Cambio de pareja
El ascenso de Narc¨ªs Serra supone un nuevo estilo en el ejercicio del poder socialista
Felipe Gonz¨¢lez va a tener por vez primera a su lado un vicepresidente que alg¨²n d¨ªa podr¨¢ sucederle. Alfonso Guerra constituy¨® durante ocho a?os el contrapeso pol¨ªtico del presidente, desempe?¨® el papel de malo del culebr¨®n y trabaj¨® siempre para su jefe. La nueva situaci¨®n invierte los papeles: Narc¨ªs Serra no es un contrapeso sino un refuerzo, no un malo sino otro bueno, y, finalmente, es probable que sea ahora el presidente quien trabaje para ¨¦l como posible delf¨ªn. El nuevo equipo traer¨¢ otro estilo de gobernar, sobre el que planear¨¢ la hip¨®tesis de un futuro sin Felipe Gonz¨¢lez.
Guerra asumi¨® siempre los papeles m¨¢s duros. Felipe Gonz¨¢lez aprendi¨® en mayo de 1979 que era necesario controlar el partido. En el congreso socialista que se celebr¨® entonces, el secretario general promov¨ªa ya una pol¨ªtica socialdem¨®crata. Sin embargo, las resoluciones segu¨ªan hablando del marxismo. Gonz¨¢lez renunci¨® al liderazgo y se convoc¨® un congreso extraordinario. Para esa nueva asamblea, Guerra ya estaba dedicado a que aquello no volviese a ocurrir. Desde 1979, todo qued¨® controlado y Gonz¨¢lez tuvo garantizada su seguridad vial para conducir la pol¨ªtica del PSOE, incluso para defender, siete a?os despu¨¦s, la permanencia en la OTAN con el benepl¨¢cito del partido. Para eso estaba Guerra.La tarea de control tambi¨¦n parec¨ªa necesaria en el Gobierno, sobre todo cuando a¨²n era reciente la toma de la Moncloa y cuando la Administraci¨®n p¨²blica guardaba muchos recelos en sus cajones. Alfonso Guerra empu?¨® las riendas del utillaje interior, y sum¨® al aparato del partido el aparato del Gobierno.
En los ambientes pol¨ªticos y period¨ªsticos circula una curiosa frase atribuida al vicepresidente, si bien nadie precisa d¨®nde y cu¨¢ndo fue pronunciada: "Yo cocino los platos para que Felipe los sirva". Si no es verdad, al menos es veros¨ªmil.
Alfonso Guerra presid¨ªa la comisi¨®n de subsecretarios y la comisi¨®n delegada de pol¨ªtica auton¨®mica (por la que pasan numeros¨ªsimos proyectos legislativos). Sus manos filtraban los proyectos de cada ministerio, ¨¦l preparaba minuciosamente la agenda del Consejo de Ministros. Y, a trav¨¦s de sus subsecretarios, conoc¨ªa perfectamente lo que ocurr¨ªa en los distintos departamentos gubernamentales. Tal vez no es casualidad, por ejemplo, que un conocido antiguerrista como Joaqu¨ªn Almunia tuviera como secretario de Estado para la Funci¨®n P¨²blica (miembro de la comisi¨®n de subsecretarios) al conocido guerrista Te¨®filo Serrano (lo que no evita que su relaci¨®n personal particular fuera excelente).
