?Seria posible?
Ahora, quiz¨¢ mucho m¨¢s r¨¢pido de lo que pueda parecernos, se concretar¨¢ la partici¨®n de Israel entre los dos pueblos. La pregunta es c¨®mo y en qu¨¦ circunstancias. Las circunstancias pueden llegar a ser terror¨ªficas. Consideremos un escenario en el que Israel es arrastrado a un acuerdo estando bajo presi¨®n, quebrado y humillado, con sus manos atadas, despreciado por todo el mundo, e internamente desgarrado en dos.Con todo, existe todav¨ªa otra posibilidad: que Israel se disponga a negociar la firma de un acuerdo para la partici¨®n del pa¨ªs bas¨¢ndose en un amplio -consenso interno para preservar lo realmente esencial y hacer concesiones en la medida en que sea posible. No es descabellado sostener que Israel todav¨ªa,pueda contar con las suficientes fuerzas internas y con el suficiente apoyo exterior que le posibiliten defender con u?as y dientes lo que para el pa¨ªs es imprescindible, l¨®gico y justo. Todav¨ªa es posible que quien firme el acuerdo sea un pueblo sensato, fuerte y confiado en s¨ª mismo. No un pueblo humillado y desgarrado, lleno de ira y frustraci¨®n.
Depende de las probabilidades de estructurar cierta medida de consenso nacional m¨ªnimo entre la izquierda sionista moderada y la derecha sionista racional. Para ello no existe necesidad de que se trate de un Gobierno en el que participe el Partido Laborista. Al contrario: un Gobiemo formado por el Likud y los religiosos al cualquieran engancharse los laboristas sin la creaci¨®n de una base m¨ªnima de acuerdo pol¨ªtico es la receta ideal para alimentar las vanas esperanzas de nuestros extremistas, esperanzas que s¨®lo provocan la prolongaci¨®n de los estertores de la "integridad de la tierra de Israel", y la in¨²til y peligrosa demora de nuestro ingreso en el quir¨®fano de la historia. Toda postergaci¨®n traer¨¢ aparejado un derramamiento gratuito de sangre. Toda demora acarrear¨¢ sufrimientos que debilitar¨¢n a Israel. La posibilidad de reconstruir una cierta medida de consenso nacional m¨ªnimo entre la izquierda y la derecha racionales ya no puede seguir bas¨¢ndose en la serie de noes comunes del Likud y el alineamiento (no a la OLP, no al acuerdo de Londres, no a la conferencia internacional, no al Estado palestino, no a las fronteras de 1967, no a las propuestas norteamericanas, etc¨¦tera). Por otro lado, ser¨ªa posible intentar basar -un acuerdo m¨ªnimo sobre la remoci¨®n de algunas minas del enfrentamiento interno.
Al menos sobre un tema que podr¨ªa hacer desaparecer algunos de los leg¨ªtimos temores que siente la derecha racional. Por ejemplo, el temor a que la izquierda no sea capaz de detenerse en su amok apaciguador.
El miedo a que, despu¨¦s de la partici¨®n del pa¨ªs y de la firma del tratado de paz, Arafat (o su sucesor) comience una t¨¢ctica de "una ¨²ltima concesi¨®n m¨¢s y basta" (en un escenario en el que los ¨¢rabes de Israel se hayan sublevado), y exija "s¨®lo Wadi Ara y nada m¨¢s", "s¨®lo la Galilea y nada m¨¢s", "s¨®lo el derecho al retorno y nada m¨¢s", y que la opini¨®n p¨²blica mundial, y junto con ella la izquierda israel¨ª, sea arrastrada por ese tobog¨¢n de concesiones.
Ser¨ªa adecuado que la izquierda asumiese ahora mismo el claro e inequ¨ªvoco compromiso pol¨ªtico, moral y emocional -tanto hacia sus propios conciudadanos como hacia el mundo exterior- de que despu¨¦s de la firma del tratado de paz se convertir¨¢ en halc¨®n en todo lo que se refiera a inamovilidad de las fronteras de paz y al cumplimiento a ultranza de cada letra y cada punto del tratado, llegando incluso a proponer la adopci¨®n de contundentes iniciativas militares si los palestinos violan dicho tratado.
Cuando abandonemos Nabl¨²s y Gaza, existe la posibilidad de que puedan conseguirse algunas correcciones fronterizas favorables a Israel en zonasen las que no existe una gran concentraci¨®n de poblaci¨®n ¨¢rabe. Ser¨ªa posible conseguir un acuerdo que impida el tendido de alambre de espino en el coraz¨®n de Jerusal¨¦n. Es imprescindible dejar en claro que nunca se tolerar¨¢ que ning¨²n ej¨¦rcito extranjero introduzca sus tropas en el Estado palestino, en cuyo territorio estar¨¢ prohibido el ingreso de armas ofensivas. La violaci¨®n de estos y de otros compromisos constituir¨¢ motivo suficiente y convenido para una intervenci¨®n militar israel¨ª, y la izquierda deber¨¢ ser la primera en exigir una reacci¨®n de este tipo.
Y dado que el fin ele la guerra ¨¢rabe-Israel¨ª se ha convertido en el inter¨¦s com¨²n de los dos grandes bloques y de la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo, Israel podr¨¢ exigir que, a carribio de sus concesiones, se le pague con una moneda que no sea ¨¢rabe. Por ejemplo, el derecho a promover y a organizar dentro de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Gorbachov un movimiento de inmigraci¨®n de las masas jud¨ªas, que llegar¨ªan directamente a Israel. Por ejemplo, el, ingreso de Israel como miembro de pleno derecho en la OTAN. Por ejemplo, ayuda masiva para el saneamiento econ¨®mico de Israel y su ingreso como miembro pleno del Mercado Com¨²n.
Un Israel,que renuncie al control de los territorios poblados por ¨¢rabes, un Israel dispuesto a aceptar la creaci¨®n de un Estado palestino desmilitarizado podr¨¢ exigir a cambio que se le permita entrar en la familia de los pueblos democr¨¢ticos, para que sus fronteras sean tan inviolables y reconocidas como las de Noruega y las de Italia.
Es evidente que ninguno de estos acuerdos puede reemplazar a la solidez interna ni a la creaci¨®n de una sociedad sana y atractiva, al fortalecimiento de su capacidad de disuasi¨®n ni al esfuerzo para curar las heridas del conflicto ¨¢rabe-Israel¨ª o para promover relaciones de buena vecindad equitativas entre Israel y Palestina y el resto de los Estados ¨¢rabes. Y no menor deber¨¢ ser el esfuerzo para curar las heridas del tr¨¢gico conflicto interno que ha ido creciendo en el seno de nuestra sociedad, al menos desde la guerra de los Seis D¨ªas.
El escenario de la lucha es el coraz¨®n de los israel¨ªes: sus temores y suspicacias. Si se establece un consenso amplio -no general, claro est¨¢- o incluso un consenso m¨ªnimo, ser¨ªa posible desprendemos de una vez por todas de Nabl¨²s, Hebr¨®n y Gaza a cambio de seguridad, paz y fortalecimiento de nuestra sociedad, sin que esta intervenci¨®n quir¨²rgica implique la humillaci¨®n ni el destructivo desgarramiento intemo. Quiz¨¢ as¨ª termine el primer cap¨ªtulo del sionismo, su pr¨®logo, sus primeros cien a?os, y comience realmente su historia. Que todav¨ªa tiene posibilidades de terminar siendo una historia exitosa.
es escritor israel¨ª.Traducci¨®n: Emilio D. Abraham.
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