Comentario sobre Shatalin
El martes 12 de febrero, Stanislav Shatalin public¨® un art¨ªculo, en estas mismas p¨¢ginas, en el que describ¨ªa la Revoluci¨®n de Octubre como la aventura de Lenin y Trotski... [que] nos condujo a un callej¨®n sin salida hist¨®rico". No es posible leer el ensayo sin que uno se conmueva por su transparente sinceridad y fervor moral, y, sin embargo, como socialdem¨®crata que profesa exactamente los mismos principios que el autor declara como su propio credo, no pude evitar sentir que la condena general carec¨ªa de justificaci¨®n alguna.Uno de los problemas que encuentran los intelectuales que poseen una conciencia moral y un sentido de solidaridad hacia otros seres humanos menos afortunados es la tendencia a confundir los altos ideales leg¨ªtimos con las circunstancias reales en las que la gente se ve obligada a actuar. Si pienso en la Revoluci¨®n de Octubre con la mentalidad de Plej¨¢nov y Martov, comprendo perfectamente el fundamento de la total desilusi¨®n que expresaron en su d¨ªa y que ahora nos recuerda Shatalin. Pero si pienso en la Revoluci¨®n de Octubre en el contexto del inundo de los a?os 1917 a 1970, no la veo de un color tan terriblemente sombr¨ªo.
Tras la derrota de la Alemania Imperial en el mes de noviembre de 1918, la revoluci¨®n bolchevique recibi¨® de inmediato el ataque del Reino Unido, Francia, Jap¨®n, Estados Unidos y los mercenarios alemanes que, operaban en los Estados del B¨¢ltico con la connivencia de los aliados. La victoria de los bolcheviques en la guerra de tres a?os de duraci¨®n contra las potencias implicadas evit¨® que las potencias occidentales, junto con Jap¨®n, dividieran el anterior imperio zarista en colonias o esferas de influencia.
En 1921, el pa¨ªs se encontraba en ruinas, como consecuencia de las constantes invasiones que tuvieron lugar a partir de 1914 y de la posterior guerra civil. Los bolcheviques eran conscientes de que ni los campesinos ni los obreros de la industria estaban ideol¨®gicamente preparados para una econom¨ªa socialista. En estas circunstancias, Lenin, en gran parte siguiendo los consejos de Bujarin, introdujo la nueva pol¨ªtica econ¨®mica (NEP). la cual alentaba a las granjas familiares y a las peque?as empresas comerciales y artesanas a crecer dentro de una econom¨ªa en la que los principales resortes econ¨®rnicos -por ejemplo, el Gobierno central, la infraestructura, las f¨¢bricas y los recursos naturales- estuvieran en manos del Gobierno sovi¨¦tico, por tanto, socializados de un modo seguro y permanente.
Estos dos hechos por si solos -la defensa de la Rusia revolucionarla contra la partici¨®n y la NEP- concitaron un importante grado de solidaridad y admiraci¨®n entre la izquierda democr¨¢tica de Europa y las dos Am¨¦ricas, una solidaridad por la que no veo motivo alguno para pedir disculpas. Pero, en 1928, Stalin, tras derrotar a Trotski dentro del partido en el poder, adopt¨® el programa de ¨¦ste, basado en la colectivizaci¨®n e industrializaci¨®n forzadas, y con ¨¦l, claro est¨¢, la destrucci¨®n del capitalismo a peque?a escala de la NEP. Los horrores de la colectivizaci¨®n y la consolidaci¨®n de la dictadura personal de Stalin redujeron en gran medida el grado de solidaridad de la Izquierda democr¨¢tica hacia la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Pero entonces lleg¨® el establecimiento de la dictadura hitleriana en Alemania (1933) y la creaci¨®n de un r¨¦gimen abiertamente consagrado a la guerra, a la destrucci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, a la aniquilaci¨®n de los jud¨ªos y a la esclavizaci¨®n de Europa; todo ello acompa?ado de un extremado racismo y de la destrucci¨®n de toda cultura alemana que no pudiera ser aprovechada como parte del programa racista-beligerante. La Alemania nazi signific¨® un ataque totalmente destructivo a todo lo mejor de la civilizaci¨®n europea. La Uni¨®n Sovi¨¦tica se hab¨ªa convertido en una terrible dictadura, pero no era agresiva ni racista; de hecho intent¨®, sin ¨¦xito, instrumentar una pol¨ªtica de seguridad colectiva con las potencias democr¨¢ticas, con el fin de contener a Hitler cuando a¨²n era posible hacerlo. Se pod¨ªa ser socialdem¨®crata y preferir claramente a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en lugar de a la Aleman¨ªa nazi, en cuanto a sus prop¨®sitos declarados y a las condiciones pol¨ªticas mundiales.
