Grietas en la casa, uni¨®n en la cocina
La crisis ha mostrado p¨²blicamente las fisuras abiertas en el PSOE
El anuncio del nuevo Gobierno zanjar¨¢ cinco meses de luchas y presiones en el seno del PSOE, el partido que siempre ha pretendido comparecer ante la opini¨®n p¨²blica como una organizaci¨®n homog¨¦nea y coherente. Los pasillos, las cenas, las visitas a la Moncloa y, sobre todo, las p¨¢ginas de la prensa han sido escenario en estos meses de las tensiones desatadas entre los socialistas, desde el congreso celebrado en noviembre. Esta estructura que aspira a formar la casa com¨²n de la izquierda se enfrenta ahora, parad¨®jicamente, a la necesidad de poner yeso a sus propias grietas.
El PSOE fue uno y grande en la oposici¨®n, incluso con la presencia testimonial de la corriente minoritaria Izquierda Socialista. El primer Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez acogi¨® a un tecn¨®crata elegante llamado Miguel Boyer que se convirti¨® en uno de los pol¨ªticos m¨¢s famosos del pa¨ªs y que impuso medidas econ¨®micas y fiscales no precisamente electoralistas. En la primera crisis de Gobierno, en 1985, Boyer aspir¨® a una vicepresidencia; y Alfonso Guerra no permiti¨® compartir su segundo escal¨®n en el podio. Sali¨® Boyer, pero dej¨® como heredero a Carlos Solchaga.Poco a poco, se fueron agrandando las distancias entre los dos sectores: los guerristas, autosituados en la izquierda; y los solchaguistas, enfrentados con UGT y tachados de caminar hacia la derecha. Antes del 320 congreso, celebrado el pasado noviembre, surgi¨® una tercera v¨ªa: se les llam¨® el clan de Chamart¨ªn, y no estaban de acuerdo ni con la "socialdemocracia" de Solchaga ni con el estilo de Guerra. Sus cabezas visibles eran Joaqu¨ªn Almunia, Jos¨¦ Barrionuevo, Javier Solana, Joaqu¨ªn Leguina.
Todos ellos fueron barridos, porque las bases del partido fomaron una pina con Guerra. Ah¨ª empez¨® la crisis de Gobierno.
Gonz¨¢lez estaba convencido de que necesitaba renovar su equipo, que ya no era un grupo de amigos. Pero se top¨® primero con su desentendimiento con Guerra para esa tarea; y despu¨¦s, con las incompatibilidades personales entre el vicepresidente y algunos aspirantes a continuar la labor de gobierno socialista. A ello se sumaron adem¨¢s los sospechosos negocios del hermano del n¨²mero dos socialista. Y todo junto caus¨® su dimisi¨®n.
Primero en solitario
Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa dicho en la clausura del congreso socialista que los delegados decidieron la ejecutiva, pero que ¨¦l har¨ªa el Gobierno. As¨ª, Guerra gan¨® el congreso pero perdi¨® la crisis.Gonz¨¢lez se enfrentaba a su primer reajuste del Gobierno en solitario. Esta vez no contar¨ªa con el respaldo, el consejo y la in fluencia del vicesecretario general. El presidente se ha apoyado, en su ausencia, en varios ministros: fundamentalmente, los que han vivido con ¨¦l las intensas horas de la guerra en el Golfo: Narc¨ªs Serra, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y, curiosamente, Rosa Conde. La portavoz ha pasado en poco tiempo de directora general del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas a ministra de s¨®lida situaci¨®n, aunque s¨®lo lleve cinco meses afiliada al PSOE Ella y sus compa?eros del minigabinete de crisis han disfrutado de un contacto privilegiado con el jefe del Gobierno.
Al margen de este grupo de ministros con trato muy directo el resto de las corrientes se han abierto paso a duras penas. Y, en s¨ªntesis, han conseguido mostrar los siguientes prop¨®sitos.
