Los socialistas y la guerra
SI LA diversidad es enemiga del esquematismo, pocas asociaciones resultan en la actualidad menos esquem¨¢ticas que la Internacional Socialista. Llama la atenci¨®n la variedad de las posiciones adoptadas por los partidos socialistas ante la guerra del Golfo hasta el punto de que en la reuni¨®n del 2 de febrero, en Viena, no se pudo aprobar ning¨²n documento conjunto sobre el tema. La gama de las posiciones abarca desde la presencia en las manifestaciones pacifistas -como en Alemania o Jap¨®n- hasta la participaci¨®n plena en la guerra, como en Italia o Francia; o la actitud del PSOE de apoyo a distancia al esfuerzo b¨¦lico.Incluso entre los partidos socialistas actualmente en la oposici¨®n aparecen actitudes contradictorias. Es significativo que el Partido Laborista brit¨¢nico aporte su apoyo a la pol¨ªtica de guerra del Gobierno Major -el Gobierno europeo m¨¢s identificado con EE UU- mientras el Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD) critica duramente las contribuciones, m¨¢s bien modestas, que Alemania hace al esfuerzo b¨¦lico, en forma de ayudas financieras o de env¨ªo de grupos de especialistas a Turqu¨ªa para tareas defensivas ante un improbable ataque iraqu¨ª.
Con ciertos matices, el SPD propugna -apoy¨¢ndose para ello en la Constituci¨®n- que Alemania se mantenga fuera de toda participaci¨®n en la guerra. En Gran Breta?a, el problema se presenta en un marco distinto: la posici¨®n del l¨ªder laborista Neil Kinnock en favor de la guerra ha agudizado la divisi¨®n en el seno del partido: el sector encabezado por Tony Benn -sin duda muy minoritario- es uno de los promotores de la campa?a pacifista en Gran Breta?a. En realidad, la guerra ha reavivado la lucha interna de la ¨²ltima d¨¦cada en torno a la pol¨ªtica exterior y de defensa. La mayor¨ªa laborista, abanderada por Kinnock, abandon¨® la reivindicaci¨®n de un desarme, nuclear unilateral cuando se di¨® cuenta de que le obstaculizaba ¨¦l retorno al poder. En cambio, el grupo de Benn se aferr¨® a la l¨ªnea del desarme unilateral. Hoy, la posici¨®n mayoritaria del laborismo tiende a no distanciarse de un sentimiento nacional generalizado de apoyo a la! fuerzas brit¨¢nicas que luchan en el Golfo.
En Jap¨®n se reproduce en cierto modo el esquema de Alemania pero con una oposici¨®n a¨²n mucho m¨¢s combativa del Partido Socialista (PSJ), encabezado por su presidenta, Takako Doi. Frente a los intentos del gobierno Kaifu de aportar una ayuda de 9.000 millones de d¨®lares a la financiaci¨®n de los gastos b¨¦licos de EZ UU y de enviar algunos aviones para misiones humanitarias, la oposici¨®n socialista ha sido tajante. Esta negativa, que busca su respaldo en el texto coostitucional que prohibe a Jap¨®n actividades de guerra, ha encontrado un gran apoyo popular e incluso con otros partidos. Kaifu ha tenido que hacer una serie de concesiones -sobre el empleo de la ayuda financiera japonesa- ante el temor de ver derrotadas sus propuestas, sobre todo en la C¨¢mara Alta, donde no tiene la mayor¨ªa. El PSJ, cuya pol¨ªtica b¨¢sica es la neutralidad no armada de Jap¨®n, no acepta que la! resoluciones de la ONU le obliguen a comprometerse en la guerra del Golfo.
No deja de ser parad¨®jico el que algunos partidos socialistas, que siempre han manifestado su firme defensa de las Naciones Unidas y de su Carta, muestren sus discrepancias ante un conflicto en el que, por primera vez, la ONU ha tomado medidas dr¨¢sticas ante una agresi¨®n. Estos partidos esgrimen dos razones principales para defender su actitud: la primera, la ,convicci¨®n de que el embargo deb¨ªa haberse prolongado m¨¢s tiempo y de que el inicio de las operaciones el 17 de enero respond¨ªa en mayor medida a los planes hegem¨®nicos de EE UU que a una necesidad ineludible para la defensa del Derecho Internacional. La se gunda se basa en que el desarrollo de las operaciones, con los bombardeos sobre diversos objetivos en Irak, puede, desbordar la misi¨®n espec¨ªfica fijada por la ONU : de acabar con la ocupaci¨®n de Kuwait. Este segundo argumento, en el que se bas¨® el ministro franc¨¦s Chevenement para su dimisi¨®n ha sido invocado tambi¨¦n por el presidente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, presionado adem¨¢s por la opini¨®n de un importante sector de sus fuerzas armadas. La Internacional Socialista, ante las discrepancias tan marcadas que separan a sus partidos, ha decidido centrar sus esfuerzos sobre los problemas de postguerra. Tambi¨¦n en este terreno han surgido serias divisiones, sobre todo ante el problema palestino. Pero la reflexi¨®n sobre estas cuestiones tendr¨¢, al menos seg¨²n lo que se prev¨¦, tiempo suficiente en el inmediato futuro.
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