El tiro
Existen pocas frases con tanto terror potencial como aquella que justifica la necesidad del aprendizaje a costa de la desproporci¨®n del m¨¦todo. "As¨ª aprender¨¢n", dicen los maestrillos de la ignorancia mientras templan sus varas sobre los alumnos d¨ªscolos. "As¨ª aprender¨¢n" es una frase que se escucha en la facundia de la victoria o en la exaltaci¨®n de las revanchas. Como si el conocimiento fuera tributario del dolor y no de la duda, de la rabia y no de la raz¨®n, de las gl¨¢ndulas y no de la mirada. En este "as¨ª"' se intuye toda la brutalidad del hombre dispuesto a sojuzgar a los otros hombres. Y en el "aprender¨¢n" que le sigue se da por supuesta la indiscutible verdad de la violencia frente a la fr¨¢gil verdad de la palabra.Probablemente, I?aki Esnaola, dirigente de Herri Batasuna, coalici¨®n que nunca condena los atentados de ETA, debi¨® de escuchar muy a menudo y muy cerca de ¨¦l esa expresi¨®n terminal tras los estallidos y los disparos a quemarropa. Al fin y al cabo, para alguna gente, el terror se ha convertido en una v¨ªa de acceso a su propia verdad y as¨ª, a base de bombas en supermercados, familias destrozadas y ni?os mutilados, les parec¨ªa que los ciudadanos ¨ªbamos aprendiendo.
Pero ayer Esnaola en El Sol reforz¨® esa teor¨ªa del tiro como fuente de sabidur¨ªa. Dice Esnaola que tras el atentado del que fue v¨ªctima "entiendo mejor el sufrimiento de los familiares de polic¨ªas asesinados". ?sa es la ¨²nica verdad a la que se llega en la escuela del tiro o de la bomba. No la verdad de las quimeras lejanas, sino la de los dolores cercanos. Pero ha sido necesaria una bala tan asesina como las otras para que alguien por fin aprendiera y se atreviera a decir lo que ha aprendido. Por lo visto, el soplo de la muerte pr¨®xima es m¨¢s did¨¢ctico que mil muertes ajenas.
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