Guerristas. En la formaci¨®n del Gobierno, han dado la batalla frontal para evitar que Solchaga ascienda a vicepresidente Propugnaron para su recambio a Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, como hombre de transici¨®n y no beligerante hacia el sector guerrista. Tambi¨¦n han defendido la entrada de Txiki Benegas, secretario de Organizaci¨®n, para responsabilizarse de la coordinaci¨®n pol¨ªtica con el Parlamento. Igualmente, han defendido la presencia de Virgilio Zapatero como coordinador pol¨ªtico. Tambi¨¦n han sido muy claros en sus deseos de despidos: Almunia, Barrionuevo, Jorge Sempr¨²n: quienes les amargaron la preparaci¨®n del congreso y apoyaron a Joaqu¨ªn Leguina en su lucha madrile?a frente al guerrista Jos¨¦ Acosta. Menos empe?o, en cambio, mostraron contra Javier Solana, muy unido a Felipe Gonz¨¢lez. Uno de los problemas del sector del aparato ha residido en la ruptura de su privilegiada comunicaci¨®n con el presidente. La v¨ªa directa de Guerra para hablar con Felipe Gonz¨¢lez qued¨® rebajada a la menos habitual de Txiki Benegas.
Solchaguistas. Los altos cargos del ¨¢rea econ¨®mica son quienes principalmente apoyan a Solchaga, respaldado adem¨¢s por los poderes econ¨®micos y Financieros. Los solchaguistas mantuvieron en primer lugar la batalla contra Guerra, que objetivamente ganaron en el terreno del Gobierno. Despu¨¦s, han reclamado el ascenso del ministro navarro a una vicepresidencia. Perdido este lance, insistieron en una primac¨ªa pol¨ªtica de Solchaga mediante el nombramiento de personas afines a ¨¦l en los ministerios de ese ¨¢rea. Apenas han trabajado, en cambio, el apoyo a su amigo Sempr¨²n, por sus escasa. posibilidades de ¨¦xito.
Chamart¨ªn. Un miembro del sector, Joaqu¨ªn Almunia, fue propuesto como coordinador pol¨ªtico del Gobierno; y otro, Javier Solana, para la vicepresidencia. El clan de Chamart¨ªn no ve con malos ojos, sin embargo, la ascendente figura de Narc¨ªs Serra. La prudencia extrema ha guiado los pasos de los ministros que apoyaron a Leguina en el acto del hotel Chamart¨ªn. Sus declaraciones en la prensa han sido escas¨ªsimas; han centrado su acci¨®n en el contacto directo con el presidente. Almunia, siempre cr¨ªtico con la organizaci¨®n del entorno m¨¢s pr¨®ximo a Gonz¨¢lez, fue llamado a consultas sobre la reorganizaci¨®n administrativa para reducir el n¨²mero de departamentos y fusionar algunos, y durante estas semanas se ha considerado fluido su trato con el presidente. Se le pronostic¨® superministro de Administraciones P¨²blicas, Relaciones con las Cortes y Presidencia. Pero alg¨²n problema se ha cruzado en el camino, tal vez esa reorganizaci¨®n de la Presidencia.
Proximidad f¨ªsica
La lucha, pues, se ha centrado en controlar el entorno m¨¢s inmediato de Felipe Gonz¨¢lez: la vicepresidencia (tambi¨¦n llamada "el delfinato", en descripci¨®n sucesoria) y los centros de poder del complejo de la Moncloa.Finalmente, la vicepresidencia parece otorgada a una persona que no era propuesta directamente por ninguna de las corrientes del Gobierno. Narc¨ªs Serra, actual ministro de Defensa, es apoyado por el Partit deis Socialistes de Catalunya, pero, sobre todo, cuenta con la confianza de Felipe Gonz¨¢lez, m¨¢xime despu¨¦s de su trabajo durante la crisis del Golfo.
Las familias socialistas han movido los cimientos de la casa, pero sus argumentaciones luchan contra un poder muy amplio: el que da la proximidad fisica y el trato cotidiano en la cocina de la Moncloa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.