La muerte para quien la trabaja
Coincidiendo con el anuncio de que el Gobierno pasaba a la ofensiva informativa para explicar su posici¨®n en el conflicto del golfo P¨¦rsico han comenzado a salir de sus c¨¢scaras algunos intelectuales org¨¢nicos del poder, provenientes algunos de ellos de la izquierda en el pasado m¨¢s implacable y dotados de un excelente bagaje cultural y anal¨ªtico. El intelectual org¨¢nico ?nace o se hace? Creo que se hace, y se puede comprobar siguiendo la trayectoria de algunos apologetas del Gobierno que tan org¨¢nicos fueron en el pasado defendiendo posiciones jruchovianas en los cincuenta, criptoguevaristas en los sesenta, eurocomunistas en los setenta, como social-solchaguistas en los ochenta. No obstante, sorprende la transustanciaci¨®n del bloque hist¨®rico gramsciano en el bloque hist¨®rico onusiano a la sombra de la force de frappe del capitalismo internacional. Porque hasta hace muy poco, incluso hasta despu¨¦s del refer¨¦ndum sobre la OTAN, algunos de estos intelectuales org¨¢nicos se mantuvieron fieles a un sustrato com¨²n de la izquierda, capaz de aprehender que hay una dial¨¦ctica entre dos sentidos convencionales de la historia.Los sentidos de la historia siempre son convencionales, nunca providenciales, y por eso hay que reconsiderarlos y reconstruirlos continuamente, desde un compromiso inevitable: o se apuesta por el orden establecido por el bloque hist¨®rico largamente dominante, o se apuesta por transformarlo. Los que se decidieron por transformarlo han aprendido una dura lecci¨®n hist¨®rica que se resume en un principio que yo considero tan cient¨ªfico como ¨¦tico: no se puede generar un sufrimiento mayor con el pretexto de eliminar el sufrimiento realmente existente. No se puede a?adir desorden e injusticia al desorden y la injusticia realmente existentes.
Pero esta conclusi¨®n no evita la evidencia de que el orden establecido debe cambiarse, como generador que es de injusticias locales y planetarias. Los intelectuales org¨¢nicos del poder retoman en sus art¨ªculos todos los argumentos oficiales sobre la legitimidad de la guerra del Golfo y la participaci¨®n espa?ola deshistorificando la aprehensi¨®n del asunto. La provocaci¨®n de Sadam Husein est¨¢ ah¨ª, la resoluci¨®n de las Naciones Unidas tambi¨¦n, y por tanto hay que ser consecuente con esa l¨®gica: Estados Unidos es el brazo armado de la legitimidad. He aqu¨ª una apropiaci¨®n estructuralista de la cuesti¨®n, que prescinde de los or¨ªgenes radicales del conflicto y del sentido hist¨®rico real que tiene la intervenci¨®n aliada. Los desequilibrios en Oriente Pr¨®ximo parten de una redivisi¨®n imperialista iniciada tras la Primera Guerra Mundial y ratificada tras la segunda. Sadam Husein, es un jefe de zona de la mafia americana y europea, agrandado para taponar el avance shi¨ª y lo que ten¨ªa de impugnaci¨®n de un orden internacional injusto. Las Naciones Unidas han actuado, por pasiva, como c¨®mplices de todas las injusticias cometidas en esa regi¨®n, y curiosamente llevan el derecho internacional hasta el abismo de la guerra cuando peligran los intereses del Norte frente a la parte m¨¢s cr¨ªtica y fuerte del Sur. Estados Unidos marc¨® desde el comienzo un ritmo intervencionista que puso a remolque a sus aliados, dejando a las Naciones Unidas el ¨²nico papel de poner bajo palio un ej¨¦rcito que desde el comienzo se plante¨® m¨¢s como un instrumento de intervenci¨®n que de disuasi¨®n. Frente a una l¨®gica de la guerra, naci¨® inmediatamente la l¨®gica de una paz disuasor¨ªa que tiene entre sus militantes a correligionarios de los intelectuales org¨¢nicos aludidos (riada menos que un ministro de Defensa socialista y franc¨¦s por m¨¢s se?as), al Papa de Roma y a un personaje tan poco sospechoso de maximalismo ant¨²mperialista como el doctor Jim¨¦nez de Parga, y lo cito como ejemplo de la sensatez ¨¦tica frente a la insensatez pragm¨¢tica.
