Las legiones celestiales
Uno de los rasgos m¨¢s espectaculares de esta guerra es el af¨¢n con el que todo el mundo quiere ponerse "on the side of the angels;", como dicen los ingleses. Para empezar, y seg¨²n es bastante obvio, los contendientes m¨¢s directos: del lado de los ¨¢ngeles est¨¢n Sadam Husein en su lucha contra los satanes infieles e irriperialisas, y del lado delos ¨¢ngeles est¨¢n los aliados, capitaneados por Estados Unielos, paladines del derecho internacional conculcado y flagelo de tiranos. Las ¨²ltimas apariciones p¨²blicas de los dos l¨ªderes est¨¢n marcadas por este seguro angelical, lo que explica el nuevo aire a lo muec¨ªn castrense del dictador iraqu¨ª -bastante laico hasta hace poco- y el creciente look televang¨¦lico de Bush, buen pastor que sabe ense?ar los dientes a los lobos para no aburrir a las ovejas. Pero tambi¨¦n est¨¢n del lado de los ¨¢ngeles los palestinos, v¨ªctimas habituales de los trastornos de Oriente Pr¨®ximo, y por supuesto los jud¨ªos, v¨ªct¨ªrnas por antonomasia en todas partes desde comienzos de nuestra era. Las tres grandes religiones del Libro reducen por exigenc¨ªas del gui¨®n b¨¦lico sus edificanles maravillas a catecismos rabiosos: no es, desde luego, la prirricra vez que pasa...La n¨®mina querub¨ªnica es mucho m¨¢s amplia. Cuenta tambi¨¦n con quienes abominan de esta guerra porque es la delos ricos contra los pobres- estos angelitos, que por lo visto no son ni pobres ni ricos, sino todo lo contrario (como en la comedia de Mihura), se unen a quienes sentencian la identidad esencial entre Sadam Husein y Bush (aunque la culpa mayor la tenga Bush por no ser perfecto, no Sadam execrable) y a los que rechazan cambiar sangre por petr¨®leo, seguros de que cualquier tirano tolerado se lo vender¨¢ m¨¢s barato y la sangre ya la pondr¨¢n luego otros, como siempre. Puestos a rechazar, los hay que rechazan en cambio las blandenguer¨ªas humanitarias que estorban Armaged¨®n y el advenimiento victorioso del re¨ªno de los justos dernocr¨¢tico, mientras otros, masoquislas de boquilla, exigen soportar a Sadam como castigo por no haberlo detestado antes y prefieren rechazar la cultura tecnol¨®gica en bloque y aun la condici¨®n humana de arriba abajo, por rapaz, feroz, atroz y falaz. Cada cual dice lo necesario para salvar su alma. y carga el resto de las p¨¦rdidas a la cuenta de quien no le imita con la debida prontitud. M¨¢s cerca de los ¨¢ngeles que nadie por cuestiones profesionales, el patriarca cat¨®lico de Bagdad, tras asegurar que ninguna raz¨®n justifica un genocidio (declaraci¨®n que los fantasmas de los 20.000 kurdos exterminados por Sadam le agradecer¨¢n desde el otro rriundo), admite que su amigo el l¨ªder iraqu¨ª puede ser un tirano pero "como los dem¨¢s": no s¨¦ si se refiere a los dem¨¢s tiranos apoyados por prelados como ¨¦l o a que todo gobernante es tir¨¢nico, por lo que ninguno es digno de arrojar la primera bomba...
En fin, el edificante debate se centra en la cuesti¨®n de si una guerra puede ser alguna vezjusta (?No! ?S¨ª!) y si en caso afirmativo ¨¦sta lo es (?S¨ª! ?No!). Ser¨ªa obsceno por mi parte restarle importancia a tan venerable pol¨¦mica, pero confieso a?orar algo de pensamiento pol¨ªtico sobre el tema, entre tantas disquisiciones teol¨®gicas, morales y jur¨ªdicas. Lo que caracteriza al pensamiento pol¨ªtico serio es precisamente su renuncia a ponerse del lado de los ¨¢ngeles y con ello salvar el alma de toda culpa. No se trata de la c¨ªnica beatificaci¨®n de la raz¨®n de Estado (que casi nunca es otra cosa que mera justificaci¨®n, de gobierno), sino de la indagaci¨®n en torno a los intereses.conflictivos y expectativas concretas -hist¨®ricas- de la instfituci¨®n social. Por culpa tanto del. marxismo economicista como de sus fieros adversarios neoliberales, la reflexi¨®n pol¨ªtica -en lo que tiene de realista- ha sido abandonada por el mero c¨¢lculo de costes y beneficios o por la disputa de t¨ªtulos de propiedad entre lo individual y lo colectivo. Mal asunto. Pensar la pol¨ªtica es asumir que ning¨²n ideal social puede ser mejor que los hombres destinados a llevarlo a cabo, aunque su realizaci¨®n debe facilitar que sus hijos o nietos se porten mejor con m¨¢s soltura. Es decir, que todo lo bueno suele salir de motivos regulares, cuancio no francamente turbios, Y del espanto ante las consecuencias de los vac¨ªos m¨¢s que de la limpia aplicaci¨®n de los principios. El pensador pol¨ªtico no espera que brote espont¨¢neamente el bien frente al mal, ni siquiera pretende obtener por destilaci¨®n el bien del mal; se contenta con se?alar los requisitos de posibilidad de lo preferible, a sabiendas de que tambi¨¦n lo preferible tiene mucho de insoportable y con el tiempo acabar¨¢ por serlo del todo. En una palabra, ya que no somos ni ¨¢ngeles ni bestias, se esforzar¨¢ por razonar c¨®mo quienes no se tienen por ¨¢ngeles van aprendiendo a no, hacer demasiado el bestia.
Por ejemplo, una de las ideas pol¨ªticas m¨¢s interesantes de la modernidad es el antimilitarimo. En cuanto pol¨ªtica, se distingue de la religi¨®n pacifista en que el pacifista considera abominable que los hombres se hagan violencia f¨ªsica unos a otros, y el antimiloitaristas que hay modo de obligarles a que la practiquen en menor escala que hasta la fecha. El pacifista rechaza toda coacci¨®n violenta en nombre de la concordia civilizada, y el antimilitarista se pregunta c¨®mo civilizar la concordia por medio de la menor violencia instituida. El pacifista considera que todo valor socialmente impuesto deja de serlo, y el antimilitarista supone que los valores sociales deben imponer se, pero no a tal precio que e. le jen de merecer la pena. Es dec¨ªr, el pacifista rechaza la contra dicci¨®n entre el n y los medios, mientras que el antimilitarista pretende dolorosamente mitigarla. A este respecto es Ilustrativa la trayectoria de Bertrand Russell, quien se denominaba pacifista relativo -encarcelado por oponerse a la I Guerra Mundial, apoy¨® la necesidad de la segunda (se indignaba contra quienes dec¨ªan que toda guerra es injusta); convencido de que el arma nuclear 'en un solo pa¨ªs impedir¨ªa toda guerra futura, lleg¨® a proponer que EE UU empleara preventivamente la Pasa a la p¨¢gina siguiente
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