'?No t'ensajero nada!'
Las historias de dos mensajeros de Madrid
Un relato capic¨²a. Tras varios a?os de trabajo como mensajero, Javier Garc¨ªa Bola?os se ha pasado a la hosteler¨ªa. Marcos S¨¢nchez Ruiz ha recorrido inversamente el camino. Declin¨® la responsabilidad de organizar el rancho de hospitales y colegios para pasar ocho horas al d¨ªa atajando Madrid en una moto. Ninguno supera el cuarto de siglo, se declaran moteros convencidos y acumulan un pu?ado de buenas experiencias trabajando como correos del zar.
Marcos analiz¨® la misi¨®n encomendada durante su primer d¨ªa de trabajo en la empresa Gescar de mensajer¨ªa. Sus primeras cinco horas no pudieron ser m¨¢s aciagas. A bordo de su Vespa consigui¨® perderse dos veces y conservar la calma, mientras el sobre comenzaba a empaparse bajo el sirimiri. En cinco horas consigui¨® la rid¨ªcula cifra de 1.500 pesetas. Un desolador panorama que relata con mucho sentido del humor. "Han pasado dos meses y sigo aqu¨ª. ?Por qu¨¦? Porque me gusta. Aunque la gente no lo crea, tambi¨¦n hay mensajeros profesionales. Mi madre ha sido profesora de autoescuela y yo he manejado un volante cuando, por la edad, era un placer prohibido. Pues prefiero andar en moto". Marcos se siente muy bien tratado por sus jefes. "Ellos tambi¨¦n han sido mensajeros. Montaron esta empresa haciendo recados, y eso se nota. Aqu¨ª cobras por lo que trabajas, y si consigues hacer amigos entre los clientes, hasta te invitan a caf¨¦".El fr¨ªo y la lluvia no son sus peores enemigos. "A ciertas horas, los conductores de autom¨®viles desarrollan una agresividad que te obliga a ponerte a su nivel. Es imposible que te aburras. Hay que estar pendiente de todo y seguir con la vista lo que hacen los coches que llevas delante".
Entre la prisa y la envidia
Marcos se debate entre su prisa y la envidia que provoca entre los conductores de autom¨®viles, atrapados en el atasco, mientras ¨¦l se aleja del tap¨®n, rozando sutilmente el retrovisor con la rodilla y vali¨¦ndose de la chuler¨ªa que imprimen las dos ruedas. La mensajer¨ªa tiene un ying y un yang. "Para entrar no necesitas m¨¢s que 16 a?os y una moto. Pero como pocos lo toman como un trabajo fijo, la gente se cree que no existen profesionales en el sector. Yo he estudiado hosteler¨ªa y turismo, y aqu¨ª estoy. Para colmo. Alg¨²n fin de semana me hago otros 500 kil¨®metros en moto. Ahora quiero otra m¨¢quina m¨¢s grande para hacer largos recorridos".Y por fin surgen las an¨¦cdotas. Ese mensajero que se march¨® en Vespino a Barcelona y anduvo perdido tres d¨ªas. O aquel otro que interpret¨® su sobre: Calle Raimundo Fern¨¢ndez, y concluy¨®, en Villaverde. O los romances que se han cuajado intercambiando el albar¨¢n. Estos buzones m¨®viles tienen, durante ocho horas al d¨ªa, un mapa de Madrid en la cabeza y una moto endureciendo sus abductores.
Javier Garc¨ªa Bola?os sabe lo que significa tomarse la mensajer¨ªa como salvaci¨®n de apuros econ¨®micos en tiempos de vacaciones, pero lo que comenz¨® como una peque?a parte de su hucha termin¨® por ser el empleo que le dio para vivir sin estrecheces y seguir ahorrando.
200.000 al mes
Garc¨ªa Bola?os ingres¨® en Gescar a trav¨¦s de un anuncio en el peri¨®dico y tras deambular por algunas otras empresas de mensajer¨ªa, "donde te explotaban descaradamente". A fuerza de recibir miradas de desconfianza, aprendi¨® a interpretar la imagen que, en ocasiones, tiene la opini¨®n p¨²blica de algunos compa?eros. Por ese mismo despacho han llegado a desfilar 400 aspirantes en tan s¨®lo dos a?os. Algunos se han dado de alta y de baja en menos de 24 horas. Javier era un solicitado correveidile y, si los jefes no nos enga?an, estamos ante uno de los mejores mensajeros de Madrid.Ahora se ha convertido en empresario hostelero. "He montado un bar de copas con mi hermano, pero volver¨ªa sin dudarlo, a la mensajer¨ªa. He ganado amigos para toda la vida y bastante dinero. Puedes llegar a salir por las 200.000 pesetas al mes. Aqu¨ª no hay trampa ni cart¨®n. Lo que trabajas cobras. Un mensajero ha de ser r¨¢pido, seguro y tomarse el trabajo en serio, como si fuera el mejor empleo del mundo". Su experiencia como nuncio no ha podido ser mejor y nunca dej¨® una misi¨®n por imposible. Como dir¨ªa el chiste: Mensajeras, no t'ensajero nada.
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