Madison Avenue
A los pioneros de la persuasi¨®n, ciertos anuncios de productos aparentemente in¨²tiles les han proporcionado mayores ingresos que los cosechados por la Metro Goldwin Mayer en Lo que el viento se llev¨®. La persuasi¨®n es un pilar b¨¢sico del mercado; a juicio de algunos, una suerte de raz¨®n ¨²ltima que explica la insaciable voracidad del dinero cuando quema en las manos de quien lo quiere soltar. En los mercados de acciones se producen de repente efectos hipn¨®ticos por medio de los cuales el inversor se siente s¨²bitamente fascinado por el reclamo de t¨ªtulos que parecen llevar impreso el indeleble estigma de una subida espectacular en pocas sesiones. Pura apariencia. En el fondo, es la fuerza del anuncio, el poder de la sutileza en el sentido de Charles Revson, fundador de una multinacional de los cosm¨¦ticos, cuando dec¨ªa: "Hacemos l¨¢pices de labios, pero vendemos esperanza".En las bolsas estalla muy a menudo el s¨ªndrome de Madison Avenue. Suele ocurrir en fases d¨¦ marcada incertidumbre, cuando los cazadores bajistas se esfuman y aparecen los h¨¢biles vendedores de ocasi¨®n tras los cuales m¨¢s dura ser¨¢ siempre la ca¨ªda. Ayer lo fue, en una jornada batida por la cosecha de quienes hab¨ªan sembrado vanas esperanzas.
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