahora- de las guerras que durante 17 a?os han asolado el L¨ªbano. De punta a punta, incluida la zona que ni los de un lado ni los del otro pudieron visitar mientras dur¨® el conflicto y que los periodistas que trabajamos aqu¨ª nunca pud¨ªmos conocer: el centro mismo, el coraz¨®n de la hermosa ciudad que fue. Bajo la luna, todo lo que refulg¨ªa eran ruinas. Una panor¨¢mica de la capacidad humana para la destrucci¨®n que no necesita adjetivos. Al menos, yo no s¨¦ d¨®nde buscarlos. Escuelas, hospitales, casas familia res, villas, plazas, calles, iglesias, mezquitas. Amas¨ªjos de piedras. Donde hubo vida y ni?os que jugaban, hoy crecen las ortigas y se pasean las ratas. Debajo de las piedras asoman hierros retorcidos, restos de armas, coches calcinados y alg¨²n que otro carro de combate fuera de ¨ªdem, que se yergue en la oscuridad como un monumento al machismo m¨¢s peligroso. Se ha hablado mucho de Beirut. No lo suficiente, y no en este justo momento. Cada uno de nosotros aprender¨ªa m¨¢s de la cruel dad y la inutilidad de la guerra dan do un paseo como el m¨ªo del domingo que sentado ante la televisi¨®n.En las ruinas de Beirut ya no quedan cad¨¢veres, pero h¨¢ganme un favor. Cierren los ojos y trasl¨¢dense conmigo, viajen a trav¨¦s del espacio y aprox¨ªmense a este ingente mont¨®n de piedras. En el fr¨ªo horror de esos muertos deformes est¨¢n escritos, con tinta invisible pero in deleble, los nombres de las v¨ªctimas. Para lograr este b¨¢rbaro resultado fueron precisos 17 a?os porque se usaron armas convencionales. Llegar a la misma situaci¨®n, con la sofisticaci¨®n de ahora, les va a costar a los iraqu¨ªes menos tiempo.
Viajen conmigo a Beirut y aprender¨¢n de sus ruinas.
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