Humillaci¨®n o derrota
En sus ¨²ltimas horas antes de la gran batalla, Sadam Husein era un hombre cercado y abocado a un tr¨¢gico destino: la humillaci¨®n o la derrota. Si deshoj¨® o no la margarita para elegir entre ambas alternativas s¨®lo ¨¦l lo sabe, pero los contactos finales del presidente iraqu¨ª con el mundo exterior -tal como pudieron ser seguidos por Radio Bagdad- parecen indicar que no tuvo ni tiempo ni medios para elegir la primera.Horas despu¨¦s del plazo dado por los aliados, el ministro de Asuntos Exteriores iraqu¨ª, Tarek Aziz, estaba todav¨ªa en Mosc¨² dando los ¨²ltimos retoques al plan sovi¨¦tico, y se hab¨ªa convocado una reuni¨®n del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sadam. ten¨ªa forzosamente que apostar todav¨ªa por esas bazas.
Cuando Tarek Aziz apareci¨® en televisi¨®n admitiendo con su voz y su propio rostro que Irak aceptaba la retirada incondicional de acuerdo con el calendario propuesto por Gorbachov encontr¨® una reacci¨®n tan negativa entre los adversarios como todos los anuncios hechos en las 48 horas anteriores. Sadam. convoc¨® entonces al Consejo del Mando de la Revoluci¨®n y a la direcci¨®n del Partido Baaz para crear la expectativa de que la rendici¨®n -como quiera que fuese disfrazada- todav¨ªa era posible.
Los propios sovi¨¦ticos afirmaban a esas horas que las diferencias entre sus propuestas y el ultim¨¢tum de la coalici¨®n eran m¨ªnimas. Sadam esperaba. El Consejo de Seguridad comenzaba su reuni¨®n con rumores optimistas sobre un arreglo. Sadam esperaba. Funcionarios iraqu¨ªes llegaron a filtrar a la CNN que el presidente hablar¨ªa en las horas siguientes -?para qu¨¦ otra cosa sino para anunciar la retirada?- Venci¨® el plazo dado por los aliados, los sovi¨¦ticos segu¨ªan confiando y Sadarri decidi¨® seguir esperando.
Se reserv¨®. No habl¨®. Mand¨® a la, radio al vicepresidente del Mando de la Revoluci¨®n, que insisti¨® en que lasoluci¨®n deb¨ªa ser la oferta sovi¨¦tica. A esas horas Bagdad estaba siendo sometida a uno de los peores bombardeos desde el comienzo de la guerra; ni siquiera Radio Bagdad se pod¨ªa ya escuchar con nitidez.
El Consejo de Seguridad de la ONU suspendi¨® la reuni¨®n por unas horas en medio de intensos preparativos para la batalla terrestre. Los sovi¨¦ticos todav¨ªa confiaban en una simbiosis de su plan con el de la coalici¨®n. Sadam no hab¨ªa dicho p¨²blicamente no a esa posibilidad, pero tampoco hab¨ªa dicho s¨ª al ultim¨¢tum. Crey¨® que pod¨ªa seguir esperando. Y esper¨®, pensando, tal vez, que para rendirse siempre hay tiempo. Pero no hubo. Cuando la noche de la gran incertidumbre llegaba a su fin, una enorme batalla despej¨® a Sadam todas sus dudas.
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