Una apropiaci¨®n estructuralista del conflicto, como un expediente determinado y determinante por s¨ª mismo, nos deja a oscuras sobre su sentido. Analizando uno por uno y en su interrelaci¨®n los elementos que en ¨¦l intervienen (Sadam Husein, Israel, Estados Unidos, el Consejo de Seguridad, la URSS en bancarrota) se llega a la conclusi¨®n de que no asistimos a una primera accion de un nuevo orden internacional, sino a una pen¨²ltima acci¨®n del viejo orden internacional, descargada adem¨¢s de la tensi¨®n del papel estrat¨¦gico disuasorio que hubiera cumplido la URSS hace apenas cinco a?os. Es una guerra de ratificaci¨®n de una redivisi¨®n imperialista, y para entenderlo as¨ª no hace falta que se recurra al an¨¢lisis del imperialismo de Lenin, sino que basta con los cl¨¢sicos de la socialdemocracia pre yposleninista, incluidos algunos (de los analistas de la SPD en estos momentos. Hubiera sido m¨¢s interesante que los intelectuales del poder hubieran viajado por esos territorios te¨®ricos, que conocen bien, en lugar de dedicar una parte excesiva a criticar las posiciones de Izquierda Unida, sobrestimando el papel que esta formaci¨®n pol¨ªtica cumple en el adoctrir¨ªamiento de una conciencia social espa?ola asqueada ante la suciedad de esta guerra. Convertir a Izquierda Unida en el demonio instigador de un pacifismo su¨ªcida s¨®lo se entiende por el temor de que Izquierda Unida pueda rentabilizar en votos su posici¨®n pacifista y por el vicio de reducir el alcance del an¨¢lisis a las necesidades org¨¢nicas del an¨¢lisis. El discurso se vuelve entonces m¨¢s contraelectoral que clarificador. Y adem¨¢s los ¨¢rboles de Izquierda Unida no dejan ver el bosque de una conciencia social antibelicista, incapaz de digerir las no verdades, peores que las mentiras, de un Gobierno que colabora en el linchamiento de Irak desde un ejercicio de cinismo hist¨®rico sin precedentes. Ya s¨¦ que nos prometen una paz dorada en la que la beneficencia internacional paliar¨¢ los desastres de la guerra, e incluso se atreven a pronosticar un nuevo orden internacional al que se prestar¨¢n Israel y Estados Unidos como en los finales felices de los manuales de historia anteriores al descubrimiento del carbono 14. Pero ah¨ª queda el compromiso concreto con una no verdad concreta que est¨¢ causando muerte. Que Sadam Husein no tenga escr¨²pulos a la hora de ofrecer a sus s¨²bditos como carnaza no exime laresponsabilidad de los que matan salvajemente respaldados por una tecnolog¨ªa aplastante, y menos a¨²n la de los que armados con instrumentos de an¨¢lisis cr¨ªtico los sustituyen por la raz¨®n pragm¨¢tica de avalar una pol¨ªtica de Estado y de bloque que apuesta por la carnicer¨ªa, el exterminio: la muerte.
Desde el comienzo, el Norte prepar¨® el exterminio del aliado infiel y la advertencia al Sur m¨¢s insumiso. Y en esa l¨®gica no quieren meterse no ya los pacifistas, sino los simplemente sensibles a las desmesuras il¨®gicas. Si se es un belicista, hay que asumirlo con todas sus consecuencias y sin tratar de negar la legitimidad de los que no lo son y de convocarles para la complicidad en la matanza. La muerte para quien la trabaja, se?ores m¨ªos. All¨¢ ustedes si se sienten representados por esos superbombarderos que salen de las bases espa?olas. Para m¨ª representan todo lo que hemos combatido, ustedes y yo, durante casi toda nuestra vida adulta. Por cierto. Cuando ustedes hac¨ªan aquellos an¨¢lisis tan l¨²cidos sobre el imperialismo ya no eran adolescentes sensibles, sino unos sabios hechos y derechos. La muerte forma parte de su compromiso actual. A lo hecho, pecho.
es escritor y periodista.
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