?Jaque mate en el Golfo?
Todos lo dicen y, sin embargo, es cierto. Nada ser¨¢ ya igual, lo que no quiere decir que antes fuera bueno. Pero ser¨¢ distinto.Lo que nos tem¨ªamos ha acabado ocurriendo y ahora todo depender¨¢ de c¨®mo acabe la guerra. El definitivo fracaso diplom¨¢tico ha puesto en movimiento una m¨¢quina militar que impone su l¨®gica de destrucci¨®n. Todos los indicios apuntan a Numancia, olvidando que ninguna matanza es gloriosa. Ah¨ª tambi¨¦n, se ha equivocado Sadam Husein. En este escenario, Gorbachov ha entreabierto una ¨²ltima puerta que permiti¨® el inicio de un proceso negociador en el que se consumieron las postreras esperanzas y cautelas. Habr¨¢ que ver ahora su impacto sobre las relaciones Este-Oeste.
Una vez que la luz del Consejo de Seguridad pas¨® de ¨¢mbar a verde con la aprobaci¨®n de la resoluci¨®n 678, se produjo la oferta de di¨¢logo de Bush, y ¨¦sta, parad¨®jicamente, bloque¨® los esfuerzos de paz que otros pa¨ªses y organizaciones pod¨ªan haber emprendido. As¨ª perdimos todos 45 d¨ªas cruciales. Claro que la culpa no fue de los norteamericanos, sino de la intransigencia de un megal¨®mano dispuesto a entrar en la mitolog¨ªa al precio de una hecatombe. Para ello, ¨¦l, que ya es leyenda viva entre los ¨¢rabes, estaba dispuesto a morir en defecto de una imposible negociaci¨®n victoriosa. Y lo sab¨ªa desde un principio. Sospechaba, adem¨¢s, que su suerte estaba echada y que lo que hiciera era en el fondo irrelevante, pues -en su ¨¢nimo- el objetivo aliado no era Kuwait, sino la destrucci¨®n de los sue?os hegem¨®nicos de Irak. S¨®lo a ¨²ltima hora, cuando vio de verdad las orejas al lobo, pareci¨® cambiar, aunque siempre manteniendo un juego h¨¢bil entre un feroz discurso para consumo p¨²blico y una actitud privada m¨¢s posibilista. Esto, que forma parte de todo proceso negociador, se ha llevado a l¨ªmites insospechados en la situaci¨®n presente.
Nudo gordiano
Tal como est¨¢n las cosas, tan importante es lo que se acuerda como la forma en que se presenta a las respectivas opiniones p¨²blicas, y aqu¨ª no era f¨¢cil resolver el nudo gordiano entre quien quer¨ªa salvar la cara y quienes precisamente no quer¨ªan que la salvara. Su oferta final se produjo demasiado tarde y supuso demasiado poco. La discusi¨®n no estaba ya centrada en si Irak sal¨ªa o no de Kuwait, la duda era si lo hac¨ªa con las manos en alto y de uno en uno -como quer¨ªa Bush- o en formaci¨®n, con banderas desplegadas y al redoble de tambores como pretend¨ªa Sadam. Las implicaciones de futuro son obvias en ambos casos, como lo ser¨¢ el hecho de que los aliados encuentren o no una resistencia digna de este nombre en su camino. Tambi¨¦n los ¨ªdolos se deshinchan, y a veces muy deprisa.
Lo dem¨¢s es ya historia: cruel con los rehenes; interesada y desvergonzada en la manipulaci¨®n de los palestinos y de la religi¨®n; abrumadora en los despliegues militares y devastadora en el presente y en lo que se avecina si Sadam no lo remedia.
