Eduardo Foncillas

Eduardo Foncillas, embajador de Espa?a en Bonn durante los ¨²ltimos ocho a?os, abandona definitivamente la capital federal esta semana y deja, al mismo tiempo, la Administraci¨®n para volver a la empresa privada. Ha sido uno de los embajadores espa?oles que m¨¢s tiempo ha permanecido en el mismo destino una estancia que le ha permitido seguir desde primera l¨ªnea la unificaci¨®n alemana, pero tambi¨¦n la integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Europea o las negociaciones para la venta de Seat a Volkswagen y la fallida operaci¨®n de la venta de Enasa a Dalmler-Benz.Cuando este aragon¨¦s exuberante proveniente del mundo de las finanzas y militante del PSC fue nombrado embajador en 1983, Espa?a se hallaba ante dos procesos ¨ªntimamente relacionados que iban a definir su lugar en la comunidad internacional. Ya se preparaba el refer¨¦ndum sobre la permanencia en la Alianza Atl¨¢ntica y se buscaba la integraci¨®n en la CE. "Aunque formalmente se quer¨ªa, tanto por parte del Gobierno y especialmente del ministro Fernando Mor¨¢n, separar ambos ternas", explica, "desde Alemania se ve¨ªan las cosas de otra manera. Creo que los alemanes entend¨ªan que si Espa?a no entraba en la CE, hubiera sido muy dificil mantenerla en la OTAN, y eran conscientes de que el proceso pol¨ªtico espa?ol ten¨ªa que culminar con la integraci¨®n total de Espa?a en las comunidades".

El momento clave de este proceso lo sit¨²a Foncillas en el verano de 1983, "en la cumbre comunitaria de Stuttgart, cuando los alemanes presentan su famoso paquete. La CE ten¨ªa un enorme d¨¦ficit financiero, y Alemania s¨®lo estaba dispuesta a soportarlo con condiciones, una de ellas, la entrada de Espa?a y Portugal".

Foncillas ha sido un espectador de primer¨ªsima fila del proceso de unificaci¨®n alemana. En su opini¨®n, "para quienes est¨¢bamos aqu¨ª en 1987 y 1988 el proceso como tal erripezaba a ser evidente. La perestroika no pod¨ªa hacer una especie de meandro y pasarse la cuesti¨®n alemana. Para muchos empez¨® a ser evidente que la URSS abandonar¨ªa a la RDA, porque no dejaba de ser una especie de carga pol¨ªtica para Mosc¨²".

"A principios de 1988", asegura, "seg¨²n me contaron asesores personales de Gorbachov, ¨¦ste ya hab¨ªa planteado el tema de la unificaci¨®n alerriana. Esto no quiere decir que no sorprendiera a todo el mundo cuando sucedi¨®. La ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, por ejemplo, sorprendi¨® al propio embajador sovi¨¦tico en Bonn, seg¨²n ¨¦l rnismo me confes¨®, pero una vez que se rompe el dique del muro la unificaci¨®n parece cantada".

El embajador saliente.ha sido testigo y parte importante de dos de las m¨¢s importantes negociaciones relacionadas con la reestructuraci¨®n de la industria espa?ola, saldadas con resultados opuestos. "Seat fue un gran ¨¦xito", asegura, "cierto que el Estado espa?ol hizo un gran esfuerzo de saneamiento, pero por parte alerriana tambi¨¦n se apost¨® fuerte por un asunto que en muchos niveles encontraba fuertes resistencias". "En cuanto a Enasa", admite Foncillas, "hay que decir que ha sido un tema bastante penoso. Yo creo que se opt¨® por la oferta alemarta a partir del momento en que Daimler se une a la oferta del otro grupo alem¨¢n, MAN Ag., por entender que esta asociaci¨®n abr¨ªa caminos de colaboraci¨®n m¨¢s all¨¢ del sector de autocamiones". Pero cuando parece que la luna de miel est¨¢ asegurada lleg¨® la oposici¨®n de la Oficina Antimonopolios alemana.