?tica sin moral
Me propongo aqu¨ª comentar un gran libro, grande incluso en cuanto a extensi¨®n, aunque editado en peque?o formato, por razones econ¨®micas quiz¨¢; tambi¨¦n, sin duda, para ponerlo al alcance de los estudiantes como admirable libro de texto.Su autora, Adela Cortina, catedr¨¢tica de ?tica en la Universidad de Valencia, es una aut¨¦ntica intelectual, pero no se ajusta al estereotipo de lo que se suele entender por tal: te¨®rico puro sin contacto con la realidad, que especula, dice y se desdice porque contempla, casi a la vez, los dos o m¨¢s lados de la cuesti¨®n, que extrav¨ªa a sus alumnos o lectores en los meandros de una discusi¨®n sin fin. Adela, escolar en el mejor sentido de la palabra, es decir, nada dilettante ni literaria, sabe a qu¨¦ atenerse, lo que de ning¨²n modo significa que sea acr¨ªticamente seguidora de J. Habermas y ni tan siquiera de K. 0. Apel.
No, m¨¢s bien lo que inicia con este libro es un giro en su ya extensa reflexi¨®n filos¨®fica. La toma en consideraci¨®n -la primera, si no me equivoco, entre los j¨®venes fil¨®sofos- que se hace de nuestra (de Zubiri, Aranguren y Diego Gracia) "¨¦tica formal de los bienes" o "¨¦tica agathol¨®gica", como ella la denomina, abre el estudio de la ¨¦tica a la estructura antropol¨®gica, a lo que hemos llamado "moral como estructura" (que apunta a los estados de "moral elevada" o, por el contrario, de "baja moral" o desmoralizaci¨®n), y que ella, para diferenciarla de la "moral como contenido" o moral normativa, denomina con sumo acierto "protomoral".
Pero la autora no est¨¢ s¨®lo atenta a quienes nos llama representantes de la modernidad cr¨ªtica. Tambi¨¦n, junto con nosotros hasta cierto punto, a los partidarios del "viejo conservadurismo a lo MacIntyre" (la tipolog¨ªa que Adela Cortina traza del conservadurismo o conservadurismos es sumamente perspicaz) en la reivindicaci¨®n de una ¨¦tica de actitudes, de la virtud, del ethos, del car¨¢cter moral.
La primera parte del libro, cuando trata de dar raz¨®n de lo moral en tiempos, como los nuestros, de "posmetafisica" y hasta de "posfilosofia", es precisa, y cuando habla de los posmodernos franceses, Foucault y Derrida y, sobre todo, del americano Rorty, el de que "la verdad y la bondad son cuestiones de conversaci¨®n", sin pretenderlo, se vuelve c¨¢ustica. Ciertamente, s¨ª, pasaron los tiempos del "rey fil¨®sofo", pero los pocos que quedamos dentro del gremio pretendemos ser, si no ya "constructores", como Ortega, s¨ª, al menos, denunciadores.
El libro, en su tercera parte, habla de muchas otras cuestiones, la del ethos democr¨¢tico, la teor¨ªa -una teor¨ªa- de los derechos humanos con la que estoy sustancialmente de acuerdo, la consideraci¨®n de la democracia como forma de vida (democracia como moral, suelo decir yo), la autonom¨ªa y la solidaridad, m¨¢s all¨¢ de la pugna entre el colectivismo y el individualismo, y, en fin, lo femenino y lo masculino desde el punto de vista moral.
Pero la parte segunda o intermedia, Etica sin moral, que da t¨ªtulo al libro todo, con su constataci¨®n de lo que est¨¢ pasando en la ¨¦tica, es lo que me ha movido a publicar este art¨ªculo, no en una revista de filosof¨ªa, o como recensi¨®n filos¨®fica del libro, sino sac¨¢ndolo de la biblioteca universitaria, a la que estar¨ªa destinado, y tray¨¦ndolo a la m¨¢s candente realidad, ¨¦sta a la que nos es imposible sustraernos, la de la guerra del golfo P¨¦rsico. Lectura la m¨ªa, de aqu¨ª en adelante, personal, lo confieso, y sin haberla consultado con la autora. Pero lectura que ella misma ha provocado con su expresivo y provocador t¨ªtulo, ?tica sin moral, que hago m¨ªo.