En l¨ªneas generales, se puede decir que ya ahora hay ganadores: en primer lugar, Israel, que ha empezado a pasar la factura de su inteligente inversi¨®n ante la lluvia de misiles, y despu¨¦s, el Grupo de los Ocho de El Cairo -los seis del CCG, Siria y Egipto- por diversas razones; sin olvidar al viejo enemigo iran¨ª, que recupera los t¨¦rminos del Tratado de Argelia de 1975. Entre los perdedores, el propio Irak, claro est¨¢, y la OLP, aunque su representatividad y utilidad probablemente obligar¨¢n a salvarla del naufragio. No ser¨ªa la primera vez. De momento, los palestinos no salen del estupor que les ha causado el que Irak dejase caer sus rivindicaciones en la ¨²ltima negociaci¨®n con Mosc¨²; todav¨ªa no quieren creer que han sido utilizados. El caso de Jordania es pat¨¦tico, pues es perdedora en todo caso, al ser uno de esos pa¨ªses a los que la geograf¨ªa ha jugado una mala pasada. En definitiva, el llamado mundo ¨¢rabe, que sale de esta confrontaci¨®n con el espinazo partido y tardar¨¢ tiempo en recomponer su maltrecha unidad.
Otras v¨ªctimas del conflicto son el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que aparece a los ojos de muchos como d¨®cil instrumentador de la pol¨ªtica de las grandes potencias; la Cooperaci¨®n Pol¨ªtica Europea, incapaz de dise?ar una pol¨ªtica aut¨®noma, aunque coordinada con EE UU -quiz¨¢ esta crisis le sirva de revulsivo-, y la Liga ?rabe, cuya supervivencia futura es motivo de seria preocupaci¨®n, aunque ya en El Cairo el pasado d¨ªa 15 se trataron de sentar las bases para su recuperaci¨®n.
Ecos en el Magreb
Cerca de nuestras fronteras, en la otra punta del Mediterr¨¢neo, los ecos de la guerra han llegado con fuerza al Magreb, como acaba de comprobar el ministro de Asuntos Exteriores durante su reciente gira. Claro est¨¢ que en esta zona llov¨ªa sobre mojado. El impacto emocional es muy fuerte y ha contribuido a la eclosi¨®n de una opini¨®n p¨²blica que hincha sus velas en el vendaval que llega del Machirek. A las graves consecuencias econ¨®micas -petr¨®leo, turismo, flujos financieros- se unen las repercusiones pol¨ªticas, utilizadas en beneficio propio por los grupos de oposici¨®n, sean ¨¦stos nacionalistas, integristas o simples pescadores en r¨ªo revuelto. Cuanto m¨¢s dure la guerra, mayores ser¨¢n las dificultades de los Gobiernos para frenar estas reivindicaciones y controlar la situaci¨®n. Pero su margen de maniobra es todav¨ªa grande y, en ¨²ltimo caso, siempre cabe seguir la m¨¢xima de aproximarse a aquellos a los que no se puede vencer.
Ahora se nos viene encima la poscrisis, con sus previsibles secuelas de recesi¨®n, que convierten en bizantina la provinciana discusi¨®n de si esto nos afecta y c¨®mo; es una disputa que probablemente oculta m¨¢s graves carencias, como ha puesto de relieve Juan Pablo Fusi en este mismo peri¨®dico. Ya se habla de esquemas de paz y de seguridad, de planes de reconstrucci¨®n y de nuevos ¨®rdenes pol¨ªticos y econ¨®micos para la regi¨®n que s¨®lo ser¨¢n duraderos si se basan en la justicia. Todos ellos ser¨¢n necesarios, y estructuras de acompa?amiento de enfoque global y progresivo como la CSCM o el Grupo 4 + 5 pueden ser tambi¨¦n ¨²tiles. Pero lo grave estar¨¢ en las conciencias, en el foso de desconfianza abierto entre el Norte y el Sur, entre occidentales y ¨¢rabes, que sienten esta derrota como una humillaci¨®n colectiva y resucitan el esp¨ªritu de cruzada en una reacci¨®n de frustraci¨®n que anuncia fanatismos, integrismos y otros ismos. Frente a ellos, Europa reacciona con incomprensi¨®n, temor, xenofobia y hasta racismo. El futuro est¨¢ as¨ª servido y la amargura es inevitable aunque, como siempre en esta crisis, Bagdad siga teniendo la ¨²ltima palabra. ?Por cu¨¢nto tiempo todav¨ªa?
Jorge Dezcallar es director general de ?frica y Oriente Pr¨®ximo del Ministerio de Asuntos Exteriores.
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