Desde 1941 hasta 1945, las potencias democr¨¢ticas mantuvieron su alianza con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la guerra, que hab¨ªa pasado a ser inevitable una vez que las potencias occidentales hubieron sacrif¨ªcado a Espana y Checoslovaquia a la conquista nazi. Entre 1939 y 1949, la izquierda democr¨¢tica pas¨® de admirar la ayuda sovi¨¦tica a la Espa?a republicana, violando el pacto nazis ovi¨¦tico, a admirar la contribuci¨®n sovi¨¦tica a la derrota de Hitler, pero tambi¨¦n a desilusionarse por la imposici¨®n estalinista de Gobiernos t¨ªteres en Europa del Este.
En 1949, los dos grandes enemigos ideol¨®gicos, EE UU y la URSS, pose¨ªan bombas at¨®micas, y en los a?os que siguieron a la muerte de Stalin, los sucesivos Gobiernos sovi¨¦ticos efectuaron numerosas propuestas de desarme que podr¨ªan, o no, haber reducido la cantidad y la destructividad del armamento disponible. Sin embargo, en las d¨¦cadas de los cincuenta y sesenta, EE UU sencillamente las desestim¨® por considerarlas simple propaganda, por lo que nunca llegaron a negociarse con la seriedad necesaria. En estas circunstancias tambi¨¦n la izqu¨ªerda democr¨¢tica se neg¨® a tratar a la URSS como la principal o ¨²nica fuente de la terrible carrera armament¨ªstica.
Comento todas estas cosas con el objeto de ilustrar la diferencia entre un juicio moral abstracto y unas opiniones formadas dentro de un contexto espec¨ªfico. Efectivamente, el final de la NEP supuso el fin de la fase experimental, flexible y esperanzadora de la Revoluci¨®n de Octubre (tanto en las artes y las letras como en la econom¨ªa), y las purgas de Stalin y la burocracia de su partido fueron algunas de las m¨¢s odiosas opresiones que el hombre ha tenido que sufrir en la era moderna. Pero en un mundo amenazado por Hitler y en el mundo de las armas nucleares, la URSS fue un mal menor comparado algunas otras opciones.
Retornando el texto de Shatalin, lo que ¨¦l dice sobre la democracia pluralista, sobre una econom¨ªa mixta, sobre un sistema tributario progresivo y sobre las necesidades ecol¨®gicas es tan v¨¢lido para Occidente como para la URSS. Representa el fundamento com¨²n sobre el cual el anterior mundo socialista real y el mundo socialdem¨®crata occidental pueden construir un mejor futuro para, ellos mismos y ofrecer una sincera cooperaci¨®n a un mundo econ¨®micamente menos desarrollado. Merece la pena recordar tambi¨¦n que tanto Shatalin, como la totalidad de la izquierda democr¨¢tica que ha aparecido en la URSS a partir de 1985, podr¨ªan evolucionar, al margen de las dificultades herc¨²leas, a partir de los principios de la Revoluci¨®n de Octubre, unos principlos que ni siquiera Stalin pudo suprimir por completo, mientras que del r¨¦gimen de Hitler jam¨¢s habr¨ªa surgido algo positivo o humano.
es historiador.Traducci¨®n: Carmen Viamonte.
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