Farsantes, usurpadores y fuleros
Muchos delincuentes viven a costa de usar uniformes y hacerse pasar por lo que no son
Militares que hacen la guerra por su cuenta. Polic¨ªas que viven al margen de la ley. M¨¦dicos que no saben curar ni un dolor de muelas. Abogados que jam¨¢s han defendido a nadie. Curas m¨¢s falsos que un judas. Son gente que aparenta lo que no es. Subsisten gracias a la credulidad y a la buena fe de los dem¨¢s. Porque ellos s¨®lo son farsantes, usurpadores y fuleros, que se aprovechan de que muchos ciudadanos sigan creyendo que el h¨¢bito hace al monje, cuando la realidad demuestra bien a las claras todo lo contrario. Son los p¨ªcaros de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX.
Jos¨¦ Manuel Q. B., gallego, de 50 a?os, quiso siempre ser marino y haber estudiado en la Escuela Naval de Mar¨ªn. No lo consigui¨®, en parte por padecer una cojera y en parte por su mala cabeza. Pero, decidido a llevar adelante su vocaci¨®n, hoy vive aparentando ser el comandante Cervera.?ngel O. G., manchego, de 41 a?os, tiene una vocaci¨®n n¨¢utica m¨¢s tard¨ªa que Jos¨¦ Manuel, al que conoci¨® 15 a?os atr¨¢s en una c¨¢rcel espa?ola. Desde aquel d¨ªa ambos decidieron formar una especie de sociedad mercantil basada en su com¨²n afici¨®n a los uniformes. ?ngel pas¨® a ser conocido desde entonces como teniente Espa?a, ayudante fiel e inseparable del comandante Cervera.
Ambos oficiales han Intervenido en muchas batallas, en las que han resultado perdedores comerciantes a los que: han embarcado en negocios que luego han resultado ser un castillo en el aire. Haci¨¦ndose valer del prestigio de los uniformes, el comandante y el ahora ya capit¨¢n Espa?a han estafado hasta al peluquero que habitualmente cuida del biso?¨¦ del primero.
La ¨²ltima peripecia en la que han participado consisti¨® en enga?ar a un grupo de empresarios a los que prometieron concederles la exclusiva para poder instalar m¨¢quinas expendedoras de tabaco en todos los cuarteles de Espa?a. "Es un negocio redondo", les dijeron a los industriales. Y s¨ª, result¨® redondo, pero para los falsos militares, que sacaron en limpio la bonita suma de 100 millones.
El comandante Cervera, sin embargo, es un hombre de honor y durante meses se dedica a enviar telegramas a sus v¨ªctimas para explicarles el motivo de su desaparici¨®n. "Razones urgentes me retienen en Argel. Stop. Conversaciones de paz con ETA. Stop. Pronto recibir¨¢n noticias m¨ªas", indicaba el mensaje dirigido a un hostelero al que hizo creer que estaba destinado en los servicios de inteligencia del Estado.
Otro falso militar, en este caso con el nombre de guerra de capit¨¢n Mar¨ªn, campea por Espa?a desplumando a incautos soldaditos a los que saca el dinero y la tarjeta de cr¨¦dito o bien a mujeres con ganas de matrimoniar, a las que enamora y enga?a para que le den fuertes sumas con las que comprar su futuro nido de amor. Este h¨¦roe ha sido descubierto en Le¨®n, Madrid y Valencia.
Hay quien prefiere actuar de paisano. ?Y qu¨¦ mejor que ser comisario de polic¨ªa? Ah¨ª est¨¢ Antonio G. M., que a sus 65 a?os contin¨²a teniendo la misma vocaci¨®n que hace 30, cuando se hac¨ªa pasar por inspector. Pero, claro est¨¢, el tiempo no corre en balde y la edad no perdona, lo que ha motivado que haya tenido que autoascenderse a la categor¨ªa de comisario.
Antonio opera en el cine Carretas, junto a la mism¨ªsima Puerta del Sol, donde suelen reunirse homosexuales en busca de un poco de amor. ?l entra en la sala oscura, se sienta en una butaca y espera a que se le acerque un invertido. "Se deja querer, es decir, permite que el mariquita le meta mano y luego le amenaza con detenerle por abusos deshonestos y mil cosas m¨¢s", explica un inspector.
Tras mostrar al afeminado un carn¨¦ con una bandera espa?ola, adquirido en una tienda de efectos militares de la plaza Mayor, el comisario logra que el homosexual le d¨¦ el dinero que porta o van juntos a un cajero autom¨¢tico para sacar los billetes que acabar¨¢n de convencer al polic¨ªa de que se olvide del incidente.
Gente sin escr¨²pulo
Otros sujetos que act¨²an como polic¨ªas ful llevan grilletes y pistola -real o simulada- y realizan registros en viviendas, momento que aprovechan para apoderarse del dinero o las joyas que encuentren en la casa.Existen p¨ªcaros que act¨²an como m¨¦dicos, sin apenas tener los m¨¢s elementales conocimientos del cuerpo humano. La polic¨ªa sabe que hay tipos que tratan a enfermos incurables, a los que sacan el dinero sin el m¨¢s m¨ªnimo escr¨²pulo. Afortunadamente, en la mayor¨ªa de los casos "se limitan a recetarles unas pastillas inocuas, que no les hacen ning¨²n bien, pero tampoco les perjudican", explica un portavoz policial.
Otra modalidad delictiva la firman los que dicen ser abogados y viven de pedir provisi¨®n de fondos a los familiares de reclusos con la promesa de conseguir su pronta libertad. Entre ¨¦stos destaca el caso de un sujeto que mont¨® su bufete en la Gran V¨ªa madrile?a, con secretaria y todo.
Hace a?os hubo quien se hizo pasar por sacerdote, pese a que apenas sab¨ªa rezar el padre nuestro. Pero hoy la cat¨®lica Espa?a ya no lo es tanto y la gente no siente el mismo respeto por los curas. En el fondo, estos farsantes son gente simp¨¢tica, aunque sus v¨ªctimas seguramente opinen lo contrario.
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