Guerra-Borrell
El vicepresidente Guerra manejaba con mucha comodidad la comisi¨®n de subsecretarios. Lo ¨²nico que escapaba a su f¨¦rreo control, y s¨®lo relativamente, era el ¨¢rea econ¨®mica. El pasado 12 de diciembre, Jos¨¦ Borrell, el secretario de Estado de Hacienda, tomaba la palabra cuando el catastrazo a¨²n hac¨ªa o¨ªr su onda expansiva. Mediada ya la ma?ana, el segundo de Solchaga expone un proyecto que empieza a remover en sus asientos a muchos de los asistentes: el Reglamento General de Recaudaci¨®n, otra herramienta m¨¢s contra el fraude a la Hacienda p¨²blica.Luis Y¨¢?ez, secretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional, amigo de Guerra, interviene en contra. Dice que noes el momento m¨¢s oportuno para plantear a los contribuyentes otra vuelta de tuerca, y propone que se aplace el caso. Borrell responde extensamente, "con precisi¨®n y convencimiento" seg¨²n explican algunos asistentes consultados. Alfonso Guerra media entonces y lo hace con un tono jocoso que molesta al representante de Hacienda:
-Pepe, ya sabemos todos que eres muy brillante -le dice Guerra-, y que siempre tienes mucha raz¨®n, pero a veces tambi¨¦n te equivocas, ?no?
Borrell encaja la alusi¨®n al catastro, muda el gesto y tensa su cara, porcfue en esos d¨ªas no ten¨ªa precisamente la cabeza para ruidos. Hay una cierta tensi¨®n que notan casi todos los presentes, pero se callan. Piensan que Y¨¢?ez se ha expresado en nombre de Guerra. Esto es lo que ha ocurrido en innumerables ocasiones: el miedo se extiende a menudo a contradecir a los adl¨¢teres. Sin embargo, parad¨®jicamente, al final el vicepresidente da el visto bueno a la propuesta y pasa por el filtro para ser aprobada en el siguiente Consejo de Ministros.
En realidad, Alfonso Guerra siempre ha respetado profundamente a Borrell. Sobre todo, desde que en una reuni¨®n de subsecretarios, poco despu¨¦s de constituirse el Gobierno socialista, el vicepresidente brome¨® por vez primera con el ahora nuevo ministro y ¨¦ste le plant¨® cara. Quienes narran el sucedido no recuerdan ni de qu¨¦ trataban, pero s¨ª la seria expresi¨®n de Jos¨¦ Borrell:
-?Qu¨¦ es lo que ha querido decir exactamente el vicepresidente con eso que acaba de decir?
Y Guerra cambi¨® de tema.
Adem¨¢s, el discurso de Borrell en sus intervenciones ante la comisi¨®n de subsecretarios ha sido siempre de izquierda. Habla de que paguen m¨¢s los ricos, de combatir el fraude, de la especulaci¨®n inmobiliaria. Y ante eso Guerra no ha querido discutir. Borrell, pues, se convirti¨® finalmente en un personaje bastante fundamental para que el vicepresidente, desde la comisi¨®n de subsecretarios, dejara hacer y dejara pasar a los responsables del ¨¢rea econ¨®mica, sus enemigos pol¨ªticos.
Otra de las tareas de Guerra, igualmente, consisti¨® en establecer desde el principio una eficaz red de control de la informaci¨®n, con una coordinaci¨®n entre los jefes de prensa de los departamentos y la Oficina -despu¨¦s ministerio- del Portavoz del Gobierno. Tanto la informaci¨®n que entraba como la que sal¨ªa no le era ajena. Los colaboradores de Guerra siempre tuvieron gran inter¨¦s en conocer los caminos que toma cada noticia.
A esto se a?ade la estrecha relaci¨®n del vicesecretario general del PSOE con los ¨®rganos nacionales y regionales del partido, y por tanto con los grandes ayuntamientos y los gobiernos aut¨®nomos del PSOE, que tambi¨¦n le proporcionan un elevado nivel de informaci¨®n.
Con todo ello, Guerra construy¨® un poder intimidatorio que paralizaba frecuentemente a sus adversarios. Incluso les llegaba a mantener posiciones estrat¨¦gicas distintas de las que se pod¨ªan esperar de ellos.