Por ¨¦tica entendemos sus profesionales filosof¨ªa moral, reflexi¨®n filos¨®fica sobre la moral. Pero el vocablo ¨¦tica, antes inusitado salvo por nosotros, ahora, en virtud de su empleo por los medios de comunicaci¨®n social, se ha convertido en usual, no ciertamente para hacer referencia a la moral de cada cual con su conciencia, s¨ª a la moral (o mucho m¨¢s frecuentemente a la falta de moral) p¨²blica, pol¨ªtica.
Pero curiosamente. y es la tesis de Adela Cortina, la que da raz¨®n del t¨ªtulo, una ¨¦poca "posmoral" como la nuestra tiende a reducir la "raz¨®n moral" a "raz¨®n jur¨ªdica y pol¨ªtica", a derecho y a pol¨ªtica, as¨ª como la esfera moral toda a la impartici¨®n de la justicia.
M¨¢s a¨²n: los fil¨®sofos de la ¨¦tica comunicativa, en tanto que puramente procedimental (que se lleve puntual y, rigurosamente el proceso objetivo de la comunicaci¨®n), tienden a afirmar la superioridad del derecho y, seg¨²n ellos, "las inotivaciones respaldadas por la eticidad (en el sentido hegeliano) tienen una fuerza de la que carecen los juicios morales".
En el l¨ªmite, una. posici¨®n te¨®rica semejante, al jontentarse con la estricta correcci¨®n procesal, eliminando el querer, el deber, la virtud, desembocar¨ªa en un puro "Intelectualismo ¨¦tico".
Es curiosa la constataci¨®n que, de la mano de Adela Cortina, cabe hacer: los pol¨ªticos, con el visto bueno de derecho internacional, la ONU, la OTAN, otras siglas, y, como acabamos de ver, amparados por una interpretaci¨®n meramente procedimental de la ¨¦tica, tambi¨¦n se sit¨²an a favor de la guerra. El pueblo, en contra.
Y termino con dos p¨¢rrafos de la autora en el libro que estoy comentando. El primero dice as¨ª: "Una ¨¦tica ( ... ) que conf¨ªa al derecho y a la pol¨ªtica la legitimaci¨®n de las normas y la formaci¨®n de la voluntad, y a las distintas comunidades y grupos la configuraci¨®n de las virtudes, ha disuelto un fen¨®meno llamado moral".
Pero no desesperemos, que aqu¨ª viene el segundo p¨¢rrafo: "Gracias a los inconformistas (del mundo filos¨®fico y de la vida cotidiana), a los que no se resignan con el derecho vigente, la pol¨ªtica meramente pragm¨¢tica y la religi¨®n domesticada. A los que siguen empe?ados en la idea de que debe ser de otro modo, porque nuestro mundo pr¨¢ctico no tiene -ni en el Este ni en el Oeste- altura humana. Gracias a ellos sabemos que sigue existiendo una aspiracion en el hombre, llamada moral".
Pas¨® la ¨¦poca -Unamuno, Ortega- de los inconformistas del mundo filos¨®fico. Pero est¨¢ llegando, o volviendo a llegar, la de los inconformistas de la vida cotidiana. Nosotros seguiremos hablando, escribiendo y firmando manifiestos. Ellos acudir¨¢n a las manifestaciones y ejercitar¨¢n su desobediencia moralmente debida. Valga por lo que valiere, habremos cumplido con nuestro deber. Muchas gracias, Adela, y perdona el uso, espero que no abusivo, que he hecho aqu¨ª de tus nobles palabras.
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