Joaqu¨ªn Almunia, por ejemplo, ha buscado en estos meses la paz con los guerristas al disimular los supuestos errores jur¨ªdicos en la Ley Electoral General, cuya inspiraci¨®n proced¨ªa de la vicepresidencia. El hecho de que algunos altos funcionarios de su ministerio -como los de otros departamentos y Gobiernos regionales- hicieran constar su desacuerdo t¨¦cnico con el texto, present¨® a Almunia ante los guerristas como beligerante promotor de las informaciones publicadas al respecto (que, por el contrario, hab¨ªan nacido del ¨¢mbito auton¨®mico). El ministro combati¨® a partir de ah¨ª a los detractores de la ley y tambi¨¦n las noticias publicadas, y quiso hacer ver a los guerristas que ¨¦l no estaba en esa batalla. Los guerristas no parecieron creerle.
Hipot¨¦tica coalici¨®n
Mientras tanto, Felipe Gonz¨¢lez se ha dedicado a las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica internacional y europea, a los temas de Estado. Sus colaboradores dicen que ¨¦sos son los temas que le gustan. Al mismo tiempo, el presidente no dej¨® nunca, casi hasta el ¨²ltimo momento, de respaldar p¨²blicamente a su n¨²mero dos. Gonz¨¢lez lleg¨® a decir que si la oposici¨®n lograba la dimisi¨®n de Guerra conseguir¨ªa tambi¨¦n la suya: "Dos por el precio de uno", precis¨®.Alfonso Guerra ejecut¨® el control y el poder, pero su imagen hosca y pol¨¦mica dif¨ªcilmente pod¨ªa ayudarle para lograr, tras una hipot¨¦tica retirada de Gonz¨¢lez, una victoria electoral o un Gobierno de coalici¨®n.
La vicepresidencia de Narc¨ªs Serra torna, en cambio, otro car¨¢cter. En varios momentos, Felipe Gonz¨¢lez ha comentado a sus allegados que pensaba en el pol¨ªtico catal¨¢n como sucesor en el liderazgo socialista. A ello se une el profundo respeto del presidente por el Partit dels Socialistes de Catalunya y por sus dirigentes. Gonz¨¢lez s¨®lo ha clausurado un congreso de federaci¨®n socialista: en Barcelona.
La sucesi¨®n est¨¢ abierta a otros candidatos, evidentemente, pero todo indica que Serra es el preferido de Felipe Gonz¨¢lez. En su favor obran la buena acogida que tendr¨ªa en el ¨¢mbito nacionalista. vasco y catal¨¢n, y la facilidad que se le supone para un gobierno de coalici¨®n con estos grupos en el caso de que el PSOE no contar¨¢ en el futuro con mayor¨ªa absoluta. Serra, adem¨¢s, es un hombre discreto, y, al contrario que Guerra, no tiene por lengua un l¨¢tigo.
Parece claro, pues, que el nuevo t¨¢ndem significar¨¢ tambi¨¦n un nuevo estilo. Habr¨¢ que ver si los nombramientos en los segundos niveles de los ministerios tienen algo que ver con la mano de Serra, que te¨®ricamente se reunir¨¢ cada semana con los subsecretarios. Y si el nuevo vicepresidente deja que la Administraci¨®n y sus funcionarios se muevan o mantiene el control instaurado por su. antecesor.
Mientras tanto, Alfonso Guerra trabajar¨¢ en la maquinaria del partido para ganar elecciones. Nadie le discute una certera experiencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Corrientes pol¨ªticas
- Narc¨ªs Serra
- Guerrismo
- Declaraciones prensa
- IV Legislatura Espa?a
- Josep Borrell
- Remodelaci¨®n Gobierno
- Alfonso Guerra
- Felipe Gonz¨¢lez M¨¢rquez
- Vicepresidencia Gobierno
- Pol¨ªtica nacional
- Gobierno de Espa?a
- Presidencia Gobierno
- PSOE
- Legislaturas pol¨ªticas
- Gente
- Conflictos pol¨ªticos
- Gobierno
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n Estado
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Sociedad